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Los envió de dos en dos delante de sí

Todos estamos llamados a evangelizar. Por el bautismo hemos sido enviados por el Espíritu Santo a llevar la buena noticia a todos los pueblos de la tierra. ¿Cómo se realiza la misión? En la precariedad,

Nosotros no somos los protagonistas de la misión. El centro de toda evangelización es Jesús. El mundo necesita conocer el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Es por eso que evangelizar es lo más importante que podemos hacer, ¿estás dispuesto a ir evangeliar? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

Comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos

Jesús ha convocado a sus discípulos para enviarlos en misión. De esa forma le hace partícipe de su propia misión. Les envía en la precariedad física pero con la fuerza de su espíritu. ¿Alguna vez has hecho esa experiencia?

He tenido la bendición de hacer la misma experiencia de los apóstoles y ha sido una de las más importantes de mi vida. Puedo dar el testimonio de que nada es comparable con la fuerza del evangelio llevado por medio de hombres y mujeres débiles.

El mundo necesita de nuestra disponibilidad para la misión. No podemos quedarnos callados y sentados. ¡Ay de nosotros si no anunciamos el evangelio! El tiempo de la misión es ahora. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,7-13): En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Comenzó a enviarlos de dos en dos

Fueron varios las señales y prodigios que acompañaron a los apóstoles en la misión. Algunas fueron extraordinarias manifestaciones del poder de Dios. En otros casos, sutiles signos pero iguales en poder.

Los apóstoles iban como pequeños. Sin nada. Con el solo apoyo de la Fe en Dios que es padre y provee para sus hijos. Yo soy testigo de eso.

En la última misión de dos en dos a la que fui enviado, pude ver como Dios siempre nos cuidó. Fuimos sin dinero y sin seguridades. Vimos la potencia de Dios que iba delante de nosotros y hacía milagros de conversión en todos aquellos que nos acogieron. ¡Esta palabra se cumple!

Mis queridos hermanos, por el bautismo somos enviados todos a la misión. Confiemos en el Señor, porque haciendo su voluntad, encontramos la vida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,7-13): En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.