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El que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna

Hay oraciones o frases en el evangelio que pueden confundir a los oídos que no están iniciados o acostumbrados a estos temas. Por ejemplo, eso de “odiar la vida” puede sonar un tanto exagerado y fuera de lugar. Sin embargo, es una de las bases del cristianismo. 

En el mundo, mientras dure nuestra vida terrenal, tendremos muchos amores o apegos. Es decir, estaremos buscando la felicidad en muchas cosas. Por ejemplo, en el matrimonio, éxito, fama, dinero, prestigio, en fin, muchas cosas que en si mismas son buenas pero son irremediablemente pasajeras. Así mismo hermanos, en este mundo todo se muda y es más, si tenemos una relación desordenada con estas cosas podemos caer en la idolatría y en vicios raros.

El Señor Jesús, sabiendo los peligros que esto puede suponer para nuestra salud de alma y de cuerpo nos ha invitado al desapego radical. Es decir, podemos disfrutar de las cosas pero nunca poniendo nuestra seguridad en ellas. 

¡Ánimo! Que seguir a Jesús es lo más bello que podemos hacer y el siempre nos conduce a la vida eterna. No te desanimes. No temas. Él te ama muchísimo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 12,24-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará».

Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna

El gran escándalo del mundo es el sufrimiento. La muerte, el mal y el sufrimiento son realidades que el ser humano moderno no logra entender. Dicen los inteligentes de este mundo, ¿cómo puede existir un Dios bueno si permite que tengamos guerras, delincuencia y sufrimiento?

El Señor Jesús vino para iluminar la vida humana. Al entrar en la cruz, contra toda lógica, mostró que lo que para muchos es un escándalo difícil de entender, Dios lo ha hecho ocasión de salvación para todos y todas. El sufrimiento nos hace el servicio de darnos cuenta que somos criatura y que la vida nos viene de hacer la voluntad de Dios. El sufrimiento vivido desde la Fe santifica, nos hace humildes, nos hace amar en una dimensión nueva.

La cruz (sufrimiento) es parte de la vida. En este mundo, además de las alegrías, experimentamos muchas veces sudor y lágrimas. Con su ejemplo, Jesús nos muestra, que debemos vivir reconciliados con esta realidad de amor y vida. La cruz es gloriosa porque es medio de purificación y santificación para todos y todas.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

Quien pierda su vida por mí, ése la salvará

Todo ser humano tiene aspiraciones y anhelos. Nos sentimos inclinados a poner nuestras esperanzas en las cosas de este mundo. Pensamos que vivir plenamente es tener éxito económico, afectivo y sociales. Queremos tener casa, dinero, prestigio, fama y ser admirados por todos. ¿Esto satisface plenamente el alma?

En las ensañazas divinas se intenta no “satanizar” las cosas de este mundo. Lo que se trata de revelar al corazón de los hombres es que si ponemos nuestra confianza en las cosas materiales estamos engañados porque todo lo que existe pasa. 

El Señor nos invita a construir nuestra vida en lo que no perece que es el amor de Dios. Nos invita ha renunciar a toda forma de idolatría y acogernos al maravilloso plan de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,22-25): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».

No puede ser discípulo mío

Podríamos decir, en un lenguaje empresarial de nuestros días, que Jesús vende de una forma extraña lo que implica seguirle. Lo normal es que se hablen maravillas y la capacidad de solucionar todos los problemas de las personas que le sigan. No es así en el cristianismo. ¿Por qué? Precisamente porque el Señor siempre nos dice la verdad y sobre la misma construye nuestra felicidad.

Seguir a Jesús es una opción radical de vida y es en esta radicalidad donde se encuentra la felicidad más plena y eterna. Nuestra recompensa es saber que Dios lo es todo. Nuestro principio y fin. Amarle a Él con todo lo que tenemos es amar al mundo, a nuestra vida, a todos los seres humanos, nuestros cercanos y hasta a nuestros enemigos. Bendigamos a Dios por este don inmenso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. 
»Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».

Para que el mundo se salve por Él

Hoy es el día en que se celebra la cruz. Muchos se escandalizarían de este día. ¿Cómo es posible que se celebre la muerte de un justo en un madero? ¿Qué tiene de bueno que alguien sea sentenciado a muerte de cruz?

