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Yo iré a curarle

Jesús cura. Sana todo tipo de dolencias. Sin embargo, el mayor milagro es cuando cambia nuestro corazón.

El Papa Francisco a dicho: “Navidad eres tú cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma”. Es decir, que para vivir el adviento y la navidad es fundamental nacer de nuevo. Es necesario transformar nuestros corazones para que desde la humildad saber abrir nuestro corazón a Dios.

El Señor nos ama profundamente. Quiero que seamos felices. Nos quiere bien. Pidamos a Dios que sane nuestro corazón y que Cristo habite dentro de nosotros. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,5-11): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».

Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».

Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios

¿Cuáles son los espíritus malignos que habitan dentro de tí? Es decir, ¿cuáles son tus esclavitudes y debilidades? Es importante conocerse uno mismo para saber que pedir o esperar de Jesús.

Lo que reconocemos es que Jesús tiene poder de salvarnos y curarnos. Hoy podemos experimentar la acción maravillosa de su amor mediante la palabra de Dios y los sacramentos. A través de la predicación viene el Señor a nuestras vidas. El poder sanador de Jesús se manifiesta en nuestra vida siempre. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 8,1-3): En aquel tiempo, Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

¿Quieres curarte?

Jesús lo cura todo. Es verdadera medicina de Dios. Sus milagros le hicieron famoso en muy poco tiempo. Por eso la gente le seguía. Buscaban la ayuda de Cristo para sus problemas concretos.

En este sentido también nosotros hoy podemos pedirle al Señor curación. El tema es que lo más importante es pedirle conversión. Dejar de pecar es el milagro más grande que Dios puede hacer en nosotros.

La cuaresma es tiempo de conversión, tiempo de curación. Es momento propicio para cambiar radicalmente de vida. Tenemos la oportunidad de abrir nuestro corazón al Señor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 5,1-3.5-16): Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

Si quieres, puedes limpiarme

¡Claro que quiere! ¿Lo dudas? Jesús quiere que seamos felices. Es por eso que sana todas nuestras enfermedades y cura todas nuestras heridas. ¡Claro que quiere! ¡Él quiere que te des cuenta cuanto te ama!

Algunas situaciones nos paralizan. Producen tensión, tristeza y desasosiego en nuestra vida. El ciertas situaciones nos sentimos solos y sin ningún soporte. Es por eso que ahora te anuncio una buena noticia: Dios quiere salvarte, curarte, perdonarte y amarte. Quiere que te des cuenta de su presencia en tu vida.

¡Ánimo! Hoy es una nueva oportunidad para dejarnos invadir por él Espíritu Santo para que siendo transformados podamos vivir una nueva vida en el amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».

Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.

La fiebre la dejó y ella se puso a servirles

Una de las características distintivas de la obra de Jesús es que pasaba sanado personas y expulsando de demonios. Las señales y prodigios que acompañaban al Señor en su misión confirmaban que Él era el enviado de Dios Padre para salvación del mundo entero. Por tanto, una forma de confirmar que algo viene de Dios es si transformar la realidad que impacta. ¿Jesús te ha curado alguna enfermedad o expulsado algún de demonio en tu vida?

Existen diversas enfermedades, físicas, y espirituales, que afectan al ser humano. Existen en el mundo millones de personas depresivas, sin propósito, tristes y sin una motivación para vivir. Cuando Jesús llega a la vida de una persona sana todas esas dolencias y llena de luz la vida de aquel que abre su corazón al amor de Dios. Esto quiere decir que no solo se sufren enfermedades del cuerpo, también hay graves padecimientos del Adams y espíritus. Todas las cura el Señor.

También el Señor expulsa los demonios que a veces nos mortifican. Se instalan en nuestro corazón odios, violencias, malos pensamientos y toda clase de malas influencias. De todas nos libra el Señor.

