Archivo por meses: diciembre 2018

¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!

Nuestra felicidad es el proyecto que quiere Dios para todos nosotros. Por eso se nos ha revelado para que podamos experimentar su amor. ¿Qué hace falta para que podamos seguir experimentándolo? Ser humildes.

El humilde es aquel que se reconoce pecador. Es aquel que siente necesidad de Dios. Es aquel que ha descubierto que sin Dios no es posible una verdadera y profunda felicidad.

Este día es una nueva oportunidad para conocer a Dios. Vivir la vida de una forma diferente. Sentir el amor de Dios siemore y así poder ser verdaderamente felices. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,21-24): En aquel momento, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

Yo iré a curarle

El milagro físico que realiza el Señor siemore tiene un propósito claro: suscitar la Fe. Alguno pensará que el principal motivo para curar a una persona es devolverle la salud. Pero yo me pregunto, si hay tantos enfermos en el mundo, ¿Por qué Dios sana a unos pocos y no a todos? Porque más que liberar a una persona de algún mal físico, Jesús quiere que tengan vida eterna y eso se logra teniendo Fe.

En el día de hoy quizás le estás pidiendo a Dios salud o algún bien material. Piensa que Dios te ama y que todo lo que acontece en tu vida es para tu bien. En consecuencia, podrás tener padecer alguna enfermedad pero nunca dudarás del amor de Dios. Tendrás la Fe suficiente para bendecir a Dios en todo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,5-11): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».

Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».