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Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver

El tiempo es de Dios. Su acción se hace presente en todos los siglos de la historia. Nuestro Señor, en un acto de amor supremo, se hizo carne en el espacio y tiempo mediante su hijo Jesucristo. Al hacerse cercano, quiso morir y resucitar para que nosotros podemos morir al pescado y vivir para Él. Esta es la experiencia de la que somos testigos.

Este descender del Señor se hace presente todos los días mediante su Espíritu. Hoy y siempre se presentarán oportunidades para que podamos experimentar su presencia amorosa. ¡Dios nos ama!

Ahora, de la misma forma en que Jesús descendió de la casa del Padre para caminar entre nosotros, así tiene que subir, retornando a la derecha del Padre y desde haya cuidarnos enviando su Espíritu Santo. No podemos ver a Jesús físicamente, pero si experimentamos su preeencia en el Espíritu.

¡Ánimo! No tengamos miedo. Un día volverá y estaremos con Él para siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 16,16-20): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».

Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa

¿Cuál es la verdad completa? Que Dios nos ama, que Dios te ama. Hemos recibido el anuncio del amor de Dios manifestado en la muerte y resurrección de Jesús. Lo hemos creído profundamente en nuestro corazón. Esto ha sido posible gracias al Espíritu Santo derramado en nuestros corazones.

Los apóstoles estaban muertos de miedo. Habían matado a su maestro y pensaban que lo mismo le iba a pasar a sus seguidores. Se ocultaban en lugares cerrados. Sin embargo, en medio de tanta confusión, apareció Jesús, les dio La Paz y les entregó un don del cielo: el Espíritu Santo. La gracia santificante que los transformó en verdaderos testigos del amor de Dios, llenos de valentía y coraje.

El Señor también hoy envía sobre nosotros su espíritu. Solo necesita un corazón dispuesto a acogerle. Pidamos al Señor que nos dé el Espíritu Santo que habitando en nuestros corazones nunca dudemos del amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».

Ahora me voy al que me envió

El mundo necesita un aliento. Desde que nos levantamos escuchamos y vemos escándalos y malas noticias. Un gran ambiente negativo se esparce en la atmósfera. ¿Quién nos salvará?

Jesús dijo que tenía que irse al Padre. Nos prometió que nos prepararía una mansión. Nos dijo que era necesario que partiera pero que no nos va a dejar solos. Que nos enviaría una ayuda. Ahí está la clave.

El Espíritu Santo es el don que viene del cielo. Es el regalo de nuestro Padre Dios que nunca está lejos. Siempre cercano. Siempre presente. Jesucristo se fue pero volverá. Él se queda entre nosotros mediante su espíritu. ¡Qué alegria saberlo!

Pidamos al Señor su ayuda y asistencia. Cristo nos ama y quiere habitar nuestros corazones mediante su espíritu. ¡Ánimo!

Leer:

Jn 16,5-11: Si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?” Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré.

Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado., de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»

Él dará testimonio de mí

Dios nunca nos deja solos. Podemos sentirnos abandonados en algún momento pero ese sentimiento no corresponde a un cristiano que sabe, por su experiencia, que el Señor está siempre presente en su vida.

Tras la muerte y resurrección de Jesús, se nos envió una ayuda adecuada, un defensor, una asistencia celestial; que fue el Espíritu Santo que funge como nuestro abogado y defensor ante los ataques del demonio. Hoy podemos decir con toda la Iglesia que no estamos solos. Tenemos la ayuda que viene de Dios. La fuerza para enfrentar todos los problemas que tendremos hoy. El Espíritu de Dios nos cuida y vivifica. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».

Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado

José, esposo de María y custodio de Jesús, obedeció en todo a Dios. Es ejemplo de santidad y justicia. Un modelo de todo cristiano, ¿Por qué? Por su dosilidad a la voluntad de Dios.

Muchos hemos sido muy necios en nuestra vida. Hemos hecho lo que nos ha dado la gana. Hemos buscado la vida en los ídolos de este mundo. Nuestros ídolos han sido el dinero, la soberbia, los afectos desordenados, y otras esclavitudes espirituales. De frente a todo esto, ¿qué nos enseña José con su ejemplo? Que a pesar de nuestra debilidades, Dios se nos ofrece con su amor y su gracia, para que podamos hacer siempre su voluntad.

La alegria perfecta es seguir el ejemplo de José. Es seguir sus huellas de justicia y santidad. Hacer siempre la voluntad de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,16.18-21.24a): Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado.

Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres

El Señor ha prometido el perdón para todos. Su misericordia es infinita y universal, ¿podría algo no ser perdonado por Dios?

Hay un pecado que no se puede perdonar y es aquel que decide conscientemente no reconocer la presencia del Espíritu Santo y su acción en la historia. Todo aquel que no reconoce al Señor se hace “reo de muerte” porque se ha cerrado a sí mismo el camino de la vida. Es por eso que lo primero para ser perdonado es abrir el corazón al Señor.

La persona que murmura contra Dios en la historia y no le reconoce, se condena a sí mismo. Si pensamos que todo está mal en la vida y que no puede existir un Dios en medio de tanto sufrimiento, es como si dijéramos que Dios sea malo y que desees el mal para los suyos. Esto es ir en contra del Espíritu Santo que todo lo hace bueno y lo santifica.

Hoy estamos llamados a reconocer el amor de Dios presente en nuestra vida. Amarle a Él y acogerle en nuestro corazón.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 3,22-30): En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios». Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo».

¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!

¡Feliz el que ha creido! Parece simple la expresión, pero así mismo es. El Señor nos ha regalado dicha porque hemos creido que lo prometido por Él en Jesucristo se cumplirá. ¿Cuáles son estas promesas?

Cuando el ángel se le aparece a Zacarías y luego a María, lo primero que dice es que aquello que ellos consideran imposible se podrá realizar. Eso es principio de dicha y felicidad en el Señor. ¿Cuántos imposibles tienes hoy?

La historia muchas veces se nos hace imposible de asumir. Son muchas las pruebas, sufrimientos y acontecimientos que nos hacen dudar e inclusive pedir explicaciones de Dios. Sin embargo, hoy el Señor nos invita a creer. ¡Dichoso el que cree! ¿En qué consiste esta creencia? Es que Dios da sentido a todo y su amor ilumina nuestras precariedades.

¡Ánimo! Que todos tengamos abundante luz en nuestras vidas y la confianza absoluta de que el Señor nos ama ciertamente.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-45): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

Desde los inicios del cristianismo, siempre se ha tenido un especial cariño a la madre de Jesús, la inmaculada virgen María. Este es un amor natural que brota de forma espontánea del corazón de todo creyente cristiano. ¿Quién no tiene especial aprecio por la madre de su Mesías y salvador?

El anuncio de arcángel Gabriel y correspondiente diálogo con María es la síntesis de toda experiencia cristiana. En primer lugar, reconocimiento de que somos unos pescadores incapaces de hacer obras de vida eterna y, en segundo lugar, el poder de Dios que actúa haciendo posible lo imposible. Ciertamente es imposible que un pecador transforme su vida pero, por la fuerza del Espíritu Santo y la apertura generosa de su corazón, las cosas que nos son imposibles, el Señor las hace posible.

Hagamos como María. Digámosle si son Señor. De hacerlo así, viviremos las maravillas de Dios

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo

Es posible que algunos días o momentos del día nos sintamos tristes o cansados del agobio del día a día. Estamos sometidos constantemente a las preocupaciones normales de la vida. ¿Cómo pagaré las deudas? ¿Cómo le daré mejores condiciones de vida a mi gente querida? ¿Por qué me pasan cosas que no me gustan o me hacen sufrir? En fin, una sería de temas que si no las aceptamos nos pueden hundir en la tristeza y angustia.

Es por eso que necesitamos la visita de Dios todos los días. Cuando el Señor se aparece a través de la oración, la liturgia o una palabra de algún profeta quedamos como llenos del Espíritu Santo. Es decir, el gozo y la alegría de sentirnos amados de Dios y experimentar que todo es bueno nos hace saltar de gozo y en entrar en la paz del Señor.

Abrir nuestro corazón a la visita de Dios es la clave de nuestro camino hacia la vida eterna ofrecida por Dios a través de la Iglesia. Este es el ejercicio espiritual diario que nos da el máximo bien: el Espíritu Santo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Os guiará hasta la verdad completa

Existe una relación perfecta entre el Padre, el hijo y el Espíritu. Es la santísima trinidad que manifiesta la extraordinaria comunión de Dios en el amor. Dios es Padre, Hijo y Espíritu.

Dios se ha ido manifestando y revelando poco a poco. Como a un recién nacido que no puede comer alimento sólido, así Dios nos da en primer lugar lo que podemos asimilar y luego nos empieza a alimentar con cosas más sustanciosas y sólidas.

Necesitamos ahora del Espíritu de Dios. Mediante Él podemos experimentar él amor de Dios, conocer la voluntad de Dios y entender el sentido de nuestros sufrimientos y pruebas de cada día. Pidamos hoy este don precioso de lo alto. ¡Venga sobre nosotros el Espíritu de Dios!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».