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¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz!

Paz es lo que quiere Dios. Consolación para su pueblo. Su mensaje es de salvación y alegría. Entonces, ¿por qué a veces tenemos guerra?

La guerra, entendido como enfrentamiento bélico entre dos o varios países o bandos, no es un “invento” de Dios. Nosotros, los seres humanos, con nuestros orgullos, egos y ambiciones; queremos los nuestro, lo del otro y mucho más. Nuestras debilidades nos hacen insoportables y “belicosos”.

La guerra también es símbolo de todo conflicto humano. Hay guerra en el matrimonio, en la familia, en el trabajo y hasta entre vecinos. Estamos siempre defendiendo nuestro espacio de la “invasión” de los demás. No queremos que nadie se meta en nuestros asuntos. Somos unos verdaderos individualistas.

En medio de esta descripción de nuestro pecado y debilidad, ¿puede haber alguna buena noticia? Claro! Para eso vino Jesús.

Hoy el Señor nos llama al amor, a la reconciliación y al perdón. Que no haya guerra en nuestras vidas. Que podamos vivir en paz y sobre todo, en La Paz que Dios nos quiere dar. ¡Ánimo! Abre tu corazón a la gracia de Dios que actúa de manera misteriosa en nuestras vidas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,41-44): En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».

No he venido a traer paz, sino espada

En las escrituras hay frases que escandalizan a los que no han estudiado las escrituras. Son afirmaciones que sacadas de contexto pueden ser usadas para convertir la religión en el marco de comportamientos intolerantes y violentos. Por eso es importante escrutar las escrituras con la ayuda, sobre todo, del Espíritu Santo.

Cuando el Señor habla de que no ha venido a traer paz debemos entenderlo en el contexto de que la radicalidad del evangelio hace que muchos tomen posición contraria respecto a tus creencias. Por ejemplo, si la madre de una cristiana entiende que un matrimonio en este tiempo debe tener solo dos hijos como máximo y su hija decide tener los hijos que Dios quiera, esto provoca automáticamente división entre madre e hija en el sentido que no están de acuerdo en esa práctica específica de Fe. Así podemos poner miles de ejemplos concretos que hacen que hasta familiares, parejas y amigos se dividan por causa del evangelio. Es normal, cuando alguien quiere seguir el camino de Jesús que los que no viven según los principio del evangelio no quieran tener alguna conexión con los que si vive según Dios.

¡Ánimo! Si sientes muchas veces el rechazo por causa del evangelio debes sentirte feliz porque eres luz del mundo y tarde o temprano tu fidelidad al evangelio dará buenos frutos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. 
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Os dejo la paz, mi paz os doy

 Qué maravillosa es la escritura que contiene el mensaje de nuestro Señor para nosotros. Jesús habla a sus discípulos y les da un mensaje de paz y amor.

Hoy, ¿tú corazón está turbado? ¿Te sientes preocupado o cansado? ¿Sientes que algo te falta o que tu vida podría ser mejor? En el Señor podemos encontrar descanso, paz y consuelo.

El centro del mensaje de nuestro Dios es que Él nos ama y quiere que seamos verdaderamente felices. ¡Ánimo! Ha llegado el momento de que te lo puedas creer.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,27-31a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado».

¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?

Una de las maravillas de la resurrección de Jesús es que nos hace partícipes de su victoria sobarla muerte. Leemos en las lecturas de esta semana como el Señor se les aparece a las personas y convierte su estado de tristeza, turbación y temor en alegría, gozo y paz.

Jesús nos dice siempre la misma frase: La Paz. El resucitado otorga paz y hace vivir de La Paz. Su sola presencia cambia todo. La luz de su resurrección ilumina las oscuridades de nuestras vidas.

¡Ánimo! En este tiempo es para descubrir a Jesús vivo y presente de manera real rn los sacramentos, la palabra de Dios y sobre todo en nuestros corazones.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 24,35-48): En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos. 
Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».

No temáis

La crucifixión y muerte de Jesús había sido un trauma para los discípulos. Estaban todos muertos de miedo. A pesar de esta situación de confusión y temor, las mujeres fueron al sepulcro muy temprano del primer día de la semana, demostrando así lo mucho que le querían y se encuentran con la más grande sorpresa de la historia: ¡Jesús está vivo! ¡Ha resucitado!

Es importante contemplar hoy que el Señor Jesús convierte sus temores en paz. Al resucitar comunica un espíritu de paz y calma a los testigos de su resurrección. Hoy nos quiere hacer experimentar lo mismo.

¿A qué temes hoy? ¿Tienes alguna duda hoy todavía de que Jesús no pueda ayudarte en tus problemas concretos? ¡Ánimo! ¡No temáis! El Señor lo hará. Ten Fe. ¡No dudes más!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 28,8-15): En aquel tiempo, las mujeres partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os guarde!». Y ellas se acercaron a Él, y abrazándole sus pies, le adoraron. Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». 
Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: «Decid: ‘Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos’. Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones». Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy.

He venido a prender fuego en el mundo

Algunas frases del evangelio nos escandalizan y pueden causar extrañeza. A veces nos presenta un Jesús duro e implacable. No nos gusta leer que Jesús tiró al suelo mesas o que corrijo con fuerza a fariseos, escríbas e inclusive a sus discípulos.

