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Venid y lo veréis

Juan Bautista señalaba a Jesús como el Mesías. Decía que el Señor era el cordero de Dios que venía a quitar el pecado del mundo. Invitaba a sus discípulos a seguirle. Ellos fueron detrás de Él. Le preguntaban dónde vivía. Jesús de lo mostró.

¿Donde vive Jesús? Jesús habita en el corazón de aquellos que quieren hacer la voluntad de Dios. Su casa es el interior de los que renuncian a todo lo que tiene para poner su confianza en las cosas de arriba no en las de la tierra. Su morada es el alma de los hombres y mujeres que desean ardientemente la felicidad que solo Jesús puede ofrecer.

Hoy es un buen día para decirle al Señor que Si. Hoy es un excelente momento para seguir y vivir donde vive Cristo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,35-42): En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir, “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.

Para que los que entren vean la luz

Todos los días tenemos la oportunidad de descubrir la presencia de Dios en todas las cosas creadas. La gran dificultad que enfrentamos a diario es que el ritmo acelerado de nuestra existencia nos hace estar enfocados en un activismo sin fin. Nos perdemos, sin quererlo, la belleza de vivir en nuestro mundo interior y descubrir la hermosura de la vida.

El Señor vino a nuestra vida para mostrarnos el camino de luz y paz. En la sudo la luz que ilumina la existencia de toda la creación, especialmente, los días de nuestro pasar por este mundo. ¿Puede alguien rechazar la luz que nos trae Cristo?

Ciertamente, muchas veces, porque vivir en la luz supone dejar el pecado y ser humildes, nos acomodamos en nuestras pequeñas oscuridades. Entramos en una actitud perversa con nuestro secretos y acciones que no agradan a Dios.

Hoy el Señor nos invita a vivir en la luz. Solo podemos ser felices si entramos en su misericordia y ajustamos nuestras acciones y obras a las enseñanzas de nuestro maestro. Cristo es luz y quiere iluminar nuestras vidas para siempre, ¿estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 8,16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».

Proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios

Jesús es el Señor y vino a la tierra para sanar y salvar. Si leemos los evangelios nos damos cuenta de su obra aquí en la tierra. Las personas que quedaban como ovejas sin Pastor eran reconfortadas en su amor. ¿Qué efecto tenía esto en su vida?

En el momento que aparece Dios en la vida de una persona le cambia completamente su existencia. En este proceso de transformación se produce una conexión entre el evangelizado y el que evangeliza. Un verdadero cambio de vida radical implica amar y seguir eso que te ayudo a cambiar.

Jesús nos ama. Quiere que seamos sus discípulos y además que demos testimonio de amor. Ser discípulo de Cristo es ser un testigo de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 8,1-3): En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Estar en comunión con Dios tiene un efecto muy profundo en el ser humano. Estar en comunión profunda con el Señor no es solamente creer en Él, es algo mucho más que adherirse a ciertas verdades o principios filosóficos o ideológicos.

Cuando en la Iglesia comulgamos el cuerpo y sangre de Cristo en la forma de pan y vino estamos asumiendo, entre otras cosas, la naturaleza misma de Jesús. El CRISTO está resucitado! El vive y quiere que también nosotros vivamos para siempre! Es por eso que nos da de su naturaleza para que podamos tener vida eterna. 

¿Estás dispuesto a “comulgar” el cuerpo y sangre de Cristo? Esto significa que tu estarías dispuesto a morir por los demás. Amar hasta el extremos a tu pareja, padres, hijos, amigos, compañeros de estudio o trabajo. Asumir la naturaleza de Jesús es estar dispuesto a morir para VIVIR. El que ama como Cristo nunca experimentará la muerte. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,52-59):En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

El Cristo de Dios

¿Qué significa creer que Jesús es el Cristo de Dios? Repetimos tanto que Jesús es Señor, Cristo y demás títulos, que puede ser que no nos demos cuenta de la profundidad de dichas formas de referirnos a nuestro Salvador.

Cuando proclamamos y confesamos que Jesús es el Cristo de Dios, estamos reconociendo que Él es Señor de todos y que es el camino que nos lleva a la vida. ¿Y cuál es este camino que lleva a la vida? El camino de la cruz.

Jesucristo nos salva mediante el sufrimiento y muriendo por todos nosotros. Algunos pensarán, “pero esto suena un tanto masoquista”. ¡Para nada! Jesús transforma el sufrimiento de algo aparentemente malo en algo bueno. El sufrimiento, en la fe de nuestro Señor, es redentor y santificador.

Acoger el amor de Dios en nuestros corazones es lo mejor que nos puede pasar y este amor se manifiesta de una forma admirable cuando descubrimos que Jesús ha dado la vida por nosotros cuando hemos sido malvado, pecadores y malos con Él. Este amor, hasta el extremo, nos puede transformar y hacernos verdaderos cristianos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,18-22): Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado». Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contestó: «El Cristo de Dios». Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día».

¿SE PUEDE EVANGELIZAR A TRAVÉS DE TWITTER?

Creación de la webEs una pregunta que muchos se hacen (sobretodo los conservadores…) El Papa Francisco nos ha invitado a salir a la “periferias”, al encuentro de los alejados, de aquellos que no han conocido todavía el amor de Dios. Jesús, en el pozo de Jacob salió al encuentro de la samaritana, así también nosotros es importante que salgamos al encuentro de los seres humanos de nuestro tiempo, de esta Sociedad de la Información y del Conocimiento. Ellos habitan en un mundo digital, invierten muchas horas al día a esta conectados al Internet, es allí donde habiten.

Es obvio que una buena parte de la población pasan largas horas en el mundo “virtual” del Internet. Los informes Pew Internet hablan de que esta tendencia es cada vez mayor. Las redes sociales hoy son uno de los medios más utilizados para comunicarse, para hablar, para conocerse y entretenerse.

El Twitter nos da la posibilidad de, en tan solo 140 caracteres, transmitir el mensaje más importante que se le puede dar a una persona: QUE DIOS LE AMA!

La posibilidad que nos ofrece esta red social no debe verse con ojos moralistas. Es cierto que existe una gran preocupación por las generaciones anteriores a la era de la información y comunicación sobre este nuevo mundo hiperconectado. Pero la realidad es, que son nuevas realidades que demandan nuevos métodos y nuevas formas de estar y ser cristiano.

«El mejor líder no es el que tiene más seguidores, sino el que suscita más líderes». Este es el caso de nuestro Papa y tantos que ya están utilizando este medio como espacio idóneo de evangelización.

Ha llegado el momento de evangelizar el continente digital!