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Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

¡Qué hermoso es escuchar el saludo del Ángel en medio de la cuaresma! Alegrémonos, el Señor está con nosotros. La gracia del altísimo se posará sobre nuestras cabezas y nos dará vida eterna. ¿Cómo sucederá eso? ¿Cómo siendo tan débil podré tener en mi corazón al Señor?

Lo que sucede en nuestra vida, siempre que buscamos hacer la voluntad de Dios, no es frío de nuestras fuerzas. Para el ser humano es imposible, por ejemplo, amar al enemigo. Amar como Cristo ama es el centro del mandamiento divino, pero, ¿cómo se puede amar así? Imposible.

Lo que para nosotros es algo que supera nuestras capacidades, para Dios es totalmente posible. Nos toca hacer como la Virgen Maria. Dejemos que la voluntad del Padre Dios actúe en nosotros. Todo lo hará él. Nosotros debemos ser dóciles a su palabra y acción. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios

Hoy es el día de Nuestra Señora del Rosario. En algunas ocasiones se hace un evangelio especial para el momento. También puede leerse el evangelio del día, ¿qué nos quiere decir el Señor en la palabra de hoy?

El dedo de Dios es símbolo del Espíritu Santo. Señal del poder de Dios que actúa con poder, señales y prodigios. Fue este mismo Espíritu el que descendió sobre la María Virgen y la hizo quedar encinta del salvador del mundo entero. Ella, una esclava del Señor, dijo si al anuncio del Ángel y esto hizo posible lo imposible. Ella fue la puerta a través de la cual a llegado la salvación del mundo entero.

Hermanos y hermanas. Seamos como la virgen María, madre de Jesús y Madre nuestra, que abre su corazón a la acción y voluntad de Dios. Con esta misma actitud podemos hacer posible lo imposible. Nuestras preocupaciones, pecados y demonios serán expulsados de nuestro corazón. La cruz, símbolo del sufrimiento humano, tendrá sentido. En el Espíritu podemos ciertamente vencer al mundo y vivir para Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,15-26): En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. 
Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

El que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios

Una de las principales dificultades que tenemos para ser santos es que no creemos que esto sea posible. Nos parece imposible hacer o dar cumplimiento a todo lo que el evangelio dice que debemos ser como cristianos. ¿Esto es verdad?

Si, mis queridos hermanos y hermanas, es verdad. Es imposible para nuestras fuerzas ser cristianos a la altura de la exigencia evangélica. La buena noticia es que esto jamás será fruto de nuestro esfuerzo.

La clave del anuncio del Ángel a María es que ella, siendo virgen, dará a luz un hijo por el poder de Dios. Es decir, para ella es imposible salir embarazada si “no ha conocido varón” pero para Dios todo es posible.

¡Ánimo! ¿Cuales son tus imposibles? Pues en el poder de Dios pueden ser posibles siempre que hagan nacer en ti al hijo de Dios, te hagan ser santo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.