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Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite

El evangelio no enfrenta a ricos y pobres. Ese no es el objetivo de la buena noticia cristiana. El centro del evangelio es reconocer que Jesús está resucitado y nos hace partícipes de su vida inmortal.

Somos invitados en esta cuaresma a ser pobres según Dios, desapegados de las cosas de este mundo y así enriquecernos según Cristo, reconociendo a través de su palabra y acción, que la vida nos viene de hacer siempre la voluntad de Dios. ¿Dispuesto? ¡Adelante!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 16,19-31): En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.

»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.

»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».

Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible

¿Qué es imposible para los hombres? Muchas cosas. Las personas no podemos volar por los cielos ni tampoco respirar inmersos en los océanos. Tampoco podemos ganarnos el cielo por nuestras fuerzas, porque como ha dicho Jesús, todos somos unos ricos. ¿Qué significa esto?

La tendencia en nosotros es hacernos un modelo propio de felicidad y pasarnos la vida buscando realizar ese modelo o proyecto. Pensamos que si tenemos más dinero, nuestros hijos son perfectos, tenemos un buen trabajo y nadie pelea con nosotros seremos felices. Es la aspiración de toda persona. Una Vida perfecta llena de aventuras y cosas buenas. Hemos querido eliminar el sufrimiento de nuestras vidas. La realidad es diferente.

Todos estás apiraciones y cosas que acumulamos nos hacen ricos, es decir, nos ponen en una situación de alienación buscando la vida o felicidad en los ídolos de este mundo. El dinero y las demás cosas no dan la felicidad. La verdad es que, siendo libres de estas esclavitudes o ídolos es cuando realmente solo felices.

He conocido personas que tienen muy poco o casi nada, y son mucho más felices que algunos ricos que conozco, porque ponen su corazón en las cosas del cielo.

¡Ánimo! La recompensa que nos ofrece el Señor es maravillosa. A nuestro Señor no le interesa que vivamos mal, lo que si quiere es que seamos libres de toda atadura. Dejemos todo y pongamos nuestra confianza solo en Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 19,23-30): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible». 
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?». Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».

Bienaventurados los pobres

La pobreza es un tema recurrente en el discurso político y social. Todos los gobiernos del planeta se proponen combatir la pobreza y de hecho es una de las metas u objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. En las escrituras Jesús dice que bienaventurados o felices los pobres, ¿por qué dice eso? ¿A qué pobres se refiere?

La pobreza a la que se refiere es a la espiritual. Se refiere a aquellos que están llenos de bienes materiales pero vacíos de bienes espirituales. Los “ricos espirituales” son las personas que están llenas de rencor, odio, envidia, soberbia y todos los ídolos de este mundo. 

Es verdad que Jesús también puede referirse a la pobreza material pero en este caso particular nos invita a tener la actitud del “pobre” que sabe que todos sus bienes le vienen de Dios. Tengamos este tipo de pobreza y seremos felices.

Leer:
Texto del Evangelio (Lc 6,20-26): En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas. 
»Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas».