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Mi yugo es suave y mi carga ligera

¿Puede un yugo ser ligero? ¿Acaso las cargas que tenemos que llevar siempre son pesadas? ¿Cómo es posible que Jesús los diga que los sufrimientos, miedos y preocupaciones que tenemos día a día son “suaves”?

En nuestra poca fe, podemos caer todos los días en la desesperación. Ahora no sabemos cuándo terminará esto del coronavirus. Estamos cansados de tanta incertidumbre. La situación económica nos abruma. Parecería que no existe un futuro mejor.

En medio de tanto agobio, se registe de mayor sentido e importancia nuestra experiencia de Dios. Nuestro Señor es aquel que nos ama y por tanto permite acontecimientos que nos hacen ver su amor. Como se dice popularmente “todo obra para bien”. En él confinamiento podemos aprender que todo es precario en la vida, que las cosas realmente importantes son las más sencillas y que la oración lo sana todo.

¡Ánimo! Estamos viviendo un tiempo de KAIROS o momento favorable para intimar con Dios y desde una renovada experiencia espiritual aceptar con gozo todo lo que nuestro Señor nos regala.

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Mi yugo es suave y mi carga ligera

¡Qué tremendos somos! Nunca estamos conformes. Nos levantamos todos los días pensando en las cosas que nos faltan o que quisiéramos cambiar en nuestra vida. Nos molestan los hechos que no son según nuestros esquemas. ¿Cómo podemos encontrar paz en medio de tanta tormenta?

Dice el Señor: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Si, dice que aprendamos de él. Es decir, que dejemos nuestras quejas e inconformidades y aceptemos los “yugos” que Dios ha permitido en nuestra vida. Las cargas que pone el Señor sobre nuestros hombros son ligeros. Son para que podamos ser humildes, para que podamos ser santos, para que aprendamos a amar a Dios y al prójimo sabiendo que no somos mejores que nadie.

Aceptemos nuestra cruz de cada día. Pidamos al Señor que las cruces sean las escaleras que nos conducen a su voluntad. ¡Ánimo!

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 11,25-30): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso

¡Descanso! Eso lo queremos todos. Estamos como peregrinado en un valle de lágrimas. Nos enfrentamos todos los días con tantos desafíos y problemas. En algunas ocasiones nos levantamos y pensamos que no vamos a poder enfrentar el día a día, ¿Quién podrá ayudarnos?

¡Ánimo! Por favor, no desfallezcamos. Nuestro Jesús viene en nuestra ayuda. Hoy se hará presente y dará sentido a nuestra vida. Nos consolará y aliviará la carga. Nos hará ver que su yugo es suave, que el sufrimiento no los mata y que podemos vivir eternamente. ¡Dios te ama! ¡Nunca lo dudes!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Porque mi yugo es suave y mi carga ligera

Hemos dicho muchas veces que el sufrimiento es parte de la vida humana. No es posible vivir en esta tierra sin experimentar en algún momento momentos adversos, difíciles y que provocan dolor o angustia. En esos momentos dudamos de todo. Pensamos que Dios es algún tipo de ser injusto porque debería evitar esas cosas. Pensar así es no entender a Dios y su mensaje de amor.

Dios ha enviado a su único hijo Jesús para precisamente dar alivio y sentido al sufrimiento. Él se ha encarnado en la humildad y pobreza para mostrar que la felicidad no viene de una vida cómoda y burguesa. La vida y la alegría es fruto de la aceptación amorosa del amor de Dios y su voluntad.

Hoy tienes la oportunidad de dejar tu carga y tus sufrimientos en manos de Jesús. Él quiere que descanses en sus manos de amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».