Archivo de la etiqueta: amor

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor

El fruto que se espera de un cristiano es el amor. Por el hecho de profesar su Fe en Dios, los cristianos reconocemos que nos ama. Él nos ha amado primero, mostrando dicho amor de manera extraordinaria en al cruz de Cristo. Jesús dio la vida por todos nosotros para que podamos tener su amor en nuestros corazones y vivir para siempre. En esto consiste la resurrección: ser feliceses porque Dios nos ha amado en Cristo.

En el día de hoy, inicio de semana, es importante que reflexionemos en este gran misterio del amor de Dios. El resumen de toda ley y todos los profetas es amar. ¿Tu amas como Dios te ama? ¿Tú has dado la vida por alguien? ¿Has perdonado como Dios te ha perdonado? Responder afirmativamente estas preguntas es la clave de toda felicidad. ¡Ánimo! Dios te da la gracia para que esta llamada al amor se realice en ti.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,9-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

»Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

»No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo

Ayer escuchaba el testimonio de alguien que sufría depresión. Contaba con claridad y sinceridad como su situación le llevaba a la tristeza y al pensar lo difícil que es aceptar la voluntad de Dios, sobre todo cuando se tata de la enfermedad de algún ser querido. La historia de vida muchas veces está matizada con sufrimientos y pruebas. ¿Cuál debe ser la actitud del Cristiano de frente a esta realidad?

En el cristianismo se nos anuncia una buena noticia. Se da el testimonio mas hermosos de todos. Se nos dice qué hay uno que tiene poder de sacarnos de la muerte y llevarnos a la vida. Llevarnos de la oscuridad a la luz, pasarnos de la tristeza a la alegría verdadera que solo se puede experimentar en el encuentro personal y profundo con el amor de Dios.

¿Estás triste? ¡Ánimo! ¡Alégrate! Son pruebas que permite Dios para tu santificación. ¡Él ama! ¡Nunca lo dudes!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 16,20-23a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada».

El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante

¡Permanezcamos en su amor! Estar unidos a Cristo es estar en el amor de Dios. ¡Oh cuántas veces estamos lejos de su abrazo amoroso y misericordioso!

Estar en el amor es perdonar, excusar, hablar bien de los demás, se paciencia y comprensivo, nunca considerarse superior al prójimo; en fin, cosas muchas veces distintas a lo que hacemos todos los días. ¿Piensas que te han hecho algo malo? ¡Perdona! ¿Estás hablando mal de tu jefe o de alguien! ¡No lo haga y pide perdón! ¿Te sientes solo y que nadie te quiere? ¡Ora todos los días y hazlo bien! En definitiva, permanecer en el amor de Dios es amar como Cristo ama.

Hoy tenemos una invitación muy seria a través de la Palabra de Dios. Pon en práctica la palabra. De nada sirve leer o escuchar sin hacer. La resurrección es un hecho, no una teoría. Participemos del amor mendicante el reconocimiento profundo que debemos amar como hemos sido amados. Esa es la perfecta felicidad.

Leer:

Jn 15,1-8: El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.

A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,

y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado;

permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;

el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante;

porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,

pediréis lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?

En el mundo se imponen muchas leyes y normas. Son necesarias para una sana convivencia. También en nuestros espacios de Fe se definen una serie de precisas religiosas y normativas. ¿Es bueno vivir en medio de esta realidad de leyes y cumplimientos?

El Señor nos muestra que la verdadera forma de vivir la Fe es experimentando en nuestro corazón que estamos “con el novio”. La vida de Fe supone un acontecimiento y una experiencia de encuentro personal con Jesús que salva y transforma nuestra vida. Cuando tenemos en lo profundo de nuestro corazón la alegría de saber que Dios nos ama, todo se vuelve nuevo y maravilloso.

¡Vivamos en la fiesta! El Señor está con nosotros y transforma nuestra vida. Nos hace salir de la muerte y nos introduce en un nuevo orden de cosas. En la vida inmortal.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 2,18-22): Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.

»Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos».

A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa

Jesús hizo muchos milagros. Su poder de manifestaba de muchas maneras. Curaba, exorcizaba y hasta resucitaba muertos. ¿Cuál de todos estos milagros y prodigios era el más importante? El perdón de los pecados.

Si, el milagro moral es el más importante. ¿De qué nos sirve hablar en lenguas, hacer milagros o levitar por los aires, sino hemos experimentado el Amor?

Lo más grande que Dios nos ha dado en Jesús es su amor y perdón. Al recibir estos dones inmensos del Señor, estamos invitados a darlo a los demás. Gratis lo has recibido, darlo gratis. Si has recibido mucho amor, da mucho amor. Este es el gran milagro del Señor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,17-26): Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados».

Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

Si tu hermano peca, repréndele

Seamos sinceros, ¿cuál es nuestro comportamiento cuando vemos a alguien pecando o haciendo algo mal? Juzgarle y murmurarle. Es decir, empezamos a chismear con los demás hablando mal de ese o esa que está cometiendo algo indebido según nuestros esquemas.

Es por eso que Jesucristo da una palabra. Mayor es el pecado de aquel que en vez de corregir fraternalmente al hermano o hermana se pone murmurar y el chismear.

Los trabajos, ambientes familiares e inclusive eclesiales están llenos de chisme, murmuración y acusaciones infundadas. ¡Qué pena que hasta en lo interno de la Iglesia de dan estos desvaríos!

El Señor te manda hoy enérgicamente a que si ves alguien que está actuando en descomunion con las enseñanzas del evangelio, hables con él o ella a solas y como nos enseñó Jesús le corrijas con amor porque a ti Dios te ha tratado con amor siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.

»Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».

Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido».

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el mandamiento más importante, su respuesta fue muy clar: amar a Dios con todo el corazón, la mente y fuerzas y al prójimo como a uno mismo. En otras palabras, la ley más importante es la ley del amor. 

Jesús no viene a destruir nada. Viene a llevar la al siguiente nivel. El Señor nos quiere dar vida plena y que experimentemos dicha vida en paz, alegría y amor. 

Amemos a todos y todas, incluyendo a nuestros enemigos. Este es el camino de la vida. Es el fundamento de nuestra salvación. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

Para que vean vuestras buenas obras

Jesús nos invita a ser sal y luz de la tierra. Con frecuencia utiliza símbolos para expresar misterios más profundos. Uno de ellos es la misión que tenemos por el hecho de ser cristianos.

Lo primero es que ningún hombre o mujer es llamado por Dios para ser cristiano como un proyecto de superación personal. Es decir, todos tenemos el encargo de dar lo que gratis hemos recibido, y ¿qué hemos recibido? El amor de Dios.

Somos testigos del amor de Dios. Es por eso que estamos llamados a dar amor a todos nuestros prójimos incluyendo a nuestros enemigos. ¿Cómo se puede ser luz y sal? Reflejando la luz de Cristo como la luna refleja la luz del sol; y disolviéndonos en el mundo como lo hace la sal en los alimentos para darles gusto y buen sabor. Esa es la misión suprema de la Iglesia y sus miembros los cristianos. 

¡Amar! Esa es la buena obra que debemos realizar todos los días de nuestra vida. ¡Ánimo!
Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Los escriba y fariseos le hacían muchas preguntas a Jesús. Esto lo hacían por dos razones fundamentales. Algunos porque necesitaban entender mejor algunas cuestiones y otros porque quería hacerle algún daño mediante una declaración “inapropiada”. En el primer caso, se puede entender que Jesús contaba con un aprecio importante. Para muchos eran un profeta de Dios.

Cuando alguien de estos le preguntó sobre el más importante de los mandamientos, Él respondió de una forma maravillosa. Dijo que uno resume todos los demás. ¡Fantástico! Esto quiere decir que cumpliendo ese puedo cumplir la enseñanza total de Dios. 

Este mandamiento fundamental es el Amor. Decía un santo: “ama y haz lo que quieras. Si, tan simple, profundo y trascendente como se oye. Amar es lo más importante porque haciéndolo de verdad es imposible incumplir la ley de Dios. El que ama no peca contra Dios, contra sí mismo y mucho menos contra el prójimo. Ese es el camino de la felicidad verdadera. La vía de la santificación plena. Con la ayuda de Dios, podemos hacerlo una realidad en nuestra vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,28-34): En aquel tiempo, se llegó uno de los escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que estos». 
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». 
Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

Simón de Juan, ¿me amas?

El Señor es el buen pastor que cuida de sus ovejas. Jesús ama a sus discípulos y los conoce muy bien. Sabe por ejemplo, la fragilidad de Pedro pero aún así le ama muchísimo.

Pedro, al momento de la crucifixión, traicionó a Jesús. Es decir, negó a su maestro en el peor momento. Por miedo dijo “no conocerle”. Más sin embargo, conociendo el Señor esto hasta mucho antes que sucediera, no se lo tomó en cuenta.

En sus apariciones de resurrección, Jesús tiene un diálogo amoroso con Pedro. Le invita a ser pastor como Él lo ha sido, es decir, amar hasta el extremo. Es el amor que sana y transforma a Pedro. Es el amor de Dios le hace capaz de amar y querer a Jesús. Es la experiencia profunda y hermosa de sentirse amado por Dios que convierte a Pedro en pastor de la Iglesia.

Este día es para sentir la presencia amorosa de Jesús en nuestra vida. Hoy Él nos pregunta: ¿me amas? Ojalá podamos decirle con todo el corazón: “Sí Jesús, tú sabes que te amo”.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 21,15-19): Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». 
Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».