Archivo de la categoría: Evangelización Digital

Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá

La oración es una arma espiritual poderosa en manos de aquellos que saben usarla. Jesús mismo nos dio una de las claves para que nuestras plegarias sean realmente efectivas: orar siempre y sin desfallecer.

Nuestro Jesús oraba por la mañana, la tarde, la noche, antes de comer, cuando tenía una preocupación o necesitaba emprender al importante. En definitiva, oraba siempre! ¿Por qué tanto enfoque en una actividad que parece accesoria?

EL camino de la felicidad conduce hacia la voluntad de Dios. El problema es que nosotros creemos que hacer la voluntad divina es fácil, pero muchas veces no es así. ¿Acaso es fácil perdonar a quien te ha hecho algún mal? ¿Estamos dispuesto a dar todos nuestros bienes para hacer su voluntad? ¿Podríamos renunciar al trabajo, dejar la universidad o negarnos un gusto por hacer lo que el Señor nos pide? Francamente, necesitamos ayuda.

La oración es la ayuda que necesitamos para hacer la voluntad de Dios. ¿Qué pedimos? El Espíritu Ssnto. ¿Qué buscamos? Hacer la voluntad de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,5-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.

»Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!».

Señor, enséñanos a orar

La oración es fundamental para la vida espiritual. No puede existe un cristiano verdadero si no hace oración diaria y continua. El mismo Jesús pone ejemplo al estar siempre en oración. ¿Cómo debemos orar?

La oración se debe hacer desde el reconocimiento de que estamos necesitados de Dios, con mucha Fe, con humildad, insistentemente, importunamente, ayudada por el ayuno y la limosna, pidiendo el Espíritu Santo y siempre con la intención de hacer la voluntad de Dios.

Él que ora pone su confianza y corazón solo en Dios porque sabe que Él es su Padre. Sin oración nunca encontremos la paz y la vida que nos ofrece Dios. ¡Ánimo! Pidamos a Dios el don de la oración.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,1-4): Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».

María ha elegido la mejor parte

Todos los días se vicien con gran afán. Tenemos un montón desde cosas por hacer. Se nos hace casi imposible mantener el ritmo. ¿Podemos encontrar paz en medio de la “tormenta” diaria?

La oración es la clave. Para vivir en plenitud, con paz interior y sabiendo que todo “va bien” es importaste estar en comunión constante con Dios. El Señor es la fuente de paz y sentido. Él prepara para nosotros “prados de fresca hierba”.

Pidamos al Señor la gracia de dedicar nuestra vida a las cosas que realmente importan. Todo lo demás pasará. Dios nunca. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

El que practicó la misericordia con él

Un hombre bajó de Jerusalén a Jerico, símbolo del descendimiento que hacemos cuando pecamos. Estaba en el cielo, pero fue precipitado al infierno. Los acontecimientos, sus debilidades o los sufrimientos le hicieron experimentar la muerte, el dolor, el sin sentido de la vida. ¿Quién podrá ayudarle? Ciertamente nadie que le juzgue y le ataque.

La misericordia es la manifestación más hermosa del amor. Dios nos ha dado una ley de amor. Nos ha dicho que si experimentamos su amor en el alma, cuerpo y mente seremos felices. ¿Basta con eso? No! Es fundamental manifestar ese amor en los demás. El nombre de este amor es misericordia.

¿Tienes misericordia con tu esposo, esposa, hijo, hija, compañero de trabajo o estudio, vecino o cualquier otra persona que te encuentres en el camino? Tranquilo, que si tú respuesta es no… Dios te ayudará con su espíritu santo para que sea si. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha

Hoy es día de conversión. Dios nos está llamando al cambio radical. El camino del Señor implica una transformación total de la vida. Y para eso tenemos todas las ayudas y armas espirituales que el Señor ha puesto en nuestras manos.

Muchos milagros ha hecho el Señor en muestra Vida. Quizás el tener presente esa realidad nos invita a mantenernos en la gracia de Dios. Nuestra felicidad consiste en recordar continuamente el inmenso amor que Dios nos tiene.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

La mies es mucha, y los obreros pocos

La misión exige mucho del misionero. Aquel que es enviado por Jesús se enfrenta a grandes dificultades y situaciones de precariedad. La evangelización siempre se realiza en medio de grandes retos y obstáculos. Entonces, ¿Por qué debe ser así?

