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Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

El tiempo de Navidad es para estar en alegría. ¿En que consiste la dicha que podemos vivir? En hacer la experiencia de María. Ella siendo virgen y no conocer varón, fue capaz de experimentar la potencia de Dios.

La alegría nos viene de saber que nada es imposible para Dios. Podemos ser “estériles” en el sentido espiritual de la palabra. Es decir, tener situaciones difíciles que nos parecen imposibles de resolver. Tranquilos, Dios envía Ángeles que nos ayudan. Ellos nos anuncian el plan de Dios. ¿Cuál es este plan? Nuestra salvación.

Vivamos el tiempo de Navidad que se avecina con la esperanza de que el Señor siempre aparece en nuestra vida. ¡No temas! Viene ya.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres

Existen personas que basan su experiencia de Fe en la práctica piadosa de prácticas externas. Es cierto que es algo bueno y saludable mantener esta relación con Dios desde la práctica religiosa. Sin embargo, Dios quiere siempre llevarnos a un nivel más profundo y sincero de relación con Él.

Zacarías e Isabel son imagen de todo cristiano practicante, pero que tiene algún tipo de “oprobio” o sufrimiento que les hace dudar del amor de Dios. Muchos creemos en Dios pero no en sus milagros. Asistimos a misa pero no pensamos en Dios que se hace cercano y tiene poder de salvarnos. ¡Todos necesitamos vivir una experiencia profunda de Dios!

En estos tiempos de Navidad pidamos año Señor que nos envíe un ángel que nos haga ver su amor y poder salvífico. La Navidad es para que él mismos Dios nazca en nuestros corazones. ¡Alegría hermanos! ¡Jesús nacerá en nuestros corazones y nos salvará!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,5-25): Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo».

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres».

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

Desde los inicios del cristianismo, siempre se ha tenido un especial cariño a la madre de Jesús, la inmaculada virgen María. Este es un amor natural que brota de forma espontánea del corazón de todo creyente cristiano. ¿Quién no tiene especial aprecio por la madre de su Mesías y salvador?

El anuncio de arcángel Gabriel y correspondiente diálogo con María es la síntesis de toda experiencia cristiana. En primer lugar, reconocimiento de que somos unos pescadores incapaces de hacer obras de vida eterna y, en segundo lugar, el poder de Dios que actúa haciendo posible lo imposible. Ciertamente es imposible que un pecador transforme su vida pero, por la fuerza del Espíritu Santo y la apertura generosa de su corazón, las cosas que nos son imposibles, el Señor las hace posible.

Hagamos como María. Digámosle si son Señor. De hacerlo así, viviremos las maravillas de Dios

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.