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Quiero; queda limpio

Hermanos y hermanas, ¡qué buena noticia! ¡Jesús quiere sanarnos! ¡Jesús te quiere sanar! ¡Jesús nos está sanando!

La lepra es símbolo de las enfermedades que muchas veces afectan nuestra alma. Estas enfermedades son nuestros odios, mentiras, lujurias, idolatrías y demás pecados que como dice la escritura todos tenemos.

La lepra deforma, afea, mutila y traumatiza. Lo mismo hacen los pecados en nuestra vida. Un alma fea es aquella que no se abre al amor. Que no se deja amar de Dios y que no transmite dicho amor a los demás.

Hermanos y hermanas. ¡Hemos sido sanados por Dios! Nuestras “fealdades” han sido “embellecidas” en el Amor de nuestro Señor. Este es el camino de la felicidad. Esta es la oferta que nos hace Dios que nos convierte en proclamado res y testigos de su Amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».

Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.

Postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias

Mucho hemos recibido de tantas personas. La persona que diga que se ha hecho sola es una mentirosa. Aunque seamos huérfanos de padre y madre siempre hay una persona que en algún momento nos dio de comer, beber o nos extendió una mano amiga. Esa es la realidad de nuestra vida. ¿Cuál debe ser nuestra actitud entonces?

A Jesús le pasó igual que a muchos de nosotros. Un día curó a 10 leprosos. Imagínate, 10 personas que recibieron el milagro de sanar de una dolencia terrible. El Señor en su inmensa misericordia le cambió la vida curando su enfermedad. ¿Y qué pasó entonces? Qué de 10 enfermos sólo hubo uno agradecido y quedaron 9 malagradecidos!

Ser leproso es como ser hoy un desempleado, pobre o sin estudios formales. Por tanto, quién da una beca o un empleo a una persona le está haciendo uno de los mayores favores que hoy se puede hacer. ¿Y qué pasa? Que hay muchos malagradecidos.

Lo bueno del evangelio es que a Jesús esto no le afecta. Lo que quiere es que nos demos cuenta del error. Recompensa al agradecido con la salvación. Los demás se pierden lo más importante. Hermanos y hermanas, por favor, seamos agradecidos.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,11-19): Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes».

Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».

Mujer, quedas libre de tu enfermedad

Hacer el bien en todo tiempo es siempre bueno. Eso es lo que se asume normalmente. De todas maneras, hay personas que no viven según este criterio.

Muchos hemos vivido el cristianismo de una forma externa. Reducimos la práctica cristiana a cumplir unas leyes y normas. Pensamos que con ir a misa y hacer dos o tres oraciones cumplimos fielmente con lo que Dios quiere de nosotros. Nada más lejos de la verdad.

Este domingo, orando en familia, le preguntaba a mi hijo: “¿cómo se ama a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas?” El me dijo: “participando en la misa, portándose bien”. Le dije que todo eso era muy bueno, pero es mucho mejor amar al prójimo que cumplir estás normas y leyes.

Podemos ser buenas personas y ser malos cristianos. El hombre de Fe ama como Dios ha amado. Perdonando, excusando, hablando bien de todos… Ese es el cumplimiento de “la ley entera”. Amarle con todo el ser es amar al prójimo como Jesús nos ama. ¿Estás dispuesto? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17): En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó

Todos hemos estado enfermos en algún momento de nuestra vida. Para muestra un botón, la “Chinkunguya” arrasó con la población dominicana. Fiebres, dolores y vómitos fueron algunos síntomas y padecimientos que tuvieron aquellos atrapados por esta terrible enfermedad. ¿Esta es la peor forma posible virus o epidemia?

Ciertamente las enfermedades afectan nuestra vida cotidiana. Nos impiden ir al trabajo, disfrutar de nuestro tiempo de ocio y vivir de manera normal y tranquila. Sin embargo, existe un peor estado de salud y este es el de la salud espiritual.

Cuando tenemos “fiebre espiritual” no queremos servir ni tenemos ánimos para la vida. Nos encontramos en una situación de desgano y escándalo de nuestra vida. Nos sentimos tristes, solos y abandonados. ¿Estás en una situación parecida?

Quizás te pasa igual que la suegra de Simón. Tienes una fiebre “espiritual” que te impide servir, amar y perdonar. Estás como paralizado por el odio, rencor o rechazo a los demás. Tienes hoy un resentimiento contra tu padre, esposo, o amigo. Tienes la “chinkunguya espiritual”. ¿Cómo puedes sanar de esta terrible enfermedad?

El tratamiento que cura toda dolencia es Jesucristo. Tener un encuentro personal con Jesús nos hace sanar y abrirnos a formas nuevas de vivir. Él cura nuestras dolencias físicas y espirituales porque en su presencia, el amor de Dios, se hace cercano y ¡VIVO!. ¡Ánimo! El Señor nos ama y quiere. Él es nuestra curación.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies

Una de las manifestaciones más impresionantes del poder de Dios es la curación milagrosa de una enfermedad o dolencia.

Tenemos en nuestra mente innumerables historias que hemos leído, escuchado o vivido de este tipo de experiencias. Puedo decir que mi Madre, que padeció cáncer, también experimentó una intervención divina de este tipo. ¿Qué significan este tipo de hechos portentosos?

Cuando una persona es testigo o experimenta en su vida algún tipo de milagro o curación, se espera que eso que ocurrió en su “carne” también suceda en su espíritu. Pasar de un estado de enfermedad a uno de salud produce en nosotros también una transformación en nuestras vidas, una conversión.

El signo más grande de esta transformación, es que estamos dispuestos a dar gratis lo que gratis hemos recibido. Muchos son los hombres y mujeres que necesitan de este mensaje de “sanación”. Jesús necesita obreros que trabajen en su viña, ¿estás dispuesto a trabajar con él y para él?

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,32-38): En aquel tiempo, le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel». Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».