La cruz es símbolo de todo lo que nos destruye, va en contra de nuestros esquemas, nos hace sufrir o no aceptamos de nuestra vida. No hay cosa en nuestra existencia más profunda que la cruz. 

Todos los seres humanos, sin excepción, tenemos una cruz. Que quiere decir que tenemos un sufrimiento concreto, pequeño o grande, que nos hace sentirnos impotentes y a veces nos mete en duda de Fe. ¿Cuál es tu cruz hoy? ¿Cuál es el sufrimiento que tienes hoy?

La buena noticia es que este sufrimiento el Señor lo hace glorioso. El sentido del sufrimiento que tu no te has buscado, sino que ha sido Dios que lo permitido, es hacerte santo. Si, aceptar la enfermedad, vejez, humillación, temperamento de un ser querido, entre otras es una medio de purificación y crecimiento. En el mundo hay muchas personas que han encontrado en la tragedia el medio de un nivel de felicidad mas plena y profunda.

Dios nos invita hoy a entrar en nuestra historia bendiciéndole con toda el alma. Sabiendo que Él lo ha hecho todo bien y quiere que seamos felices. ¡Ánimo! La cruz es un bendición y al final siempre encontraremos la resurrección.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel

Ayer celebramos la fiesta de la “Exaltación de la santa Cruz”. Un día muy especial para toda la iglesia. La palabra que la iglesia propone hoy para todos sus fieles tiene relación con dicha celebración litúrgica. ¿Por qué?

Jesús hizo posible la salvación de todo el género humano a través de su muerte en la cruz y posterior resurrección. El madero santo fue instrumento, por decirlo de alguna manera, de redención para todos los hombres y mujeres de todas las generaciones.

La cruz, en las escrituras, es símbolo de todo lo que nos destruye, nos mata o va en contra de nuestros esquemas o personalidad. Así como en Jesús fue un “trono de gloria” sobre el que reinó, así somos invitados todos los cristianos a ver en nuestras cruces de la vida instrumentos de santificación. ¿Hoy puedes decir que tu cruz es buena o “gloriosa”?

Una enfermedad, la muerte de un ser querido, alguna deformación física, una persona que nos hace sufrir, ente otras muchas cosas, pueden ser escándalo o causa de pérdida de Fe para muchos, pero para otros pueden ser los medios que Dios utiliza para salvarnos, acercarnos a Él o llevarnos a vivir la vida de una forma más plena.

Los momentos en que he tenido mayor paz y cercanía con Dios son precisamente aquellos en los que la cruz, al igual que la virgen María, me “atravesó el alma”.

Mis queridos hermanos y hermanas. Hoy bendigan a Dios por la cruz o cruces que nos ha regalado. ¡Dios es bueno! Su amor se manifiesta de formas misteriosas pero al final siempre nos libera de la muerte y ¡nos resucita!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?

Tengo un amigo que cuando le felicito el día de su cumpleaños y le digo que Dios le bendiga mucho su respuesta siempre es la misma: “yo lo que quiero es salud y mucho dinero, dinero, dinero”. Es su manera jocosa de decirme que busca la felicidad en el éxito económico. Hay un refrán muy conocido que dice: “el dinero no da la felicidad, pero contribuye mucho a ella”. ¿Qué dice Jesús al respecto?

En la sociedad actual, el modelo de éxito y realización se basa en la posibilidad de alcanzar fama y fortuna. Ser alguien en la vida es tener un gran patrimonio económico y que el mundo sepa que tienes poder, prestigio y dinero. Poder disfrutar de los placeres de la vida (carros de lujo, casas suntuosas, viajes por todo el mundo, ropa elegante) es signo de felicidad y realización plena en esta vida.

Jesús, como siempre, rompe todos los esquemas. Nos invita a negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirle. Nos dice que “quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”. En definitiva, nos invita a la renuncia de las “cosas buenas” que tiene la vida. Expliquemos brevemente este maravilloso mensaje.

