Archivo de la etiqueta: templo

Mi casa será casa de oración

Sucede a veces que hacemos de las cosas santas instrumentos a nuestro servicio personal. Podemos estar en la Iglesia y utilizarla para proyectos personales o económicos. El Señor corrige siempre esta desviación.

En algún momento Jesús entra en el templo y contempla con molestia como se han aprovechado de las cosas de Dios para hacer negocios. Este es el mismo comportamiento de aquellos que en nombre de Dios justifican violencias o injusticias.

Las cosas de Dios son buenas porque nos hacen amar a todos y todas. La casa de Dios es para estar en comunicación con Él y hacer la voluntad suya. Espero que hoy podamos tener la gracia de estar a disposición de su amor

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,45-48): En aquel tiempo, entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!». Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.

Vengo de Él y Él es el que me ha enviado

El Señor Jesús vino a la tierra para cumplir una misión. Dios envían al Señor a mostrar algo nuevo. El mesías anuncia una gran noticia. Este mensaje de trascendencia es la victoria sobre la muerte y que en cada uno de nosotros se puede realizar de manera concreta el misterio de nuestra salvación.

La resurrección propuesta por el Señor no es solo física al final de los tiempos. La victoria sobre la muerte se realiza aquí todos los días en el corazón de los hombres y mujeres que se abren al amor de Dios.

Jesús enseña en el templo. Las autoridades de este centro de poder religoso y político quieren matarle. ¿El Señor se llena de miedo y calla? NO. ¿Por qué? Porque tiene la seguridad de la resurrección. Sabe que la vida eterna se realiza a través del sufrimiento. Un proceso de purificación siempre culmina en algo mucho mejor a lo anterior.

Les invito a todos en este viernes de cuaresma a ver la experiencia de Jesús y llenarse de valor. ¡No tengan miedo! Tu futuro es de Dios. Vivir el presente como Jesús que anuncia el Reino de Dios con su vida y no tiene miedo a nada ni a nadie porque sabe que Dios le salvará de todos los peligros. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 7,1-2.10.14.25-30): En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.


Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra

En la Iglesia Católica estamos por iniciar un tiempo litúrgico importante llamado Adviento. Ya las lecturas hacen referencia al tema central de este tiempo preparatorio a la navidad. Adviento hace hincapié en algo fundamental en el cristiano: TODO PASA.

Las cosas presentes, con sus virtudes y vicios, son pasajeras. Llegará el día en que el Señor venga y nos lleve con Él.

Esto debe ser una actitud cristiana fundamental. Esperar la 2da venida del Señor es un rasgo clave en el cristianismo.

¿Cómo vives en este mundo? Aferrado a las cosas materiales como si nunca fueran a terminar, como si nunca fueras a morir. Esto, mis hermanos, nos es cristiano. No hay mayor libertad que aquella que da estar desprendido de todo lo material con el corazón puesto en las cosas del cielo. Eso nos ha enseñado Jesús a través de su Iglesia. Seamos fieles a este llamado.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,5-11): En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».

Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón

Hay cosas que realmente no podemos entender. La acción de Dios muchas veces se nos presenta como misteriosa e inescrutable.

Acontecimientos de enfermedad, difamación, calumnia y pecados de personas que esperamos no los cometan, son situaciones que parecen no tener sentido.

María, madre de Jesús y madre nuestra, guarda las cosas en su corazón, ¿qué significa esta actitud?

El silencio, en el sentido cristiano, es un don. En la oración buscamos “silenciar” el mundo para que en este silencio de los sentidos podamos escuchar sólo a Dios. Esa es la clave.

Jesús, siendo niño, está en la “Casa del Padre”. Recuerden lo que dijo luego… “Mi casa es una casa de oración y ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”. En esta “Casa del Padre” aprende de los maestros. Contemplan y medita. Hace la voluntad de Dios.

El que ora, siempre acepta y hace la voluntad de Dios. El Hijo, el padre y la madre. Todos hacen la voluntad de Dios. Todos entran en su misterio sabiendo que Dios, siendo bueno, conduce la historia y nos asegura nuestra felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,41-51): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.