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María ha elegido la parte buena

¿Cuál es la “parte buena” a la que hace referencia el Señor en el evangelio?

En la escritura hay dos hermanas que tienen dos actitudes distintas a la hora de relacionarse con el mundo y con Jesús. Una de ellas está muy atareada con las del día a día. Se parece a nosotros que estamos en un afán constante. La otra, sin embargo, está atenta a Jesús. El señor aprovech para dar una catequesis. Dice que lo mejor es la oración, es decir, que debemos estar siempre en una oración constante sabiendo que Dios está presente o guía nuestra vida.

Es importante tener una vida de oración. Experimentar una cercanía constante con nuestro Señor. De ahí nos viene la vida. No hay otro camino. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende

La semilla es imagen de la palabra de Dios que busca una buena tierra donde ser sembrada y dar el correspondiente fruto. Todos estamos llamado a ser buena tierra y dar frutos en la medida de nuestras capacidades y disposiciones.

¿Qué podemos hacer para que nuestro corazón, como tierra buena, pueda acoger con alegría la palabra y ponerla en práctica? El conuco, finca o ferramos de siembre se prepara con arados y maquinaria especializada. Se le hecha abono y se le cuida para que no pierda sus elementos nutritivos. El Señor nos regala sacramentos, comunidad, liturgias, oraciones, ayunos, limosnas; en fin, un conjunto de herramientas o ayudas que nos permiten preparar nuestra alma para recibir la palabra y que ella de frutos en nosotros.

Hagamos hoy uso de esas armas espirituales que Dios nos dio para hacer posible me nosotros el milagro de la conversión. Dios nos ama y quiere que seamos tierra buena.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,18-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».

Hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola

La vida se complica cada vez más. En la medida que los avances científicos y tecnológicos inundan el planeta, la existencia humana se llena de complicaciones, tareas y activismo crónico. ¿Qué se puede hacer en este sentido?

Jesús nos ofrece el ejemplo de dos personas que quería mucho: Marta y María. Marta es ejemplo del mundo y sus preocupaciones. La mente y el cuerpo del hombre y la mujer del siglo XXI vive ocupado de muchas cosas. Ciertamente son todas muy importantes. Pero hay algo mucho más importante. 

Dice Jesús que hay necesidad de una sola cosa, y esto es el Amor. María ha elegido contemplar el amor de Dios en su vida. Esto no quiere decir que María se fue al convento a pasar su vida en oración. Lo que significa es que ha elegido contemplar el amor de Dios en todos los detalles, grandes o pequeños, que ocurren en su vida a diario. Está continuamente a los pies del Señor, en actitud contemplativa, descubriéndole presente en todo. Dios nos llama a hacer lo mismo que María. Una sola cosa es necesaria y es contemplar el Amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

Marta, Marta, te preocupas y te agitas

Muchas cosas en el día a día nos preocupan y agobian. El trabajo, los problemas familiares, los estudios y tantas situaciones hacen que enfrentar los desafíos diarios sea en algunas ocasiones difícil. ¿Qué dice Jesús respecto a eso?

El Señor nos dice que hay dos formas de enfrentar la vida. Por un lado, puedes estar enfocado en esas cosas diarias. Te consume la inmediatez de la vida y no te das cuenta de los detalles importantes que perdemos por estar atento a tantas cosas.

Son embargo, existe una manera superior de vivir. Puedes estar contemplando las maravillas de Dios en todo. Las amistad, tus padres, tus hijos, el sol que amanece y hasta los problemas se convierten en bendición cuando sabemos descubrir en ellos la presencia y voluntad de Dios. 

Contemplar el amor de Dios es vivir de una forma plena y maravillosa. Hazlo hoy y experimentarás la diferencia. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».