En definitiva, hoy podemos renovar una vez más nuestra apertura al amor de Dios que lo sana todo. Dios te ama y en Jesucristo manifiesta dicho amor a través de la curación y liberación. Esa es la obra de Dios en ti. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,29-39): En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Siento compasión de la gente

Se sufre mucho. Desde que nacemos hasta que morimos nos suceden cosas que consideramos buenas pero también algunas que nos hacen sufrir. Enfermedades, scontecimientos trágicos, muertes, humillaciones, carencias afectivas y materiales, en fin, una lista larga de situaciones que nos hacen sufrir, ¿qué hace Jesús al respecto?

Nuestro Señor siente compasión por nosotros. Sabe que necesitamos de Él y que en su palabra la vida tenga sentido y propósito. Es por eso que nos da de comer un alimento que sacia nuestra hambre y sed de amor. Nos muestra su misericordia perdonando nuestro pecados y dando la posibilidad de un futuro mejor.

¡Ánimo! ¡No pierdas la fe! Tenemos a un salvador que viene a transformar su vida para bien. Abre tu corazón al amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 15,29-37): En aquel tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó. De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?». Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». El mandó a la gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas.

Yo iré a curarle

El milagro físico que realiza el Señor siemore tiene un propósito claro: suscitar la Fe. Alguno pensará que el principal motivo para curar a una persona es devolverle la salud. Pero yo me pregunto, si hay tantos enfermos en el mundo, ¿Por qué Dios sana a unos pocos y no a todos? Porque más que liberar a una persona de algún mal físico, Jesús quiere que tengan vida eterna y eso se logra teniendo Fe.

En el día de hoy quizás le estás pidiendo a Dios salud o algún bien material. Piensa que Dios te ama y que todo lo que acontece en tu vida es para tu bien. En consecuencia, podrás tener padecer alguna enfermedad pero nunca dudarás del amor de Dios. Tendrás la Fe suficiente para bendecir a Dios en todo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,5-11): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».

Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».

Le impuso las manos y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios

Jesús curaba como signo externo del amor de Dios. Todos necesitamos sentir o experimentar el amor de Dios. Esto es curativo. Amar y ser amado cura toda dolencia, malestar o enfermedad.

Con el signo de la imposición de manos, de hace descender el Espíritu Santo sobre aquel que necesita sentir la presencia amorosa de nuestro Dios Padre. Eso está por encima de toda ley o precepto. No tiene nada que ver con nuestros esfuerzos o pretensiones. Dios ama gratuitamente y da a cada quien según le parece.

¡Ánimo! Vivamos del amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17): En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Salvar una vida en vez de destruirla

Debemos reconocer que para que exista una sociedad civilizada y ordenada necesitamos las leyes. El conjunto de normas y reglas brindan un servicio extraordinario a los seres humanos. Si no existiera un sistema de consecuencias viviríamos todavía en la barbarie.

Debemos procurar que los sistema legales estén siempre al servicio del bien. Las leyes deben crearse para construir paz, orden y defender la vida. Los seres humanos podemos equivocarnos y legislar en contra de esos principios. Por eso es importante reconocerlo e intentar prevenirlo.

Pongamos en práctica el ejemplo de Jesús que siempre predicó que el amor está por encima de la ley, la vida por encima de la muerte. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,6-11): Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.

Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca

Somos enviados al mundo a suscitar esperanza y alegría. Los discípulos de Cristo tenemos el deber, quizás podríamos decirlo así, de anunciar con fuerza que ya no tenemos que estar tristes o vivir sin sentido. En Cristo se ha manifestado el amor y perdón de Dios que se da gratis a todos aquellos que abren su corazón para recibirlo.

¿Cuántas personas necesitan de una palabra de aliento? ¿Cuáles son aquellos a nuestro alrededor que esperan ver en nosotros signos y obras que les ayuden a descubrir a Dios? Hermanos y hermanas, el mundo necesita de Dios y una de las maneras principales de conocerlo es a través de testigos fieles y valientes de su amor.

¡Ánimos! ¿Estás dispuesto? Estoy seguro de que sí. ¡Adelante!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».