Vivimos en tiempos muy extraños. La sociedad ha cambiado radicalmente su base de valores y principios. Los hombres y mujeres de este tiempo andan ocupados en cosas superficiales de la vida y pocos se dedican a desarrollar el espíritu. ¿Cómo podemos mejorar esta situación?
Dios nos invita a volver a su casa. El Señor nos llama a reconocer que la vida se encuentra en hacer siempre su voluntad. La vida en el espíritu es el único camino que conduce a la felicidad verdadera. Decidamos, con firmeza, en lo profundo de nuestro corazón seguir a Jesús.
En definitiva, no dejamos pasar la oportunidad de acoger al Señor en nuestro corazón. Bendigamos continuamente la presencia de su amor en nuestras vidas. ¡Proclamemos constantemente las maravillas de la gracia y misericordia de Dios! Amén.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis llorado’. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: ‘Demonio tiene’. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos».