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Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron

La llamada Jesús debió ser poderosa. Abordaba a sus elegidos, los llamaba y ellos se iban con Él. ¿Qué tiene Jesús que hacía que las personas dejaran todo para seguirle?

Precisamente el Señor era la fuente y fin de ese cambio radical de vida. Lo que ofrecía lo daba. Su entrada en la vida de persona causaba y causa un terremoto. ¿Alguna vez has experimentado algo así?

Nuestro Jesús quiere tu felicidad hoy. Él quiere que vivamos una vida nueva. Nuestro Señor reconoce que trabajar y tener proyectos personales es algo bueno. Él quiere que tu trabajo y tus temas tengan trascendencia. Que tengan la fuerza y certeza de que lo que hacemos sucede porque forma parte fundamental del proyecto de Dios. 

Leer:

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Jesús se fue al monte a orar

El Señor hizo mucho milagros. Realizó innumerables señales y prodigios. En muchas ocasiones obraba por medio de sus apóstoles o discípulos más cercanos. Los eligió para que lo acompañara en su misión. ¿De donde le ha venido toda esta fuerza?

Si hay un hábito o costumbre, si se puede decir así, que el Señor tenía era orar. Jesús estaba en constante oración. En momentos importantes se retiraba a un lugar solitario para orar a solas con Dios. Esa era su costumbre, necesidad y secreto. De ahí le venía la fuerza en los momentos claves de su vida. Oró al elegir los apóstoles, lo hizo también al momento de sanar a muchos y también desde la cruz.

Dios quiere que tengamos este mismo espíritu. ¿Cómo podemos enfrentar las situaciones y problemas de día a día? Mediante la oración. Esta es el arma y el oficio propio de un cristiano. Por favor, oremos sin cesar para que así podamos tener al mismo Cristo dentro de nosotros.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca

Jesús camino el mundo anunciando el Reino de los Cielos. Su misión era llevar sanación y paz a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Esto no lo hizo solo. Eligió a unos apóstoles y los envió dándole el mismo poder que el demostró.

También hoy nosotros estamos llamados a ser los apóstoles de Cristo. Contamos con el Espíritu Santo y tenemos la misión de hacer presente a Jesús en medio de los ambientes que nos tocan vivir. 

¿Están cumpliendo con tu misión? Ha llegado el momento de que seas consciente de esta realidad. ¡Ánimo! Dios te llama y quiere darte la vida. Para eso Ponte al servicio de los demás.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,1-7): En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos

Jesús, nuestro Señor y Mesías, fue enviado a la tierra con una misión muy concreta: salvarnos. Dios en su inmensa misericordia nos envió a su hijo para que en Él pudiéramos alcanzar salvación y perdón. 

El Señor no hizo este trabajo solo. Después de transformar la vida de sus más cercanos los envió a predicar y así participar también de su misión.

Hoy el Señor también nos envía a nuestra familia, amigos, compañeros y todos aquellos que encontremos en nuestro camino. ¡Ánimo! Sonó enviados por Jesús con su poder y espíritu.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,7-13): En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él

La llamada de Jesús se hace hoy presente en medio de nuestras vidas. Hoy, una vez más, el Señor nos llama a la misión como lo hizo hace dos mil años con sus apóstoles. ¿Cómo es esto posible?

El mundo en general y nosotros en particular necesitamos de una presencia más viva de Dios. Esto se hace con palabras y obras. Así como los apóstoles fueron llamados a compartir la misión de Jesús y fueron enviados así somos nosotros invitados a dar la vida por esta generación. 

Hagamos presente el espíritu cristiano en nuestra familia, trabajo, barrio y en todos los ambientes que nos toque vivir. Hoy más que nunca el mundo necesita de un cristianismo amoroso, misericordioso y cercano. Hoy más que nunca las personas necesitan de ti, del amor de Dios vivo en ti.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

Salía de Él una fuerza que sanaba a todos

Jesús oraba intensamente y en todo tiempo. Cuando se enfrentó al reto de elegir a sus apóstoles o círculo más cercano lo puso en oración. Pasó la noche en el monte orando estando en comunión con su Padre Dios. ¿De dónde le venía la fuerza a Jesús? De la oración.

