Jesús, como una vez el Maná en el desierto, es el alimento que baja del cielo. Nuestro Cristo es el pan de la vida que sacia el hambre de amor y sed de perdón que tenemos todos. ¿Crees en eso? ¿Lo has experimentado?
La voluntad de Dios es que nos salvemos todos. Él quiere que tengamos vida y vida en abundancia. Nos quiere felices. Nos quiere resucitados. ¿Cómo puede realizarse el proyecto de Dios en nosotros? Si creemos en nuestro corazón que ha resucitado y está vivo en nuestro corazón. ¡Nunca dudes del amor de Dios! ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Jn 6,35-40): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».