Archivo por meses: diciembre 2016

Porque mi yugo es suave y mi carga ligera

Hay momentos de ternura en las escrituras. Palabras que llenan de paz y esperanza. Mensajes del Señor que reconfortan y nos hacen sentir bien.

El Señor no quiere que estemos en angustias permanentes. Él quiere que hoy sepas que conoce muy bien tu situación y sufrimientos. Sabe por lo que estás pasando y nunca te deja solo. 

El vino al mundo para traernos descanso y reposo. Nos invita a ser humilde y no desesperar. A reconocer que necesitamos de Dios. Qué hay cosas que escapan a nuestras fuerzas o deseos pero en todo está el Señor.

¡Ánimo! No estés triste. Viene el Señor a tu vida y te libra de todas tus angustias.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

No quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Con que gran ternura nuestro Dios busca a la oveja perdida. Y es que todos hemos estado perdidos en algún momento. Todos hemos experimentado la necesidad de salvación, de ayuda, de apoyo. Dios es el que siempre nos busca cuando nos perdemos. Dios es quien nos cuida siempre.

La misericordia de Dios es infinita. Nosotros, como las ovejas, nos perdemos porque no obedecemos las órdenes de nuestro pastor Jesús. El Señor, como buen pastor, siempre está disponible para ir en nuestra búsqueda, cuando por nuestra necedad, nos alejamos del rebaño. 

¡Ánimo! Nunca te alejes del Señor. Mantente firme en el rebaño de Jesús. Siempre escuchando su voz y dejándote cuidar por Él.

Leer:

Mt 18,12-14: Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa

La enfermedad es una de las situaciones más terribles del ser humano. Existen dolencias de todo tipo. Las hay tratables pero hay otras que eón incurables. Tener salud es una de las grandes metas de todos. Pero, ¿existen otros tipos de enfermedades?

Las personas escrituras usan las dolencias físicas de las personas para mostrar o visibilizar una dolencia aún mayor: la enfermedad espiritual.

Todos hemos padecido de algún malestar espiritual. El odio, el rencor, la soberbia, el apego a las cosas materiales, entre otras, son afecciones que enferman el alma y el espíritu y nos hacen vivir en la oscuridad e infelicidad. ¿Qué médico puede curar este tipo de dolencias? Jesús.

En el Señor podemos encontrar salud para nuestro cuerpo pero sobre todo para nuestra alma. Mediante el perdón de nuestros pecados podemos iniciar una nueva etapa en nuestra vida, llena de amor y paz. Pidamos a Jesús que nos perdone y nos de salud de alma y cuerpo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,17-26): Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados». 
Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

¿Creéis que puedo hacer eso?

Los milagros físicos son un acto de misericordia de Dios. Ciertamente el Señor ve el sufrimiento y lo alivia. Pero el propósito supremo de los prodigios obrados por Jesús es suscitar en nosotros la Fe.

¿De qué nos sirve estar en la vida sano y sin ningún padecimiento si estamos perdiendo la vida y la felicidad? Ese es el centro del mensaje evangélico. Dios en Jesús viene a mostrarnos una manera más sublime de amor. Abramos nuestro corazón al Señor para que este milagro de amor se de en nosotros. 

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,27-31): Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.

No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos

Uno de los peligros en el cristianismo, o mejor dicho, para aquellos que decimos ser cristianos, es pensar que tenemos seguro el cielo. En palabras dominicanas, “pensamos que tenemos a Dios cogido por los pies”. Nada que ver.

Lo que define si realmente hacemos la voluntad de Dios y por tanto tenemos el cielo abierto y la garantía de una vida futura es poner en práctica su palabra. ¿De qué nos sirve ser catequistas, amigos del cura, de misa diaria o dominical y pertenece a una grupo de la iglesia, si no amamos a nuestros hermanos? ¿Cómo alguien pensar que es cristiano si tiene rechazo hacia alguien en el trabajo, la familia o en su ambiente? 

La verdad es que hoy nos llama el Señor a ser cristianos auténticos. Poner en práctica su palabra. Amarle por encima de todas las cosas. Esa es la clave de una mejor vida futura y la vida eterna experimentada desde aquí.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,21.24-27): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».