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Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto

En las escrituras aparece en Jesús que ataca duramente a los Fariseos y Escribas. Les llama hipócritas. ¿A qué se refiere el Señor? Precisamente al comportamiento de algunos que tiene una apariencia a lo externo pero en lo oculto son otra cosa. Nuestro Señor se refiere a las personas que “privan en santas” pero su comportamiento personal está lejos de la ley del Señor.

Alguno puede decir que no es hipócrita. Sin embargo, ¿quien de ustedes no ha saludado a alguien con mucho cariño y en el fondo no quiere saber de esa persona? ¿Quién de los que leen estas palabras no ha sido sincero con su jefe, compañero de trabajo o familiar?

Es por eso que hoy el Señor nos llama a conversión. Nos invita a se íntegros y coherentes en la vida. A qué nuestras obras externas sean la expresión sincera de lo qué hay en nuestros corazones.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,1-7): En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos».

Para que los que entren vean la luz

Todos los días tenemos la oportunidad de descubrir la presencia de Dios en todas las cosas creadas. La gran dificultad que enfrentamos a diario es que el ritmo acelerado de nuestra existencia nos hace estar enfocados en un activismo sin fin. Nos perdemos, sin quererlo, la belleza de vivir en nuestro mundo interior y descubrir la hermosura de la vida.

El Señor vino a nuestra vida para mostrarnos el camino de luz y paz. En la sudo la luz que ilumina la existencia de toda la creación, especialmente, los días de nuestro pasar por este mundo. ¿Puede alguien rechazar la luz que nos trae Cristo?

Ciertamente, muchas veces, porque vivir en la luz supone dejar el pecado y ser humildes, nos acomodamos en nuestras pequeñas oscuridades. Entramos en una actitud perversa con nuestro secretos y acciones que no agradan a Dios.

Hoy el Señor nos invita a vivir en la luz. Solo podemos ser felices si entramos en su misericordia y ajustamos nuestras acciones y obras a las enseñanzas de nuestro maestro. Cristo es luz y quiere iluminar nuestras vidas para siempre, ¿estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 8,16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».

Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

Acompañar las palabras con acciones sinceras siempre ha sido un desafío para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. En nuestra cotidiana interacción con los demás ocultamos muchas veces nuestras verdaderas intenciones y ciertamente nos comportamos como unos verdaderos hipócritas.

También en nuestra vida Fe podemos actuar igual. Reducimos la práctica cristiana a demostraciones piadosas externas que construyen nuestra imagen de gente “buena” y que muchas veces dista de la realidad.

Hoy tenemos una invitación muy importante de parte de nuestro Dios a realizar las obras de Fe con el objetivo de agradar a Dios y no de aparantar lo que verdaderamente no somos. Esto se puede hacer solo con la ayuda del mismo Señor y Dios padre nuestro.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 6,1-6.16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».