Archivo de la etiqueta: siervos inútiles

Somos simples servidores

¿Por qué nos afanamos todos los días en tantas cosas? Dicen los expertos en motivación humana que en la raíz de toda acción humana está una búsqueda por la autorealización, es decir, de sentir que nuestra vida tiene sentido e importancia. Esta realidad no es en esencia mala. Sin embargo, para temas de la Fe tenemos que tener algunas preocupaciones.

Tenemos el peligro de buscar nuestra satisfacción personal hasta en los asuntos santos. Predicamos, hacemos algún servicio o damos alguna ayuda material simplemente por el afán de ser reconocidos. Esto no es amar a Dios y al prójimo. En el fondo nos buscamos a nosotros mismo, perseguimos nuestra autorreización y por tanto podemos caer en el egoísmo.

Hoy somos invitados a servir sin interés de ser reconocidos por nadie y en nada. Servimos a los demás porque el mismo Jesús nos ha servido, amándonos de tal manera que ha entregado su vida por nosotros. Aprendamos de Él, que ocupó el último mediante el servicio humilde y sin pretensiones vanas. Pidamos a Dios la gracia de parecernos cada vez más a nuestro Señor Jesús.

Leer:

Evangelio según San Lucas 17,7-10

El Señor dijó:
«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: ‘Ven pronto y siéntate a la mesa’?
¿No le dirá más bien: ‘Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después’?

¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: ‘Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber’.»

Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer

Todos necesitamos reconocimiento por nuestro trabajo. Es muy natural del ser humano esperar agradecimiento o recompensa por el trabajo bien realizado. Nos llena de vida los aplausos y elogios. ¿Cómo se maneja esto en el cristianismo?

Jesús nos invita a no darle importancia a nada de eso. Nos dice que cuando cumplamos con nuestro deber, sintamos que sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer: ni más, ni menos.

El Señor pretende que seamos libres de las ataduras terrenas. Esperar siempre el reconocimiento es una forma de esclavitud. La madre que espera que su esposo e hijos le valoren por lo que hace, el trabajador que espera ser reconocido por la empresa, el catequista que siente merecer admiración por lo demás… Nada de eso es seguro y jamás podemos poner nuestra confianza en eso. Nos ahorraremos muchos desengaños si nos llevamos de Jesús.

Una de las frases más liberadoras del evangelio es “somos siervos inútiles”. Hagamos de esas palabras un lema diario que nos permita esperar sólo de Dios el amor, renacimiento y cuidado. Sólo Él puede amarnos como sus hijos y en nuestra pobreza.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,7-10): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’».