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¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?

Jesús inauguró una nueva etapa en la historia de la humanidad. Con su encarnación hizo presente, de manera única y definitiva, la plenitud del amor de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo es el amor entre nosotros. No puede existir tristeza o desesperación mientras está presente en nuestras vidas. Con su muerte y resurrección ha inaugurado una etapa escatológica y de esperanza eterna.

Pidamos a Dios que en nosotros se pueda dar esta nueva realidad. Lo nuevo es la fiesta pascual, el banquete eucarístico y el amor en la dimensión de la cruz manifestado en Cristo Jesús.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 2,18-22): Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.

»Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos».

¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Hay algunas cosas en las escrituras que suscitan la curiosidad y el excepticimo de muchas personas. En los tiempos de Jesús sucedía igual. Ya en los primeros tiempos los cristianos eran acusados de canibalismo, sacrificios de niños y beber sangre.

Ciertamente puede confundir a primera impresión, a una persona no cristiana, el hecho de leer que se tiene que comer la carne y la sangre de un “tal Jesús”.

Lo maravilloso de esto es que no hay manera más profunda de hacer comunión con la naturaleza divina que comulgar el cuerpo y sangre de Jesús en la forma de pan y vino. Tenemos la gracia de entrar en comunión con Nuestro Señor en la eucaristía y así participe de manera maravillosa en la vida divina, en la vida eterna.

Celebremos el amor de Dios. Alimentarse del pan del Cielo es una bendición de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,52-59): En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.