Jesús es amor y misericordia y sabe que nosotros muchas veces necesitamos que se nos hable con firmeza. Dejémonos de engaños. Ser cristiano es una opción radical. Estamos o no estamos en los caminos de Dios. No existen vías intermedias para vivir el evangelio. 

Nunca Dios nos llamará al desamor. Es decir, no es que nos invite a abandonar a nuestros o dejar de querer a nuestros hermanos. Lo que los quiere decir es que el afecto a las cosas y personas jamás debe superar al compromiso y amor con Dios. En algún momento, sin quererlo, muchas personas pueden ser impedimento en el camino de hacer la voluntad de Dios. El Señor siempre nos pone en alerta respecto a esta posibilidad frecuente.

¡Ánimo! Renovemos hoy nuestra Fe y hagamos un compromiso de lucha espiritual y amor divino.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,49-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

Paz a esta casa

Es impresionante la cantidad de expertos en marketing y ventas que hay en el mundo. Los hay de todos los calibres y tipos. Un amplio catálogo de personas que dicen ser una cosa y son otra. Te ofrecen el cielo aquí en la tierra con tal de sacarte dinero o aprovecharse de ti.

Jesús, para llevar su mensaje a todos los rincones de la tierra, siempre se hizo ayudar de discípulos. Los escogía con mucha seriedad y les indicaba en detalle cómo debían realizar su misión.

Lo más importante de todo era que el mensaje de encarnaba en el portador del mismo. Esa es la gran diferencia con los seudo “profetas” o vendedores de cielos terrenales que existen en nuestros días.

Los misiones o mensajeros iban sin nada, en humildad y precariedad. Llevaban consigo un mensaje de paz y sabían que con sus acciones debían demostrar que son personas de paz. Es el ejemplo que el Papa Francisco acaba de dar en su visita a Cuba y Estados Unidos de América. Lleva un mensaje de paz sin acusar ni juzgar. Si imponer o maltratar. Con humildad pide perdón y se coloca a si mismo en el último lugar. ¿Tú haces lo mismo?

Hoy Simo enviados al mundo como ovejas en medio de lobos. Mostremos a los hombre y mujeres de este tiempo la naturaleza de oveja que cuando el lobo salvaje vea nuestras acciones, creerá en Dios y será feliz.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. 
»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

Gratis lo recibisteis; dadlo gratis

Hay tantos profetas y predicadores en este tiempo que parece que en cada esquina podemos encontrarlos. Cualquier persona que lleve biblia, corán o Torah entiende que puede autoproclamarse representante de Dios aquí en la tierra. También hay algunos “neoprofetas” que intentan profetizar desde una óptica secular y con sus palabras seducen a miles de personas con una doctrina espiritual sin Dios. ¿Cómo se sabe si alguien viene de parte de Dios a tu vida?

Si un hombre y una mujer te entrega gratuitamente la buena noticia y va si por la vida sin buscar intereses personales ni su auto realización entonces estamos, quizás, en la presencia de un verdadero enviado de Dios.

Recuerden que es Dios quiene elige y para confirmar su envío hace que a estos apóstoles suyos les acompañen señales y prodigios.

Acojamos con alegría a los enviados de Dios en este día. Ellos hacen presente al Señor en nuestra vida. Nunca dejemos que pasen de largo sin que se detengan en nuestra casa y podamos recibir su paz.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».

Vosotros sois la sal de la tierra

Los hechos valen mas que las palabras. Las personas necesitan de buenos ejemplos para poder ser mejores personas. Los “ejemplos a seguir” son hombre y mujeres que se han destacado por alguna acción buena o sobresaliente. Sin alguien que nos inspire es difícil ser mejor cada día. Lo mismo sucede en la Fe.

Las escrituras están llenas de personajes. Historias y relatos cuentan los hechos de personas concretas que se han destacado por sus experiencias diversas con Dios. Ellos nos invitan a pensar que si Dios hizo una obra de salvación con ellos también puede hacerla con nosotros.

La luz no se pone debajo de la mesa. Cuando hay alguien que tiene un testimonio sincero y maravilloso de Dios es invitado a ponerlo al descubierto para que todo aquel que lo escuche o vea crea a Dios Padre.

¡Esta es la buena noticia! Mostremos al mundo la luz de Dios que ilumina nuestra vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

Os dejo la paz, mi paz os doy

Todos queremos tener paz. Nuestra vida está llena siempre de agitados momentos y acontecimientos. Vivimos en un afán diario. El trabajo, los compromisos familiares, las situaciones inesperadas que se nos presentan absorben nuestra atención y ocupan nuestra mente. Nos hacen permanecer en un estado constante de intranquilidad.

Jesús nos ofrece y nos da Paz. Esta paz no es como la que da el mundo. La Paz cristiana no significa ausencia de preocupaciones. La Paz que nos ofrece Jesús consiste que podemo estar seguros que Él jamás nos dejará solos en medio de los peligros y “tormentas” de nuestra vida.

Podemos estar tranquilos. Estemos en Paz. El Señor nunca nos deja solos. Confía en Él. Estarás siempre seguro si te apoyas en su amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,27-31a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado».