Archivo de la etiqueta: inútiles

Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer

Todos tenemos una misión en esta vida. Desde la fe cristiana debemos creer que a cada uno de nosotros el Señor nos ha encargado una misión. No existe un cristiano que esté en el mundo sobrando. Nuestra vida tiene sentido en función de la realización en nosotros de ese proyecto de salvación que Dios tiene con cada uno de nosotros.

El Señor nos ha encomendado amar a todos los que nos rodean, poner al servicio de los demás nuestros bienes y talentos; y trabajar en los proyectos que Dios nos encargue. Al cumplir con nuestro deber no podemos sentir que hemos hecho algo extraordinario. Lo que hemos hecho, con la gracia de Dios, es poner en práctica la palabra del Señor. Es lo que se espera de nosotros. Ni mas ni menos.

No nos creamos superiores a los demás o gente muy buena. Las buenas obras realizadas por Dios a través de nosotros son gracias venidas del cielo. Seamos humildes. Es Dios que actúa en nosotros. Somos siempre siervos inútiles. ¡Ánimo!

Leer:

Lc 17,7-10: En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’».

Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer

Muchas veces tenemos una alta estima de nosotros mismos. Pensamos que el mundo gira alrededor nuestro. Nos consideramos imprescindibles. Por eso Dios permite alguno que otro acontecimiento para hacernos humildes. Para ponernos en nuestro lugar.

La misión que Dios nos asigna en este mundo no debe de motivo para que now sintamos importantes. Todo lo contrario. Debemos ejercer el ministerio con humildad y sabiendo que lo poco o mucho que hacemos, es por pura misericordia divina. Hacemos lo que tenemos que hacer.

Demos siemore la gloria a Dios. Él es la fuente de todo bien. El amor que Dios nos regala es para edificarnos y edificar a toda la iglesia. Bendigamos a Dios por permitimos servirle a pesar de todas nuestras debilidades. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,7-10): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’».

Somos simples servidores

¿Por qué nos afanamos todos los días en tantas cosas? Dicen los expertos en motivación humana que en la raíz de toda acción humana está una búsqueda por la autorealización, es decir, de sentir que nuestra vida tiene sentido e importancia. Esta realidad no es en esencia mala. Sin embargo, para temas de la Fe tenemos que tener algunas preocupaciones.

Tenemos el peligro de buscar nuestra satisfacción personal hasta en los asuntos santos. Predicamos, hacemos algún servicio o damos alguna ayuda material simplemente por el afán de ser reconocidos. Esto no es amar a Dios y al prójimo. En el fondo nos buscamos a nosotros mismo, perseguimos nuestra autorreización y por tanto podemos caer en el egoísmo.

Hoy somos invitados a servir sin interés de ser reconocidos por nadie y en nada. Servimos a los demás porque el mismo Jesús nos ha servido, amándonos de tal manera que ha entregado su vida por nosotros. Aprendamos de Él, que ocupó el último mediante el servicio humilde y sin pretensiones vanas. Pidamos a Dios la gracia de parecernos cada vez más a nuestro Señor Jesús.

Leer:

Evangelio según San Lucas 17,7-10

El Señor dijó:
«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: ‘Ven pronto y siéntate a la mesa’?
¿No le dirá más bien: ‘Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después’?

¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: ‘Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber’.»