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El que cree en el Hijo tiene vida eterna

Dios ha querido revelarse a toda la humanidad mediante tu Hijo. ¿Qué podemos ver de Dios Padre en Jesús? La naturaleza divina.

Los seres humanos experimentamos día a día el cansancio de vivir. Estamos en un sin fin de actividades que agitan y nos hacen pensar que la existencia debería ser algo más. Es por eso que con el tiempo de ocio queremos hacer siempre cosas extraordinarias. Llenar nuestro tiempo de actividades que nos permiten “disfrutar” un poco del gozo de vivir.

La clave en este tiempo de Resurrección es acoger a Jesús Vivo en nuestro corazones y así participar de la vida eterna que él nos ofrece. ¿Cómo se logra esto? Pues pídeselo al Señor. Pídele humildemente que te permita vivir aquí en la tierra un pedacito del Cielo. Él te escuchará.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,31-36): El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

¡Ánimo!: yo he vencido al mundo

Cuando la escritura se refiere al mundo de habla de nuestra existencia física. Esto quiere decir que Dios nos llama a una vocación espiritual que se debe vivir en un mundo físico. ¿Qué tenenemos que hacer con respecto a esto?

Vivir es enfrentar las situaciones que se presentan en nuestra vida. Las enfermedades, el cansancio, las humillaciones y situaciones contrarias a nuestro querer son comunes en la vida de cualquier ser humano. La existencia humana está marcada por diversas situaciones que nos llevan al desánimo o a la duda.

Buscamos en la religión refugio. Pensamos que teniendo mediante devociones a Dios de nuestro lado podemos evitar lo inevitable. La vida es eso. Lo que Dios ha querido que sea.

Jesús, nuestro Señor, ha dicho que ¡ÁNIMO! Que es verdad que tendrás pruebas pero que él HA VENCIDO AL MUNDO. Confía en Él. Nada malo pasará. Para los que confían en el Señor TODO obra para bien. 

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 16,29-33): En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

El que come mi pan ha alzado contra mí su talón

A pesar de que estamos en fiesta todavía ya que seguimos en la cincuentena pascual es importante recordar un punto importante del misterio pascual: no hay resurrección si no hay pasión.

Todos los seres humanos nos resistimos al sufrimiento. Nos hacemos la imagen de una felicidad plena lograda a través de la ausencia de sufrimiento. Jesús nunca propuso eso. Todo lo contrario. Jesús hizo “glorioso” el sufrimiento dándole sentido en su muerte de cruz. Ilumino algo muy profundo de la vida humana. Nos hizo entender que vivir el sufrimiento desde la Fe nos hace resucitar.

Entrar en las dificultades del matrimonio, la educación de los hijos, las relaciones con vecinos y amigos desde la Fe es aceptar que siempre tendremos dificultades y problemas pero que siempre el Señor nos librará de la muerte.

Acojamos a Jesús plenamente en nuestra vida. Esto significa hoy aceptar nuestra historia de vida con todo lo que Dios a permitido. Vivamos en una nueva dimensión. Vivamos en la Fe de aquel que nos ama y nos libra de todos nuestros pecados.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».

El Hijo da la vida a los que quiere

La iglesia está viviendo en este tiempo la cuaresma. Podríamos decir que estamos en la “hora” de Dios. Es un tiempo oportuno de conversión y de reencuentro con nuestro Padre Dios.

La voluntad de Dios no es que nos quedemos en el ayuno, oración y limosna como práctica cuaresmal ascética. La cuaresma es muy bonita pero mucho más importante es su finalidad. La cuaresma está en función de la Pascua. El querer de Dios es que TODOS tengamos vida en abundancia.

Hermanos y hermanas. ¡La gran noticia es que Dios quiere resucitarte! Alégrate, porque este misterio que debe darse todos los días lo vamos a celebrar en breve. Nunca te desanimes.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 5,17-30):En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. 


Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 


»En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado».