Archivo por meses: mayo 2019

Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia

La realidad es que Jesús trata a sus discípulos cooml los pastores a sus ovejas. Él nos cuida y protege de los peligros que existen en el mundo. Estos peligros son físicos pero sobre todo espirituales. Tenemos el riesgo de perdernos por los caminos del pecado.

Debemos renovar nuestra confianza en Jesús. Escuchar siempre su voz que nos invita poner nuestro corazón en las cosas de Dios. Solo Él puede ofrecernos el amor que tanto nos hace falta. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,1-10): En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.

Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

El pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo

Los cristianos participamos del banquete Pascual para entrar en comunión con nuestro Dios a través de Cristo. Es realmente maravilloso hacer conciencia del extraordinario don del cual somos partícipes todas las semanas.

El pan que baja del cielo es el mismo Jesús que con su amor los transforma todo para que así podamos amar y sentirnos amados. Este es el centro de la buena noticia de este tiempo Pascual.

Pidamos al Señor que deseemos comer siempre de este pan. Pidamos a nuestro Dios que nos conceda la gracia de hacer siempre su voluntad. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,44-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

Yo soy el pan de la vida

El alimento que conduce a la vida eterna es hacer la voluntad de Dios. El pan bajado del cielo es Jesucristo que entró en la muerte para destruir nuestra muerte y resucitó para que podamos participar con él en la vida inmortal que se nos ofrece.

Los seres humanos estamos en una preocupación constante por los bienes materiales. Necesitamos comer, beber y vestir. Nuestras necesidades físicas son muchas veces imperiosas. Pero la realidad es que todo lo que podamos tener un día perecerá. En este mundo no hay nada seguro. Todo pasa o se muda.

Es por eso que la buena noticia es que Jesús nos ofrece una forma diferente de vivir la vida. Nos muestra el camino de la vida eterna. Nos enseña a hacer uso prudente de las cosas materiales para luego vivir la vida en función del cielo, de las cosas eternas.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,35-40): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».

Yo soy el pan de la vida

La vida nos viene de Dios. Él sacia toda nuestra hambre y toda nuestra sed. Hambre y sed de amor, justicia y perdón. En Jesús, Dios nos ha dado un alimento que nos lleva a la vida eterna. ¿Cuando podemos comer de este alimento?

La eucaristía es fuente de vida para todos. En ella podemos recargar nuestras baterías espirituales y experimentar un poco de cielo aquí es la tierra. La pascua de todos los días nos hace experimentar el amor de Dios en toda su dimension.

¡Nunca te pierdas de dicho alimento! Vayamos todos juntos al banquete del Señor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,30-35): En aquel tiempo, la gente dijo a Jesús: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe?

Cuando la palabra de Dios es proclamada busca realizarse o cumplirse en la vida concreta de cada uno de nosotros. Las enseñanzas transmitidas por Jesús a los apóstoles son las mismas que Dios quiere que aprendamos. Lo que Jesús le dijo a uno de sus discípulos también nos lo dice hoy.

En algunas circunstancias, nos cuesta reconocer la presencia de Dios en los acontecimientos que tenemos que vivir o en las personas con las que nos encontramos día a día. El Señor nos ofrece todos los días múltiples oportunidades para experimentar su presencia cercana.

Jesús nos acercó a Dios. Nos mostró con su amor y misericordia la verdadera naturaleza de Dios. Amando a Jesús, amamos al Padre Dios que en él nos ha perdonado nuestros pecados y nos ofrece una vida nueva. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,6-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

El que cree en el Hijo tiene vida eterna

Lo que ofrece Dios es vida eterna. No hay nada de maldad en lo que nuestro Señor nos ofrece a través de Jesucristo. Dios es un Dios de vivos y no de muertos.

En este tiempo pascual se nos ofrece reafirmar el gran misterio de nuestra Salvación. Dios ofreció a su único hijo como propiciación por nuestro pecados. En el Amor de Dios tenemos la oportunidad de una vida nueva. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,31-36): El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único

El Amor de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros es el centro de nuestra Fe. Dios quiere que vivamos en la luz y esto significa que debemos mantenernos en el amor de Dios siempre.

Mantenernos en el orgullo, la soberbia, la lujuria, el odio, el resentimiento y la avaricia nos hace estar en la tinieblas. Los hijos de la Luz perdonamos a nuestros enemigos, nos reconciliamos con nuestros hermanos, despreciamos los bienes de este mundo y procuramos amar hasta nuestros enemigos.

Pidamos a Dios la gracia de ser sus hijos. Solo así seremos verdaderamente felices. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,16-21): En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».