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Yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado

Tenemos quien nos cuide. ¡Qué alegría! Sentir que no estamos solos y qué hay alguien que vela por nosotros. Jesús es nuestro verdadero pastor que nos anima a vivir bien y caminar siempre por el camino correcto.

Nuestro Dios nos ha regalado a un mesías que nos salva del pecado y del mal. Nos anima a seguirle siempre en todo momento y nos invita a dar testimonio de su amor.

¡Tranquilos! Esperemos pacientes el derramamiento del Espíritu de Dios que nos concederá la naturaleza de Dios para experimentar así la perfecta comunión con Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 17,11b-19): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.

»Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad».

En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo

La verdadera paz nos viene de Dios. La comunión perfecta entre nosotros es solo posible a través de la Fe. Creer en Dios es también creer que amar como Cristo ama es posible por la gracia del Espíritu Santo. ¿Estás en paz?

Hoy puedes sentirte agobiado. Quizás sientes que las tareas o trabajos de hoy te superan. Puede ser que te sientas solo y que nadie te entienda. ¿Sabes cómo puedes recuperar La Paz y tranquilidad espiritual? Apoyándote en Dios. Reconociendo hoy, en lo profundo de tu corazón, que Dios lo hace todo bien y te invita a acepar la historia tal cual es.

La Paz reina y seguirá reinando en la vida de todos los seres humanos de la tierra. ¡Ánimo! Él nos quieres y nos salva de todo mal.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 16,29-33): En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador

¡Son muchas las maravillas de Dios! Realmente nosotros podemos bendecir a nuestro Señor en todo momento. Son muchos los milagros que ha hecho en nuestro favor. ¡Bendito sea nuestro Salvador!

La iglesia es una comunidad de testigos. Somos todos miembros de una asamblea de hermanos y hermanas que hemos experimentado el Amor de Dios a través de muchas acciones divinas. Nuestras familias han sido reconstruidas, nuestros vidas han adquirido sentido, hemos DIDIS liberados de muchas esclavitudes; en fin, podemos gritar con alegría que Dios ha sido verdaderamente bueno con nosotros.

Vivamos este día en un clima de alegría y bendición. Nunca perdamos La Paz que viene de sabernos hijos de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Él dará testimonio de mí

El Espíritu Santo se nos regala para ayudarnos en nuestro camino de Fe. Nuestro Señor Jesucristo nos entrega un don preciosso que nos mantiene firmes en la vía de la salvación. ¿Cómo podemos sentir su poder e influjo?

En la vida tendremos muchas persecuciones y tentaciones. Hoy viviremos momentos de todo tipo, algunos serán agradables y acordes a nuestros deseos, pero también tendremos algunos que no nos van a gustar. En todos los casos necesitamos de los siete dones del Espíritu Santo para poder discernirlos y entender que Dios nos quiere decir con ellos.

Que en este lunes, comienzo de semana, podamos abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo que da sentido a nuestro vida y con su gracia lo ilumina todo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».

Lo que os mando es que os améis los unos a los otros

El que ama cumple la ley entera. Los mandamientos de Dios se resumen en la disponibilidad que tenemos de amar como Dios nos ama. ¿Y cómo nos ama Dios?

Dios ama dando la vida. Envía a la tierra a su hijo Jesucristo para que nuestra su verdadera naturaleza que es el amor en la dimensión de la Cruz. El que ama como Cristo le ama está dispuesto a perdonarlo todo, excusarlo todo, olvidarlo todo. Y cuando digo todo, hablo hasta de las más graves faltas.

Pidamos a Dios que nos de la gracia de amar como Él nos ama. Esa es la clave de la felicidad plena. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,12-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor

Somos invitados a permanecer en el amor de Dios. Son muchos los mandamientos del Señor. El mayor de todos ellos es el amor. Dios es amor y por tanto su naturaleza es amarnos hasta que nos lo creamos.

Es por eso que envió a Jesús a dar la vida por nosotros. El morir de Cristo es un morir al pecado. Amar es cumplir los mandamientos y por tanto iniciar una vida nueva.

El gozo del espíritu es el primer fruto del amor. Cuando perdonamos y olvidamos los daños que otros nos han hecho, dañamos nuestras heridas y podemos experimentar paz y gozo. Cumplamos los mandamientos de Dios y seamos siempre felices en el amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,9-11): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».

Mi paz os doy

El origen de toda paz está en Jesús. El antiguo testamento anuncia a un amesias que vendrá a la tierra como príncipe de paz. Es decir que si queremos tener paz en nuestras vidas, estamos invitados a recibirla de Jesucristo.

¿De donde vienen todas las guerras? ¿Por qué hay odio y discordia entre nosotros? Las guerras surgen en el corazón de las personas. Los conflictos tienen su origen en el corazón de la gente que no tiene paz.

Para alcanzar la verdadera y profunda paz es necesario apoyarse en Jesús. Si habita en nuestro corazón podemos experimentar la verdadera, profunda y plena paz. Pidamos a Cristo que nos pueda dar siempre de su paz. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,27-31a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado».

El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo

El Amor es la ley de Dios. Él ha creado todo por amor y especialmente a todos nosotros. Somos la expresión más maravillosa del amor de Dios. ¿Te lo crees?

El Espíritu Santo es el Amor de Dios derramado en los corazones de todos. Este espíritu es el que testifica a nuestro espíritu de que verdaderamente Dios nos ama en Jesucristo, nuestro Señor.

Abrir nuestro corazón al amor es clave para la felicidad. Todo lo que nos pase hoy, mañana y siempre es manifestación de su bondad y misericordia, ¿te lo crees? Si te lo crees hoy serás feliz. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,21-26): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». Le dice Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho».

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida

El camino es Jesús. Solo por él podemos llegar al Padre. Él nos muestra el verdadero rostro de Dios que es pura misericordia y amor.

La verdad es que Dios nos ama aún cuando muchas veces nos hemos portado muy mal. Si ayer nos hemos equivocado mucho, nos hemos enemistado con alguien o no aceptamos alguna humillación, hoy tenemos la oportunidad de reencontrarnos con Dios siguiendo el camino de vida y verdad que nos ofrece Jesús.

¡Ánimo! No te sientas mal. Dios te ama verdaderamente.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».

No es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía

La humildad es la clave para crecer espiritualmente. Los que se sienten mejores que los demás jamás podrán conocer a Dios. El mismo Jesús ha dado ejemplo de cómo debemos actuar.

La nueva naturaleza de una persona que ha vivido la resurrección del Señor consiste en ocupar siempre el último lugar. En los que se hacen como niños está el verdadero espíritu Cristiano.

Miremos a nuestro alrededor y amemos a todos. El servicio a los demás es lo propio del cristiano. Perdonemos a quienes nos han hecho algún mal. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».