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Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres

Dios lo ha creado todo y lo gobierna todo. Todas las cosas le obedecen y están sometidas a su voluntad. Es por eso que nuestro Señor levanta del abismo, saca al pobre de la angustía y nos libra de todo mal. ¡Cuántos bienes nos ha regalado el Señor!

El tiempo de navidad es para vivir alegres y sin temor. Es para tener la seguridad de que nuestra vida,muchas veces estéril de buenas obras, puede convertirse en un verdadera fuente de agua capaz de saciar la sed de amor y perdón que todos tenemos.

¡No temas! Dios está con nosotros siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,5-25): Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo».

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres».

Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres

Existen personas que basan su experiencia de Fe en la práctica piadosa de prácticas externas. Es cierto que es algo bueno y saludable mantener esta relación con Dios desde la práctica religiosa. Sin embargo, Dios quiere siempre llevarnos a un nivel más profundo y sincero de relación con Él.

Zacarías e Isabel son imagen de todo cristiano practicante, pero que tiene algún tipo de “oprobio” o sufrimiento que les hace dudar del amor de Dios. Muchos creemos en Dios pero no en sus milagros. Asistimos a misa pero no pensamos en Dios que se hace cercano y tiene poder de salvarnos. ¡Todos necesitamos vivir una experiencia profunda de Dios!

En estos tiempos de Navidad pidamos año Señor que nos envíe un ángel que nos haga ver su amor y poder salvífico. La Navidad es para que él mismos Dios nazca en nuestros corazones. ¡Alegría hermanos! ¡Jesús nacerá en nuestros corazones y nos salvará!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,5-25): Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo».

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres».

Proclama mi alma la grandeza del Señor 

¿Cuál es la grandeza de Dios? Que ama al pecador, al débil, al enemigo. Si mis queridos hermanos, Dios ha mostrado en Cristo su naturaleza divina qué consiste, como dice el evangelio, en hacer salir su sol sobre justos e injustos, sobre buenos y malos. ¡Oh admirable misterio! 

Maria, siendo su criatura, por misericordia del mismo Dios pasó a ser madre de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. ¡Oh admirable misterio!

Pues esta virgen María, madre Jesús y madre nuestra, testigo de la crucifixión, siempre ha estado y está con su hijo, tanto en la muerte como en su resurrección. ¿Por qué no creer que el hijo quiera tener a su madre siempre cerca? ¡Oh admirable misterio!

Este misterio nos revela una gran verdad. El mismo Dios que ha hecho tantas maravillas en la siempre Virgen María, quiere también hacer lo mismo con cada uno de nosotros. ¡Oh admirable misterio! El misterio de nuestra salvación.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

No temas

La vida está llena de peligros, frustraciones y sufrimientos. Es verdad que también hay alegrías y bendiciones, más sin embargo, existen momentos en los que nos viene la duda y la decepción. Las escrituras están llenas de personajes que encarnan dicha realidad. Uno de ellos es Zacarías.
Zacarías era un hombre de Dios a quien se le aparece en Angel del Señor y le anuncia algo humanamente imposible: que tendría un hijo que sería precursor del mesías esperado. Esto es algo que sobresalta a cualquiera. Este hombre, que lo había probado todo para ser feliz y tener razones de alegría, nunca lo había podido lograr. Resulta, que la final de sus días, contra toda esperanza, Dios le concedió lo que tanto anhelaba y así lo convirtió en instrumento de salvación para todos y todas.

Hermanos y hermanas. Hoy es el día en que nuestro Dios quiere hacer lo mismo con nosotros. Nunca dudes de esto. Siempre tengamos abierto nuestro corazón a la voluntad de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,5-25): Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. 
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». 
Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo». 
El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres».

Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios

Estamos en espera de celebrar la solemnidad del nacimiento de Jesús nuestro Señor. Su encarnación humilde nos llama a despertar la esperanza y la alegría. Estamos en tiempo donde está “prohibido” estar triste. ¡Ánimo!

¿Qué significa celebrar hoy el nacimiento del Enmanuel? Pues que debemos hoy bendecir a Dios por TODO lo que nos ha permitido vivir en esta año. Dios es ciertamente bueno con nosotros.

Zacarías, el papá de Juan el Bautista, en un momento dudó de la misericordia y poder de Dios. Pensó que ser viejo y estéril era un impedimento para hacer la voluntad de Dios. Al momento de su duda quedó mudo como un símbolo de que no alababa a Dios con su actitud. 

La Navidad es tiempo de bendecir. Hablemos bien de Dios para poder ver luego el gran poder de Dios que actúa siempre. ¡Es tiempo de bendecir! Alaba a Dios. Este año ha sido bueno. El que viene será mejor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,57-66): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues, ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios

Zacarías dudó del Señor. Pensaba que no podía hacer lo humanamente imposible. Tenía razón según los criterios de este mundo pero se equivocaba plenamente. Dios es maestro de los imposibles. El tenía que hacer esa experiencia.

Cuando una persona hace EXPERIENCIA de Dios es inevitable que transforme su vida. Zacarías se creía sabio y quedó mudo. Cuando se hizo humilde y obedeció al Señor, cambió y el mudo habló las maravillas de Dios.

Todos los que están leyendo esto seguro que han hecho la misma experiencia. Dios ha actuado en nuestras vidas donde no teníamos esperanza ni expectativas de mejorar, y ¿qué pasó? Que podemos bendecir a Dios y nos hemos constituido testigos de su amor y poder.

¿Para qué es la navidad? Es cierto que para celebrar el nacimiento de Jesús pero también para proclamar las maravillas de Dios. Aprovechemos este tiempo para BENDECIR! Para celebrar lo que bueno que ha sido Dios en este año.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,57-66): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues, ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.