Dios ha querido mostrar su poder y amor por medio de enviados frágiles y precarios. Somos enviados mostrando la fragilidad de la vida humana: sin dinero, sin pretensiones, sin gratificaciones humanas. Muchas veces somos rechazados, otras somos acogidos. Pero en definitiva se realiza la misión y muchos escuchan el anuncio de su amor.

El mundo necesita de obremos que puedan contribuir en la obra más maravillosa que se puede hacer: dar vida a las personas que hoy se siente en la muerte. El anuncio del amor de Dios abre la oportunidad de resucitar. El mundo necesita de hombres y mujeres dispuestos a dejarlo todo por anunciar el reino de los Cielos. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza

La misión exige radicalidad. A los que son enviados por Jesús se les pide que renuncien a todos sus planes y proyectos. El seguimiento a Cristo se hace desde un desprendimiento total. ¿Por qué?

La pregunta parece a oídos cristianos un poco ingenua. Sin embargo, la respuesta no es tan evidente. Muchos en la misión mantienen una especie de doble vida. Dan de lo que les sobra. Siempre tienen sus temas aún cuando los mismos tengan apariencia de bondad.

Necesitamos la radicalidad en la misión porque eso nos enseña lo más importante. No cosas que pueda estar por encima de la voluntad de Dios. El Señor nos muestra su ejemplo caminando siempre ligero de equipaje. ¡Cuanta libertad experimenta el ser humano cuando vive en la libertad de los hijos de Dios!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?

A ti, que estás leyendo este escrito, te pregunto: ¿alguna vez te has molestado con alguien o has sido violento? Me imagino, si respiras y comes, que tu respuesta será si. La verdad es que todos en algún momento de nuestra vida hemos experimentado algún nivel ira o violencia.

Normalmente esto sucede cuando algo o alguien no es como quisiéramos que fuera. Nos molestamos con todo lo que va en contra de nuestros esquemas. Nos resistimos a asumir la vida como es.

Es por eso que Jesús nos invita a ser siervos, humildes o pequeños. La misión del cristiano es ir a morir en el monte de Jerusalén, es decir, dar la vida por los demás. ¡Ánimo! Quien ama acepta todo y ama a todos.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor

Es una tendencia en el ser humano buscar siempre los primeros puestos. Hay personas que son capaces de hacer lo que sea con tal de alcanzar la meta de ser el primero. Se busca dinero y poder para alcanzar esa primacía sobre los demás. ¿Qué dice Jesús?

En el cristianismo encontramos una invitación formal para combatir esa tendencia. Es decir, somos invitados a buscar lugares de servicio más que de poder. El último lugar, ser pequeños o servidores, es el espacio donde los cristianos pueden mostrar la verdadera naturaleza de Dios.

Busquemos ser servidores en todo: en el matrimonio, en la familia, el trabajo y demás lugares donde Dkos nos ha llamado a mostrar su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».

Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

El Hijo del hombre debe sufrir mucho

La única “partecita” que no se entiende mucho del cristianismo es cuando Jesús habla del sufrimiento. ¿Por qué Dios ha querido salvar a la humanidad permitiendo que se matara a Jesús de una forma tan vergonzosa y atroz? ¿Por qué tenemos que sufrir siendo Dios tan bueno?

El sufrimiento nos escandaliza. Es lo que la razón humana no puede entender. Es lo que todos quisiéramos eliminar de la vida: tener que sufrir.

La buena noticia es que Jesús con sus sufrimientos nos mostró un camino mejor. Él convirtió los padecimientos de día a día en camino de santidad. Sufrir con sentido es lo mismo que hacer la voluntad de Dios. Es aceptar radicalmente la vida como es y aprovechar cada acontecimiento, bueno o malo, para crecer en santidad.

Seamos como el “Hijo de Hombre” que asume la historia como es y bendice a Dios por todo el bien que nos ha hecho. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,18-22): Sucedió que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado». Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contestó: «El Cristo de Dios». Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día».