El centro del mensaje radica en que aunque todas las cosas son buenas, poner nuestra seguridad y buscar la vida en dichas cosas realmente no nos aseguran la felicidad. Tenemos casos como Justin Biever y Paris Hilton. Están en la cumbre de la fama y del dinero, pero hacen cosas que nos parecen extrañas. Con tanto poder e influencia, que sentido tiene drogarse, emborracharse, romper la ley. Algo está faltando en sus vidas. Y eso que no tienen es lo que propone Dios en Jesús.

Lo que realmente necesitamos es perder nuestra vida según el mundo y hacernos una vida según Dios. Aceptar la cruz es entrar en la historia de la vida bendiciendo por todo lo que tenemos y hacemos. Dios nos invita a vivir alegres por lo mucho o poco que materialmente podamos tener. El cristiano no busca la vida en este mundo. Vive en el mundo construyendo con sus acciones una morada en la patria definitiva de todos: el cielo.

Vivamos como verdaderos seguidores de Cristo. En la alegría que tiene el corazón de alguien que ha encontrado el tesoro más grande que se puede tener: ¡Dios!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 16,24-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino».

El que pierda su vida por mí, la encontrará

El seguimiento a un líder siempre supone muchos desafíos. Darle tu compromiso, pasión y dedicación a una causa implica desprendimiento, renuncia, trabajo y en algunas circunstancias… Sufrimiento.

¿Cuál es la propuesta de Jesús?

Este listado de condiciones y requisitos dan miedo. Tenemos a un Jesús diciendo que sí le sigues… Tendrás que amar a Dios más que tus otros “amores”, vas a sufrir decepción, te van a traicionar y vivirás enfrentamientos de todo tipo. ¿Cómo puede una persona con sentido común seguir a una persona con esta propuesta? Porque el que lo sigue… Tendrá VIDA!

La clave de la propuesta de Jesús no está en las renuncias, aceptaciones y exigencias. Eso, mis queridos hermanos y hermanas, siempre lo tendremos, con y sin Jesús. Lo que nuestro Señor nos propone es vivir todo eso desde su experiencia, desde su Fe. Eso es vivir en plenitud! Aceptar la cruz, renunciando a este mundo (tendremos todos al final que renunciar a él..) viviendo en el Amor!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Mi yugo es suave y mi carga ligera

El yugo siempre hace referencia a algo malo. Cuando en los discursos patrióticos se habla de “yugo opresor” se está relacionado el término con esclavitud, maltrato y sometimiento. Entonces, ¿cómo puede Jesús hablar de que su “yugo es suave y su carga ligera”?

El término Sabiduría significa “conocimiento profundo que se adquiere a través del estudio o de la experiencia”. En lo que se refiere al yugo podemos decir que hay dos tipos de sabiduría. El sabio o poseedor de sabiduría que no entiende el yugo, la carga… Y el sabio (según Dios) que lo tiene “iluminado”, claro, comprendido…

Dios ha “ocultado” el conocimiento de su misterio a los sabios de este mundo, y se lo ha revelado a pequeños… A aquellos que poseen la sabiduría, don Espíritu Santo.

Recuerdo cuando un experto internacional en software me hacia las siguiente preguntas “¿como puede ser Dios bueno, si permite las guerras, las enfermedades y los asesinatos?” Este “gran sabio” de la informática no entendía como puede existir “mal” en el mundo. No lo tenía “iluminado”.

El cristianismo es la única realidad mundial que si lo tiene claro. ¡Jesús nos ha hecho descansar! ¿Y donde descansa el cristiano? ¡En la cruz! En el yugo suave… En la carga ligera. Aceptar los acontecimientos que parecen ser adversos es entrar en el descanso. Aceptar que hoy alguien puede humillarnos, que podemos perder el trabajo, que las cosas no saldrán exactamente como queremos… ¡Eso es ser sabio! Eso es descansar…

Entremos en el descanso que sólo Jesús crucificado y resucitado nos puede dar. La cruz, el yugo, la carga… ¡Son ligeras! Ten sabiduría hermana y hermano mío. Dios te ama y todo lo que te pasa y puede pasarte es para tu bien. ¡Créelo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,25-30): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».