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Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado

¡Ánimo! Los cristianos no podemos sentir miedo o desesperación. ¿Por qué? Porque tenemos a Jesús, enviado por Dios Padre para salvarnos. ¿Tú te lo crees?

En tiempos de Jesús, los supuestos hombres de la ley de Dios no pudieron reconocerle. Veían lo exterior. Sus ojos no podían reconocer en los signos que se presentaban ante sus ojos que Dios había enviado al mesías y Salvador del mundo entero. En este tiempo de COVID-19, reconozcamos a Jesús como el Cristo que viene a librarnos de la muerte. ¡Creamos en Él!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 7,1-2.10.14.25-30): En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.

Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

A mi hijo le respetarán

Cuando Dios crea al hombre y la mujer lo pone en un jardín. Esto es símbolo de que el querer del Señor es que seamos felices; es decir, que tengamos vida eterna. El gran dilema es que muchas veces preferimos otras cosas. No nos interesa la oferta de felicidad que nos hace Dios. Queremos mejor hacer con nuestra vida otras cosas. Nos centramos en hacernos de cosas aquí en este mundo.

La escritura cuenta una parábola en la que son enviados profetas a un pueblo que rechaza esta oferta. “Matamos” al mensajero y al mensaje cuando no le hacemos caso o cuando rechazamos el camino de la vida para seguir nuestro propio sendero.

En esta cuaresma el Señor nos invita a acoger el llamado de conversión de su enviados. La Iglesia te invita a ayunar, ayuna. Te invita a dar limosnas, da limosna. Te invita a orar, ora siempre y sin desfallecer.

¡Animo! Tenemos la oportunidad de acoger al Señor en nuestros corazones. Este es el tiempo favorable, el día del Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 21,33-43.45-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». 


Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos». 


Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.