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¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación?

Vivimos en tiempos muy extraños. La sociedad ha cambiado radicalmente su base de valores y principios. Los hombres y mujeres de este tiempo andan ocupados en cosas superficiales de la vida y pocos se dedican a desarrollar el espíritu. ¿Cómo podemos mejorar esta situación?

Dios nos invita a volver a su casa. El Señor nos llama a reconocer que la vida se encuentra en hacer siempre su voluntad. La vida en el espíritu es el único camino que conduce a la felicidad verdadera. Decidamos, con firmeza, en lo profundo de nuestro corazón seguir a Jesús.

En definitiva, no dejamos pasar la oportunidad de acoger al Señor en nuestro corazón. Bendigamos continuamente la presencia de su amor en nuestras vidas. ¡Proclamemos constantemente las maravillas de la gracia y misericordia de Dios! Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis llorado’. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: ‘Demonio tiene’. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos».

La generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham

Dios nos quiere hacer sus hijos. Jesucristo n quiere nacer en nuestro corazones para dando su espíritu constituirnos en hijos de Dios. La buena noticia consiste en que por gracia divina podemos tener filiación con Dios.

Jesús se encarnó. Asumió nuestra condición precaria. Nos amó hasta el extremo de hacerse uno como nosotros para que mediante su pasión y resurrección hacernos partícipes de su misma naturaleza.

¡Vivamos alegres! Dentro de poco celebraremos una vez más el nacimiento de Jesús y también nuestro renacimiento en el Señor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,1-17): Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás

La señal que nos muestra el amor de Dios es Jesucristo que muere y resucita por todos nosotros. La buena noticia es que la muerte ha sido vencida. Qué podemos experimentar una vida nueva gracias a la misericordia de nuestro Dios.

En innumerables momentos nos cerramos a la acción Dios. Buscamos al Señor donde no está. Nos perdemos en medio de tantas preocupaciones diarias. ¡Cambiemos de actitud! ¡Que nuestro anhelo sea solamente el Señor! ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos

Dios tiene muchas maneras para poner en evidencia nuestras verdaderas y profundas intenciones. Nos da una palabra que podemos cumplir y observa cómo nos excusamos o evadimos el verdadero sentido de la palabra divina.

La palabra dice que amemos a Dios con todo el corazón y pensamos que es otra cosa. Se nos invita a amar a los enemigos y decimos que somos incapaces de hacerlo. La palabra nos ilumina nuestros pecados y nadie puede corregirnos dejando en claro que no nos creemos nada y tenemos una falsa humildad.

Pidamos a Dios la sabiduría para dejarnos iluminar por la palabra de Dios. Tengamos la gracia de bendecir a Dios y acoger con humildad su palabra. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis llorado’. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: ‘Demonio tiene’. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos».

Pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás

Los avances científicos y tecnológicos han moldeado la mentalidad de los seres humanos en este tiempo. Los inteligentes de este mundo siempre piden evidencias o demostraciones de la existencia de lo que no pueden ver. Hay una “cultura” que rechaza automáticamente todo lo que debe creerse por fe. Los sistemas de creencias religiosas están en crisis.

Jesucristo no nos invita a una Fe ciega. De hecho, nos dice que nos da una señal para creer… la misma es la señal de Jonás. ¿En qué consiste? Bueno, que alguien estuvo tres días en el vientre de una ballena y salió vivo de ese trance.

Jesucristo sufrió, murió y resucitó por nosotros. La señal que nos salva de todo pecado y muerte es la de la resurrección. Esta señal consiste en que hoy podemos experimentar el amor de Dios y resucitar con Jesús para una nueva vida. ¿Te lo crees? Si es así, podrás experimentar la felicidad más grande que se pueda tener en este mundo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

La señal de Jonás

Jonás es una figura bíblica que hace referencia a Jesucristo. Fue enviado a dar una palabra de parte de Dios y se resistió a hacerlo. Una gran pez de lo tragó y duró tres días en el vientre de aquel animal.

Jesús, que estuvo tres días en el trance de la pasión, salió de lo profundo del infierno y con su victoria sobre la muerte, nos introduce a todos en el misterio de la pascua. ¡Esa es la señal que Dios nos regala en Jesucristo! ¡La resurrección de nuestro Señor! ¡Su victoria sobre todas nuestras muertes!

