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Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel

La Virgen María es imagen de todo cristiano. Ella nos enseña el camino que conduce a su hijo Jesucristo. No muestra la senda que nos lleva a la vida eterna.

Dicho camino no es fácil. Es por eso que Jesús nos dice que entremos por la puerta estrecha. Y más en este mundo donde los valores han cambiado tanto. Parece que llegará el momento es que pensar y actuar como cristiano será motivo de condenación.

¡Ánimo! La Virgen María sufrió las consecuencias de decirle sí a Dios. Sin embargo, si obediencia santa nos ha hecho experimentar la resurrección. Vivamos como la Virgen Maria, siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios en todo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo únicoLa

El amor de Dios es la base fundamental de toda la creación. Por amor, el Señor creó todo lo que existe y lo puso al servicio de todos nosotros. Su amor llegó a la plenitud de su manifestación en la cruz de Jesucristo, muerto y resucitado para nuestra salvación.

La cruz es símbolo de todo aquello que va en contra de nuestros esquemas y nos hace sufrir. Esta realidad puede “matar” al que no tiene fe, es decir, puede hacerle dudar del amor. En la cruz gloriosa de Jesús encontramos el sufrimiento transfigurado en instrumento de salvación. La piedra desechada por los impíos, para nosotros los creyentes, se ha constituido en piedra angular de salvación.

La cruz es símbolo de amor. Nuestro Dios ha manifestado su amor porque desde ella se perdonan todos los pecados y se asume la historia de la vida como un camino que conduce al cielo mediante la purificación de nuestra alma por medio de los acontecimientos diarios. Nunca dudemos del amor de Dios. Él nos ama infinitamente ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

Mándalo de palabra, y quede sano mi criado

La fe es un don de Dios. El Señor elige a los que quiere para mostrar al mundo su mensaje de salvación. Hemos sido afortunados al formar parte de la “muchedumbre” que sigue a Jesús. ¿De qué somos testigos? De su obra de salvación que alcanza a todos.

En tiempos de Cristo muchos le rechazaron y no le reconocieron. No creían que era el enviado de Dios para salvar al mundo entero de la esclavitud del pecado. Ellos, eligieron no creer. No sea así entre nosotros.

Creamos en la fuerza soñadora de Jesús. Tengamos fe en que su palabra tiene la fuerza de transformar corazones. No dudemos nunca de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 7,1-10): En aquel tiempo, cuando Jesús hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde Él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Éstos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».

Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».

Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.

¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?

Seamos humildes. Reconozcamos que somos seres imperfectos y siempre necesitados de ayuda divina. La condición humana nos obliga a mirar primero nuestros pecados antes de juzgar a los demás.

Tenemos una inclinación a denunciar los males que vemos en otros. A veces nos encontramos en una continua crítica hacia los demás. En el fondo, juzgamos porque nos consideramos mejores, más perfectos. Eso es siempre falso, nadie es mejor que nadie.

Repito, seamos humildes. El mundo sería un mejor lugar si todos asumiéramos que no tenemos derecho de juzgar a nadie. Jesús nos mostró en la cruz, crucificado en medio de dos ladrones, que el amor, el perdón y la misericordia son superiores a los juicios humanos. Imitemos a nuestro Señor y Salvador. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,39-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano».

Amad a vuestros enemigos

¡Qué difícil! ¿Quién ama así? El evangelio suena, algunas veces, muy duro e imposible de cumplir. Dice que amemos a los que nos hacen mal. Nos invita a bendecir a aquellos que nos maldicen. Además, como algo extremo, dice que debemos dejar que nos hagan mal. Impresionante.

Dios es aquel que ha enviado al mundo a su hijo Jesucristo para mostrar su amor. Este amor no encaja en estereotipos “Light” de cariño afectivo. El amor divino es donación radical y total. Jesús sube a la cruz para morir por todos para que a través de su obediencia puedan ser rescatados de la muerte todos los que han muerto por causa del pecado. Amar así es vivir en plenitud.

¡Atentos! No podemos, humanamente, amar así. Solo se alcanza la caridad mediante la docilidad interior a los impulsos del Espíritu Santo. Es una gracia que baja del cielo. Se da cuando Dios lo concede. Así que, apoyados en Jesús, amemos a todos, especialmente a nuestros enemigos. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,27-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.

»Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

Dios con nosotros

La generación de Jesús es el resultado de una trayectoria de santidad. Nuestro Dios ha querido hacer nacer de la santísima Virgen María al salvador del mundo entero. Ella, digna representante de su pueblo, fue humilde y solicita a la hora de acoger el anuncio del arcángel Gabriel.

Es bueno y oportuno celebrar el nacimiento de nuestra madre. Ella ha sido la puerta por la cual a entrado a nuestras vidas el mesías. Ha sido ejemplo de docilidad a la hora de cumplir la palabra de Dios. Gracias a que ella existió hemos podido celebrar, junto con ella, las maravillas de Dios.

Seamos con el Enmanuel que significa Dios con nosotros. Imitemos a Jesús que en todo obedeció a su madre y la amó tanto que nos la entregó desde la cruz para que la acogiéramos en la casa de nuestros corazones. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,1-16.18-23): Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel», que traducido significa: “Dios con nosotros”.

salía de él una fuerza que sanaba a todos

Todo cristiano, por la gracia del bautismo, es profeta, sacerdote y rey. En lo que respecta a profeta, tiene la misión de anunciar en nombre de Dios su palabra. Los profetas son personas enviadas con un encargo divino muy concreto. En toda la historia de salvación han ido preparando el canino del mesías, llamando a los pueblos a una conversión sincera.

Dios ha puesto en nuestro camino profetas. El sacerdote, el ministro, el catequista, la consagrada y hasta un amigo pueden ser verdaderos apóstoles que el Señor pone a nuestro servicio.

También nosotros estamos llamados a predicar el evangelio. Somos enviados a sanar corazones mediante la palabra es de Dios. Estamos invitados a tener siempre la disponibilidad de hacer la voluntad de Dios, que consiste en salvar al mundo entero. Dile siempre si al Señor. Pongámonos al servicio de tan importante obra. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Tú eres el Hijo de Dios

Dios envió a su único hijo para salvar a la humanidad de toda forma de esclavitud y pecado. Ante Él, toda enfermedad es curada y todo demonio es expulsado. Su poder se manifiesta de forma extraordinaria, ¿también hoy actúa entre nosotros?

Por la fe podemos reconocer en Jesús su naturaleza divina. Sus obras se manifiestan en el corazón de aquel que le acoge con sinceridad. El mal no prevalece. El bien siempre, como la luz a la oscuridad, termina venciendo.

¡No tengamos miedo! ¡Nunca dudemos del amor de Dios! No dejemos que las adversidades, males y sufrimientos eclipsen el amor divino manifestado en las obras de salvación que Jesús hace todos los días. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva

Todos tenemos una misión que cumplir. No existe un cristiano que ande por la vida sin rumbo. El Señor nos ha elegido para acompañarle en la obra de salvación que él realiza con todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Es lamentable que, a pesar de ser tan hermoso el proyecto de salvación que nuestro Señor tiene con cada uno de nosotros, podemos rechazarlo. Es decir, somos capaces de no creer en su palabra y considerar que lo que nos ofrece no tiene mérito ni sustento. Todo eso lo podemos hacer al menospreciar los instrumentos que Dios pone en nuestras vidas para ayudarnos. Vemos las debilidades de los sacerdotes, catequistas y hermanos que pensamos no son instrumentos en manos de Dios.

Miremos primero nuestra pobreza. Reconozcamos que no somos merecedores de la gracia divina. Seamos humildes y aprendamos que el Señor puede manifestarse en cualquier para a través de él darnos una palabra de vida eterna. Aprendamos a escuchar la voz de Dios en todo y en todos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 4,16-30): En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».

Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.

Sois semejantes a sepulcros blanqueados

La hipocresía es uno de los peores pecados. Los que caen en semejante error, hablan de una manera pero piensa o actúan de otra. El hipócrita es falso, doble cara y sin integridad. ¿Alguna vez has caído en la hipocresía?

¿Quién de ustedes ha hablado mal a espaldas de un conocido o amigo? ¿Quién de ustedes ha exigido a otros lo que no tiene pensado cumplir? ¿Quien de ustedes se ha considerado superior a los demás?

El hipócrita es tan falaz que niega que cometa algún error. ¡Todo lo contrario! Para este individuo todos los demás están equivocados menos él. ¿Algún parecido con alguien? Seamos humildes. Seamos cristianos. Seamos personas íntegras para vivir siempre en la verdad y así combatir la hipocresía de este mundo. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,27-32): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».