Los apóstoles, luego de ser elegidos, son enviados a hacer lo mismo que hizo Jesús: predicar y sanar. Fueron enviados a todas las naciones de la tierra a predicar que el reino de los cielos había llegado ya y que se manifestaba en la curación del cuerpo y del alma de todos lo que acogían en su corazón el mensaje de salvación. ¿Con qué fuerza hicieron los apóstoles este ministerio? Con la fuerza de la oración.

Hoy el Señor nos envía al mundo con la misma misión y nos invita, con su ejemplo, a apoyarnos en la misma fuerza: la oración. ¡Nunca dejes de orar! Esa es la fuerza misma de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador

Siempre me ha impresionado escuchar el decálogo de alcohólicos anónimos. En su primer principio está “reconocer que tienen un problema”. Pareciera que lo más difícil para alguien que padece algún vicio o adicción es reconocer que lo tiene. Esa es la mayor de todas las dificultades.

En la base de todo conflicto o malestar está nuestra incapacidad de reconocer nuestra contribución al problema, es decir, que somos también culpables o responsables. Tendemos siempre a excusarnos y defendernos.

Debemos hoy en primer lugar reconocernos pecadores para que también hoy podamos valorar la maravillosa elección que Dios ha hecho en nuestra vida.

Somos elegidos por Dios no por nuestras virtudes. Su misericordia es inmensa y eso nos hace merecedores de su amor. Disfrutemos hoy de la misericordia de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,1-11): En aquel tiempo, estaba Jesús a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. 
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Se pasó la noche en la oración de Dios

En nuestra vida tenemos que tomar decisiones importantes. Existen momentos de especial relevancia, como elegir la carrera profesional que se piensa realizar, decidir si mudarse o no, casarse, elegir el colegio donde mandáremos a nuestros hijos; en fin, son muchas las opciones en la vida que debemos de seleccionar y que tienen gran impacto en nuestra vida. ¿Qué nos ayuda en estos tan importantes momentos?

Jesús siempre ha orado en los acontecimientos de mayor trascendencia. Ha orado en el momento de elegir a los apóstoles, a la hora de entrar en la pasión y desde la cruz. Él nos ha dado ejemplo de como podemos hacer uso de la oración pidiendo el discernimiento necesario para actuar con sabiduría y cumpliendo la voluntad de Dios.

La oración no es un mero acto religioso o de devoción que nos hace sentir bien con nosotros mismos y edifica nuestro “ego espiritual”. La oración es el encuentro personal con nuestro Señor que nos hace estar dispuestos a obrar según su voluntad.

Oremos como han orado los grandes hombres y mujeres de las escrituras. Oremos como los santos y santas de todos los tiempos. Oremos como Jesús, que siempre busco entrar en la voluntad de nuestro Padre Dios amoroso y misericordioso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel

Entre los discípulos de Jesús había hombres (y mujeres) de todo tipo. Funcionarios públicos, personas de otras creencias, pobres “obreros” de la pesca; en fin, una variedad de pecadores y necesitados.

A todos transformó y dio poder! ¿Que tipo de poder? El más grande de todos… Predicar el evangelio.

Anunciar la buena noticia es lo más grande que se puede hacer porque tiene el poder de cambiarle la vida a las personas, transformar su corazón de piedra en uno de carne. Un milagro espiritual maravilloso!

También nosotros necesitamos que se nos transforme, se nos cambie, se nos libere de demonios, se nos ame y se nos predique el Amor.

Nosotros somos esa “casa de Israel”. ¡Esto es interesante! Los que están en la “casa de Israel” eran judíos que se suponía cumplían con ley.

Nosotros somos hoy esa “casa de Israel” que necesita que se le predique, se le quiera, se le ame! Benditos apóstoles (catequistas) que han hecho, hacen y quieren seguir haciendo esta labor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,1-7): En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».