La cuaresma es un tiempo para dar muerte a nuestro ser viejo con todas sus pasiones y así poder resurgir de las aguas bautismales con una nueva naturaleza. ¡Alégrate! ¡Ten Fe! Dios te ama y nunc te dejará solo. Te da la señal de Jonás. Bendiciones.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

¿Por qué esta generación pide una señal?

Es propio de la naturaleza humana pedir demostración o pruebas de las cosas. Por ejemplo, si alguien dice quererte, lo normal es que le pidamos que lo demuestre con hechos. El tema es que a veces, las señales son evidentes, pero por alguna razón no las vemos o no las interpretamos como deben entenderse.

Algunas personas en tiempos de Jesús no entendían las señales que hacia el Señor. ¿Qué les impedía ver lo enviente? Que estaban en sus propios esquemas. Miraban a Jesús como una persona extraña que hacía cosas fuera de toda lógica. No estaban abiertos a la voluntad de Dios.

A nosotros nos puede pasar lo mismo. Pedimos al Señor que nos haga milagros que no están en el plan de Dios. Queremos que Él se someta a nuestros esquemas y formas de entender la vida. Somos ciegos y no vemos las cosas evidentes. No nos damos cuenta que la verdadera señal que Jesús dará en la victoria sobre nuestras muertes a través de su muerte en la cruz y su resurrección gloriosa. Este es el gran milagro, la gran señal que Jesús hará en nuestras vidas: que participemos de su resurrección. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 8,11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.

¿Pero, con quién compararé a esta generación?

En todas las épocas hay un llamado constante a conversión. Cada generación tiene sus particulares. ¿En qué estamos en estos tiempos?

En el mundo en que vivimos estamos enfrentando un enfriamiento del sentido espiritual de la vida. Todos están enfocados en el consumismo. Parece que el éxito y la felicidad consiste en lo que se tiene y no en lo que se es. Las personas de esta generación parece que no les interesa el mensaje de salvación. Están tan enfocados en el día a día que pierden el sentido de lo celeste, espiritual y trascendental. Frente a este escenario, ¿a qué nos llama el Señor?

Abrir nuestro corazón al mensaje de alegría y salvación. El camino de Dios es el sendero de la felicidad plena y la firma de vivir la vida como debe ser. Hoy en undis oportuno para dar importancia a lo que realmente la tiene. ¡Animo! Vivir alegres que el Señor está cerca.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,13-19): En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Maestro, queremos ver una señal hecha por ti

La señal que muestra Dios en Cristo es la del amor. No hay otra. Lo más maravilloso y grande que puede haber es precisamente que Dios nos ama cuando hemos sido malvados y pecadores.

La generación en la que vivió Jesús le pedía señales pero según sus criterios. No tenían Fe. Solo buscaban satisfacer su curiosidad o comprobar mediante medíos o formas no adecuadas la misión del Señor.

Jesús no vino ha hacernos milagritos, aunque sí los puede hacer. Ciertamente muchas veces nos acercamos al Señor y lo que queremos es que nos resuelva nuestros problemas particulares y pensamos que solo así nos podemos creer. 

La señal que Él realiza en nosotros es la victoria sobre nuestro pecados. Nos hace participar de su resurrección. ¡Ánimo!
Leer:

Texto del Evangelio (Mt 12,38-42): En aquel tiempo, le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti». Mas Él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón».

Generación de Jesucristo

En tiempos de nuestros padres, hoy no tanto, se le daba mucha importancia a la familia que pertenecía una persona. Cuando una muchacha presentaba a su padre un pretendiente inmediatamente le pregunta por su apellido si era familia de fulano o sutano. Era una forma de verificar si una persona era de buena familia. Eso daba garantía de que probablemente esa individuo sería también como su familia.

En el caso de Jesús los evangelios muestran el linaje de Jesús. En esa lista de generaciones y generaciones se confirma que Dios ha querido hacer nacer a Jesús en una familia verdaderamente apegada a la voluntad de Dios. Su linaje está lleno de personas y figuras bíblicas de renombre por su santidad y obediencia a Dios.

Hoy más que nunca tenemos que construir familias verdaderamente apoyadas en Dios. Procuremos darle a nuestros hijos una familia como la que ha tenido Jesús.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,1-17): Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. 
David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. 
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.