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No he venido a traer paz, sino espada

En las escrituras hay frases que escandalizan a los que no han estudiado las escrituras. Son afirmaciones que sacadas de contexto pueden ser usadas para convertir la religión en el marco de comportamientos intolerantes y violentos. Por eso es importante escrutar las escrituras con la ayuda, sobre todo, del Espíritu Santo.

Cuando el Señor habla de que no ha venido a traer paz debemos entenderlo en el contexto de que la radicalidad del evangelio hace que muchos tomen posición contraria respecto a tus creencias. Por ejemplo, si la madre de una cristiana entiende que un matrimonio en este tiempo debe tener solo dos hijos como máximo y su hija decide tener los hijos que Dios quiera, esto provoca automáticamente división entre madre e hija en el sentido que no están de acuerdo en esa práctica específica de Fe. Así podemos poner miles de ejemplos concretos que hacen que hasta familiares, parejas y amigos se dividan por causa del evangelio. Es normal, cuando alguien quiere seguir el camino de Jesús que los que no viven según los principio del evangelio no quieran tener alguna conexión con los que si vive según Dios.

¡Ánimo! Si sientes muchas veces el rechazo por causa del evangelio debes sentirte feliz porque eres luz del mundo y tarde o temprano tu fidelidad al evangelio dará buenos frutos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. 
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos

¿Quién dijo que es fácil ser cristiano en este tiempo? Constantemente vemos como todavía hoy muchos cristianos son perseguidos, torturados y hasta asesinados por el solo hecho de ser cristianos. Y en los paises donde se vive en relativa calma y paz las persecución se realiza a un nivel intelectual, leyes y en casos extremos calumnias y difamaciones. ¿Qué significa todo esto?

La iglesia ha sido construida sobre los cimientos de la Fe de los mártires. Somos invitados a realizar actos heroicos de Fe. Dar testimonio valiente de lo que creemos es nuestro desafío actualmente. ¿Estás dispuesto? 

El Señor nos llama a dar testimonio en la familia, con los amigo, en el trabajo e inclusive públicamente. Muchas veces se burlaran de nosotros o no nos entenderán. Ese es el pago de aquellos que aman al Señor y dan testimonio de Él. A cambio, nuestro Señor nos da La Paz y la alegría inmensa de saber que no hay cosa más grande que dar testimonio de nuestra Fe.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,16-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. 
Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre».

Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca

Jesús camino el mundo anunciando el Reino de los Cielos. Su misión era llevar sanación y paz a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Esto no lo hizo solo. Eligió a unos apóstoles y los envió dándole el mismo poder que el demostró.

También hoy nosotros estamos llamados a ser los apóstoles de Cristo. Contamos con el Espíritu Santo y tenemos la misión de hacer presente a Jesús en medio de los ambientes que nos tocan vivir. 

¿Están cumpliendo con tu misión? Ha llegado el momento de que seas consciente de esta realidad. ¡Ánimo! Dios te llama y quiere darte la vida. Para eso Ponte al servicio de los demás.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,1-7): En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella

El Señor nos ha dado mucho. Cada vez que aparece en la vida de una persona le sana de todas sus dolencias.m y expulsa los demonios que le tienen atormentado. ¿Cuáles son estas realidades?

Aunque no tengamos alguna enfermedad concreta o no padezcamos de los signos de posesion demoníaca, podemos tener enfermedades espirituales y además esclavitudes psíquicas y vicios que no podemos vencer.

En Jesús podemos encontrar consuelo y alivio a todos nuestros males. El tiene poder para sanarnos. Su amor lo cura y lo alivia todo. ¡Ánimo! El Señor te ama ciertamente.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,32-38): En aquel tiempo, le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel». Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios». 
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

Con sólo tocar su manto, me salvaré

Tenemos necesidad de sanación. Nuestras enfermedades son físicas pero también espirituales. En nuestra vida necesitamos que alguien nos ayude a salir de nuestras dificultades y sufrimientos.

En el tiempo de Jesús, muchos reconocieron en Él el poder sanador y liberador que tanto necesitaban. Se acercaban al Señor seguros y confiados en su amor y misericordia. ¿Tú estás haciendo lo mismo?

Toca el manto símbolo de la misericordia de Dios, de su poder y capacidad de hacer posible lo imposible. ¡Ánimo! El tiene el poder de devolverte la vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,18-26): En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel momento. 
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.

Levántate y anda

Jesús hizo muchos milagros. Cada vez que llegaba a un pueblo, su gracia d e manifestaba de manera extraordinaria a través de señales y pródigos. Una de las cosas que más hacía era sanar.

