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Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí

Tanta gente va de vez en cuando a misa, bautiza a sus hijos, y estudia en colegios católicos pero nunca ponen en práctica el mensaje cristiano. Un popular comediante dominicano les denominó “cristianos de la secreta”.

Si, aunque escandalicen estas palabras, debemos reconocer que podemos vivir en un divorcio total y absurdo entre religión y vida. El primero en decirlo fue Jesús cuando a los hipócritas fariseos les denuncia el pecado que más irritaba al Señor. Muchas veces denunció el pecado de aferrarse a la tradición descuidando el verdadero espíritu de la ley divina: el amor.

Hermanos y hermanas. ¡Lo primero es amar! Perdona al que te ha hecho daño, ponte al servicio de los demás, renuncia a tus bienes y acoge en tu corazón a todos aquellos que no son de tu agrado. Solo de esta forma seremos verdaderos hijos de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-.

Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro “Korbán” -es decir: ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí

Muchas veces queremos convertir o hemos hecho del cristianismo una ley pesada o un moralismo. Estamos con un “palo” en la mano diciéndole a todo el mundo lo que tiene que hacer y pensamos que ser “buen cristiano” es cumplir una serie de preceptos externos que no tocan el corazón.

Nuestro Señor Jesús es el primero en denunciar este hecho inaudito. No podemos reducir el cristianismo a una receta o guía de “como se una mejor persona” como si se tratara de un opción más en el amplio catálogo de ofertas de auto superación personal. No… El cristianismo no es eso.

Jesús nos entrega la fractura del Amor como ley fundamental. Nos dice que Amar a nuestros padres, familiares, amigos, conocidos e inclusive a nuestros enemigos es la verdadera “ley”.

¡Abramos nuestro corazón a la gracia! A la inmensa dicha de amar y ser amados. Ese es el camino del cristianismo y de nuestra plena felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-.

Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro “Korbán” -es decir: ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».