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Así es todo el que nace del Espíritu

La resurrección de Jesús es el paso de la muerte a la vida. Nuestro Señor ha inaugurado un camino de salvación. A pasado de este mundo terrestre a una realidad nueva, una realidad en el espíritu. Su cuerpo se ha transformado y se ha hecho glorioso, ya no es de este mundo.

Lo mismo nosotros. Jesucristo nos hace partícipes de su vida inmortal, de su vida según el espíritu. En la noche de pascua hemos muertos al pecado, dejando el hombre viejo en las aguas bautismales y hemos resucitado para una vida nueva. ¿Cuáles son tus pecados y esclavitudes hoy? Renuncia a ellos y acógete a la vida inmortal que ofrece nuestro Señor. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu». Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?». Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna».

El que cree en el Hijo tiene vida eterna

Hay cosas en la vida que nos pone en una perspectiva diferente. Acontecimientos nos suceden y cambian nuestra vida. La muerte de una persona cercana, un accidente, el nacimiento de un hijo o un nuevo trabajo son eventos que nos pasan qe pueden cambiar el rumbo de nuestra existencia de una forma radical. La resurrección también lo es.

Los apóstoles estaban temerosos, asustados y sin esperanza. Miraban la situación y sentían el mismo vacío que siente alguien que pierde a un padre. Estaba como huérfanos. Habían perdido la esperanza. Estaban viviendo “según la carne”. Estaban mirando “las cosas de la tierra y no las del cielo”.

Hoy es un buen día para alzar nuestra mirada. El Señor nos incita a “ser celestes”. Creer en Jesús implica asumir una postura ante la vida. Ya no hay llanto, ni luto, ni pesar: RESUCITÓ. La resurrección produce en tu Vida Eterna, ¿la quieres? Pues deja de mirarte el ombligo y contempla hoy el amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,31-36):El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.