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La fiebre la dejó y ella se puso a servirles

La enfermedad y dolencia es parte de la vida diaria. Todos tenemos un conocido o ser querido que ha tenido o padece alguna afección de salud. Nosotros enfermamos y sanamos varias veces a lo largo de nuestra existencia en esta tierra.

La fiebre es muy común. Todos hemos la hemos tenido en algún momento. El evangelio lleva esto a otro nivel. Las dolencias del evangelio son signo de algo mucho más profundo.

Simón Pedro tenía la suegra con fiebre. Contrario a lo que muchos quisieran, Pedro se preocupó e hizo posible que Jesús solucionara el tema. Es interesante que se dice “y ella se puso a servirle”.

Muchos tenemos “fiebre espiritual”. Esto quiere decir que tenemos en el alma como un impedimento para servir a los demás. Estamos viviendo para nosotros mismo y nuestros temas. No pensamos en los que necesitan de nuestra ayuda en el trabajo, iglesia, familia o sector donde vivimos. Decimos “no tengo tiempo” o “que cada quien se encargue de su tema”. Con estas excusas nos cerramos al servicio.

Amar es servir y todo lo que impide que practiquemos esta forma de amar es una “enfermedad” que solo Jesús puede sanar. Pidamos al Señor que nos conceda servir amando y amar el servicio. Ese es el verdadero camino cristiano.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,29-39): En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!

La palabra de Jesús tenía fuerza y poder. Con solo un gesto o palabra cambiaba la vida de la gente. Su fama se extendió por toda la Región de aquel tiempo.

Vivimos actualmente en un mundo sin autoridad. Los jóvenes no respetan a los mayores, los mayores olvidan la tradición, las instituciones son atacadas y difamadas, se pierde el respeto a la sabiduría y al vivir bien según reglas y normas. Parece que la palabra libertad significa hacer lo que quieras con tu vida. Lamentablemente eso no conduce a nada bueno.

Jesús tenía una legitimidad inquebrantable porque encarnaba en su vida lo que su palabra predicaba. Él es la encarnación del Amor de Dios y por tanto cuando hablaba sus palabras sanaban, resucitaban y cambiaban la vida de todos aquellos que le escuchaban. Esa es la AUTORIDAD de Jesús. Amor convertido en acción. ¿Lo has experimentado en su vida?

La Iglesia, cuerpo visible de Cristo, tiene autoridad sobre nosotros y sobre los hombres y mujeres de este tiempo porque su palabra, que es en definitiva la Palabra de Dios, cambia el corazón de las personas, las hace mejores, les devuelve el sano juicio y les hace felices.

¡Ánimo! Dios te ama y quiere que tengas vida! Abre tu corazón a su palabra, a su autoridad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): Llegó Jesús a Cafarnaum y el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.

Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres

Jesús ha anunciado el Reino de Dios. Su misión es hacer presente la buena noticia de que Dios nos salva y nos quiere tanto que nos introduce en su reino de amor, paz y perdón. La misión de Jesús también es nuestra misión.

Para hacer nuestro el llamado que hizo Jesús a sus discípulos tenemos que tener disponibilidad. Cuando Padro, Santiago o Juan escuchan la llamada dejan sus “temas” y siguen a Jesús. Hacer nuestra la misión de anunciar el Reino de los Cielos hace falta renunciar a nuestros temas para seguir a Jesús y cumplir su enseñanzas y mandatos. ¿Estás dispuesto?

Todo cristiano tiene la misma llamada. Todos los cristianos estamos llamados a evangelizar. Por eso, lo mas importante para nosotros es esta misión. Abrir nuestro corazón a esta llamada es la clave de nuestra felicidad. ¡Ánimo! El Señor nos llama, ¿cuál es tu respuesta?

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,14-20): Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

¡Ánimo!, que soy yo, no temáis!

Todos tenemos momentos de “tormenta” en nuestras vidas. La enfermedad, muerte, sufrimiento propio y ajeno, son realidades que vivimos con relativa frecuencia. ¿A quien no le ha fallecido un ser querido, ha tenido un accidente o perdido un empleo? La vida es difícil y tiene sus momentos bueno y momentos malos.

En el evangelio Jesús siempre aparece en el momento que mas lo necesitamos. Es interesante observar que el no quita el sufrimiento de nuestras vidas y muchas veces parece tardar demasiado en venir en nuestra ayuda. Lo importante es saber que siempre aparece y nos salva.

¡Ánimo! Podemos estar en medio de una tormenta pero tenemos la esperanza y la seguridad que Dios nos ayuda SIEMPRE. Ten confianza.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,45-52): Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús enseguida dio prisa a sus discípulos para subir a la barca e ir por delante hacia Betsaida, mientras Él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y Él, solo, en tierra.

Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero Él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Ánimo!, que soy yo, no temáis!». Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

Dadles vosotros de comer

Jesús pasó su vida predicando, enseñando y curando a todos y todas. Su obra se centraba en el inmenso amor que nos tiene a cada uno de nosotros. NO puede ver s un débil, pecador o enfermo sin ayudarle y ponerse a su servicio. Ese es Jesús, ¿cómo debemos ser nosotros?

En el evangelio Jesús les da una misión a sus colaboradores más cercanos. Les manda “dar de comer” a la multitud hambrienta. ¿En qué consiste su hambre? Pues en la necesidad de que se “les siente en grupos de 50″ y se les de Pan y Peces, símbolo de la conformación de una comunidad cristiana que vive de la Eucaristía y los sacramentos de Dios.

La misión del que evangeliza es maravillosa. Un regalo inmenso es realizar también nosotros la misión de Jesús. ¡Ánimo al que catequiza o evangeliza (debemos ser todos), porque no hay obra más grande ser enviados por Dios a “dar de comer” a esta generación.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,34-44): En aquel tiempo, vio Jesús una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y como fuese muy tarde, se llegaron a Él sus discípulos y le dijeron: «Este lugar es desierto y la hora es ya pasada; despídelos para que vayan a las granjas y aldeas de la comarca a comprar de comer». Y Él les respondió y dijo: «Dadles vosotros de comer». Y le dijeron: «¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les contestó: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo». Y habiéndolo visto, dicen: «Cinco, y dos peces».

Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de comensales sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que sobraron de los panes y de los peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Y los sanó

Predicar, enseñar y sanar han sido el fundamento de la acción de Jesús. En Él se cumplían las palabras de Juan El Bautista: “detrás de mi viene a quien no soy digno de desatarle las correas de las sandalias”.

Jesús tiene poder de curar todas nuestras dolencias. Predica y enseña porque sabe que lo que necesitamos, más que la cura de nuestras enfermedades físicas, es una sanación interior.

Empecemos el año “sanando” nuestro corazón de los odios, envidias, rencores, idolatrías; en fin, todo lo que nos pueda separar de nuestro camino de felicidad y amor.

Pidamos al Señor que nos ayude a ser otros Cristo en la tierra. Que así como hemos sido curados podamos curar con nuestras palabras y acciones. Que nuestro testimonio de vida transforme el corazón de todos los que nos rodean.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 4,12-17.23-25): En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».

Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.

He aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos

Hoy celebramos la “Epifanía del Señor” que quiere decir la manifestación de Dios aquí en la tierra mediante la encarnación de su hijo. ¿Puede este hecho maravilloso guardar relación con nosotros? ¿Qué nos dice esta fiesta a nuestra vida concreta?

Una estrella guió a los “Reyes Magos” de Oriente a donde esta Jesús. Estos “magos” son símbolo de los sabios de este tiempo. Vienen de Oriente, símbolo del paganismo, guiados por una estrella.

Esta estrella es importante. Muchos doctores de la Iglesia han visto en esta estrella al Kerygma, a la Iglesia o a la misma Virgen María que nos llevan a Jesús. TODOS HEMOS TENIDO NUESTRA PROPIA ESTRELLA. Personas, acontecimientos y anuncios que nos han llevado a Jesús.

Nuestra salvación ha nacido humilde y es adorado por los grandes de este tiempo. La estrella nuestra la naturaleza misma de Dios. Nos enseña que Dios nos ama tanto que olmos ha regalado el don mas precioso. Hoy es día de regalos y dones. Conviene alegrarse porque Dios ha estado con nosotros y estará por siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 2,1-12): Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’».

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

En medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí

Juan el Bautista fue un hombre muy importante. Tanto así que muchos le siguieron y veneraron como un verdadero profeta. Un hombre de Dios en palabras y obras. ¿Puede él ser mas importante que Jesús?

Ciertamente el evangelio nos pone muchos personajes para que podamos inspirarnos en ellos e imitarles. Juan es uno de los más grandes porque, siendo familia de Jesús, tuvo el encargo de prepararle el camino. ¿Te sientes reflejado en esta trascendental misión?

Todos estamos llamados a ser “otros” Juan Bautista. Tenemos el encargo de parte de Dios a preparar el camino a Jesús con nuestras palabras y acciones. Por eso es importante que perdonemos, excusemos, sirvamos, prediquemos, en fin, amemos a todos los hombres y mujeres de este tiempo. Eso hizo Juan el Bautista, eso tenemos que hacer nosotros. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,19-28): Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron adonde estaba él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». El dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».

Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.