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¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!

Nuestra felicidad es el proyecto que quiere Dios para todos nosotros. Por eso se nos ha revelado para que podamos experimentar su amor. ¿Qué hace falta para que podamos seguir experimentándolo? Ser humildes.

El humilde es aquel que se reconoce pecador. Es aquel que siente necesidad de Dios. Es aquel que ha descubierto que sin Dios no es posible una verdadera y profunda felicidad.

Este día es una nueva oportunidad para conocer a Dios. Vivir la vida de una forma diferente. Sentir el amor de Dios siemore y así poder ser verdaderamente felices. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,21-24): En aquel momento, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

Ha puesto los ojos en la humildad de su esclava

¡Hermosa la proclamación gloriosa de María! Ella, como nadie, sabe dar testimonio del amor de Dios manifestado en Jesús para con los humildes y pobres. ¿Quién se acuerda de los menos afortunados? Solo Dios y aquellos en los que se manifiesta el amor suyoz

Los pobres, humildes, hambrientos, pequeños y despreciados pueden estar contentos. ¡El Señor viene a salvarlos! ¡Liberarles de toda dolencia y dolor. Así que ánimo! Ya se acerca la fiesta del nacimiento del Señor Jesús en nuestros corazones. ¡Bendito sea el Jesús!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,46-56): En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».

María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.

Has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes

El Señor se revela a todos los hombres y mujeres del mundo. El se hizo carne y caminó sobre la tierra para salvarnos a todos y todas. ¿Cuál es el principal impedimento para reconocer a Dios en Jesús y en nuestras vidas? Que nos creemos sabios.

Tenemos la tendencia de pasar todo por la razón. Nos creemos más sabios de Dios, ¿qué no es así? Pues porque siempre preguntas “por qué” a Dios y no “para qué” permite ciertas cosas. Dime, sinceramente, la razón por la cual siempre está mal quejándonos de como a la vida, el país, los hijos, y demás aspectos de nuestra vida. La queja, murmuración, y juicio de todo solo demuestra que pensamos que las cosas podrían diferentes según nuestros esquemas. 

Mi querido hermano y hermana. Seamos sencillos, humildes y pequeños. Dejemos nuestra vida en manos de Dios como niños que confían absolutamente en su padre. Él sabe lo que nos conviene. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,25-27): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Porque mi yugo es suave y mi carga ligera

Hemos dicho muchas veces que el sufrimiento es parte de la vida humana. No es posible vivir en esta tierra sin experimentar en algún momento momentos adversos, difíciles y que provocan dolor o angustia. En esos momentos dudamos de todo. Pensamos que Dios es algún tipo de ser injusto porque debería evitar esas cosas. Pensar así es no entender a Dios y su mensaje de amor.

Dios ha enviado a su único hijo Jesús para precisamente dar alivio y sentido al sufrimiento. Él se ha encarnado en la humildad y pobreza para mostrar que la felicidad no viene de una vida cómoda y burguesa. La vida y la alegría es fruto de la aceptación amorosa del amor de Dios y su voluntad.

Hoy tienes la oportunidad de dejar tu carga y tus sufrimientos en manos de Jesús. Él quiere que descanses en sus manos de amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».