En la vida padecemos de muchas enfermases. Nos afecta desde gripe hasta las más graves enfermedades. Eso ocurre en los físico pero también ocurre en lo espiritual. La buena noticia es que contamos con el mejor de los médicos y este es el Señor Jesús.

El perdona nuestros pecados y dolencias espirituales y físicas. El siempre trae sanación a nuestra vida y nuestra casa. Dime, ¿de qué necesitas ser dañado hoy? Pues el Señor, todo se sana, todo se perdona.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,1-8): En aquel tiempo, subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo

Ante la pregunta que le hacía Jesús a sus discípulos sobre quién pensaban que era Él, Pedro fue el que confirmó la verdad de Cristo nuestro Señor y Mesías. Después de esa profesión de Fe, Jesús lo constituye en cabeza de la Iglesia. 

En la escritura se dice que esto no se lo reveló ni la carne ni la sangre. Es lo mismo que pasa con nosotros. No podemos tener Fe por nuestra fuerza o según nuestros esquemas. Hay personas que acomodan la Fe. Dicen que en cualquier sitio se puede encontrar a Dios y que solo basta con estar tranquilo con uno mismo. Lo primero es que un encuentro de Fe con Jesús se da según los esquemas de Dios. De nosotros depende tener nuestro corazón dispuesto a esta verdad.

Hoy es el día de la solemnidad de Pedro y Pablo. Seamos como ellos, dispuestos a dejarnos guiar por el Espíritu Santo. No por la carne ni la sangre.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

El mar y la tempestad en las escrituras son símbolo de la tribulación, las preocupaciones, los sufrimientos y todo lo que nos es adverso. Cuando algo nos pasa que no entendemos o aceptamos tenemos la tentación de preguntarnos: ¿dónde está Dios? Pareciera como que Él estuviera “dormido”.

Jesús nos invita a tener Fe. Creer verdaderamente que nos ama y NUNCA nos deja solos. ¿Cuál es tu “tormenta” de hoy?  ¿Piensas que estás solo? Pues en nombre del Señor te digo que tengas paciencia y ORA! Que Dios tarde o temprano, calmará cualquier ventarrón que tengas en tu vida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,23-27): En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».

Maestro, te seguiré adondequiera que vayas

¿Dónde va Jesús que nos invita a seguirle? Ciertamente la vocación cristiana exige unas condiciones singulares. Si el Señor te está llamando, ¿qué implica dicha llamada?

Los seres humanos nos enfrentamos todos los días a diversos retos y problemas. Nos mete en angustia, sufrimiento y preocupación muchas cosas. En medio de todo eso, ¿cuál es el camino que nos pide recorrer Jesús con Él? El de la Cruz. Alguno dirá: “¡eso es masoquismo!” Pero no es así.

Lo que quiere mostrar el Señor es que los cristianos aprendemos a vivir la vida de una forma diferente a los que la viven sin Fe. Nuestro credo nos hace descubrir que todo tiene sentido en la cruz del Señor. En el cristianismo nada está fuera de su sitio. Todo invita a la trascendencia. Es por eso que el Señor nos llama a vivir caminando en total libertad.

Dejemos atrás los afanes de la vida y sigamos al Señor. Él no pone su confianza en las cosas terrenas. El tiene todo ser anclado en el cielo. ¿Estás dispuesto a vive ese estilo de vida cristiano? Ánimo, con el Señor ser puede.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».

No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos

Grandes pensadores católicos de nuestro tiempo han hablado que estamos viviendo un proceso de crisis de Fe. Todo ello causado por una pérdida del sentido de lo cristiano o sagrado. La gente ya no cree. ¿Por qué? Una de las razones que se dan es que los que estamos llamados a ser signo de luz para que otros crean en el Señor, no lo somos. En otras palabras “la sal se ha desvirtuado”.

Cuando uno de nosotros, lo que decimos que somos cristianos militantes, actuamos de una manera que escandalizamos, hacemos muchísimo daño. La frase natural y común es: “¿y esté no es supuestamente cristiano?”. ¿Cómo es posible que teniendo Fe nos peliemos con los vecinos, debemos y no pagamos o somos tan corruptos como cualquiera. ¡Eso no es posible!

Mis queridos hermanos, hoy más que nunca es necesario ser cristianos de “pura raza”. El Señor nos llama a ser sal y fermento de la tierra. Que nuestras acciones sean de un verdadero cristiano que basa su vida en el amor y el perdón.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’. 
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.