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El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

El amor al dinero es el origen de todos los males. El apego desordenado a los bienes materiales ha sido causa de divisiones familiares, asesinatos, traiciones y guerras. Lo peor que le puede pasar a una persona es tener un corazón apegado al falso dios dinero. ¿Quién nos podrá librar de semejante peligro?

El Señor nos invita a ser libres. Nos quiere liberar de las esclavitudes espirituales. Ha venido al mundo a romper las cadenas de la muerte. Por eso es importante que hagamos una renuncia seria y radical a toda forma de idolatría. Es fundamental que hagamos experiencias de desprendimiento dando de nuestros bienes a los pobres y poniendo a Dios siempre en primer lugar.

No dejemos que el dinero domine nuestra existencia. Sin nada venimos al mundo, sin nada nos marchamos. ¡No te desames! ¡Ánimo! Es mejor vivir libre que en inquietud constante. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.

»Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos

El cielo es para los que han sido salvados por Dios. La vida en el espíritu es para aquellos que han experimentado la muerte pero abren su corazón al Señor y cambian de vida. Esa es la buena noticia que se nos anuncia todos los días.

Los ciegos, cojos y mudos son imagen de todos los que hemos estado en la muerte espiritual. Venimos de la gran tribulaciones. El Señor nos ha sacado de las tinieblas del pecado y nos introduce día a día en su reino de luz.

Nunca dudemos del amor de Dios. Nunca nos neguemos a la invitación de Jesús. Entremos en el banquete divino con alegría. Aprendamos a renunciar a la falsa felicidad que nos ofrece el mundo y aceptemos de buena gana la nueva vida en el espíritu. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,15-24): En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’.

»Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».

Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino

Jesús le asegura el paraíso a un malhechor arrepentido. Alguno podrá pensar que es una exageración. Creemos que está bien perdonar pero que una persona que ha hecho tanto mal se pueda salvar, al último minuto, con el simple hecho de pedírselo al Señor, no lo podemos entender.

Somos unos moralistas. Nos creemos mejores que los demás. Eso nos impide ver Y experimentar con mayor la maravilla del amor de Dios. La misericordia de nuestro Jesús es infinita. En él solo hay amor y perdón.

Pidamos hoy al Señor que queremos estar en el paraíso. Anhelemos con todo nuestro ser estar un día junto a Jesús en nuestra mansión definitiva. Esa es la mayor aspiración de un cristiano. Lo demás es “paja de coco”. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 23,33.39-43): Cuando los soldados llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».

¿Es lícito curar en sábado, o no?

En todas las iglesias hay legistas, moralistas y fariseos. Son todos aquellos que a lo interno de las comunidades cristianas empiezan a desarrollar un sentimiento de superioridad porque dicen cumplir las normativas y rituales vigentes. Son aquellos que instrumentalizan la fe para construir su propia imagen de gente buena.

El cristianismo no es una religión. Tampoco un moralismo o filosofía. El cristianismo es una experiencia de salvación. Es un encuentro profundo y personal con el amor de Dios manifestado en Jesucristo. ¿Puede este amor tener algún límite?

La ley perfecta, la mayor de todas, es el amor. Lo demás son accesorios que solo tienen sentido en función de amor y misericordia divina. Con toda razón decía el apóstol: “ama y haz lo que quieras”. ¡Amén!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,1-6): Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?». Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?». Y no pudieron replicar a esto.

Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado

La misión de Jesús no se detiene ante las acusaciones falsas, persecuciones o difamaciones. ¡Al contrario! Se fortalecen. Ese ejemplo debemos seguir nosotros.

El Cristiano se hace fuerte en medio del sufrimiento. Lo que para algunos es una maldición para nosotros es medio de santificación. Si estamos sometidos a la prueba nos apoyamos en Dios y salimos victoriosos. Siempre tendremos enemigos. Dios nos invita a amarle con todo el corazón y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos incluyendo a nuestros enemigos.

Hoy es un buen día para bendecir. Alabemos a Dios por todo lo que permite en nuestra vida. No hay nada que nos suceda que no encuentre sentido en el maravilloso plan de salvación que Dios tiene con todos nosotros. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.

»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios

La oración es fundamental. Sin ella no se puede realizar ningún milagro. Y el más grande de todos los milagros es nuestra propia conversión.

Todos vivimos en un eterno afán. No tenemos tiempo para nada. Nos enfocamos en nuestro trabajo y gustos que olvidamos las cosas más importantes. El mismo Señor Jesucristo nos muestra el camino. Se levantaba muy temprano. ¿Y qué hacía la mayor parte de ese tiempo? Orar.

Nunca dejemos de lado la oración. Pongamos todo nuestro enfoque en hacer siempre la voluntad de Dios. La fuerza para hacerlo nos llega a través de la oración. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

¿A qué es semejante el Reino de Dios?

El reino de los Cielos es semejante a un grupo de hermanos y hermanas que han estado juntos por años gracias al perdón y reconciliación continua.

El reino de los Cielos es semejante al perdón sincero entre familiares que tenían mucho tiempo sin hablarse.

El reino de los Cielos es semejante a un hermano que renuncia a sus ídolos, se reconcilia con su historia y busca la seguridad solo en Dios.

El reino de los Cielos es semejante a un grupo de hermanos que ora todos los días, se somete a la voluntad de Dios, le reconoce como su verdadero Padre y le bendice en todo tiempo por el regalo inmenso de su elección.

¿Qué es el reino de los Cielos para tí? Por favor, si hechos concretos.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

Mujer, quedas libre de tu enfermedad

Nuestro Señor nos libera de todo tipo de enfermedades. Un rasgo característico de su paso por la tierra fue que sanó a muchos. Miles se acercaban a Él buscado curación. ¿Necesitamos ser liberados de algún mal?

Jesús es nuestro gran liberador. Nos libera de todas nuestras dolencias. Solo nos queda ser humildes y desear la ayuda adecuada que solo Jesucristo nos puede regalar. Desear profundamente que Dios aleje el mal de nosotros.

Pidamos a nuestro Señor la ayuda que necesitamos. Oremos para que Él pueda hacer el milagro. Su santa gracia lo alivia todo, lo perdona todo. Dejemos que Él transforme nuestra vida para siempre. ¡Amén!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17): En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él

Este tiempo que vivimos aquí en la tierra sirve para hacer la voluntad de Dios. Nuestra existencia terrenal nos brinda la oportunidad de fortalecer nuestro espíritu y hacernos más cercanos de Dios. La razón de nuestra vida es amar a Dios. ¿Por qué nos cuesta trabajo lograrlo?

La verdad es que somos unos hipócritas. Nos creemos mejores que los demás. Pensamos que la vida nos viene de hacer lo que nos da la gana. Nos apoyamos en falsos supuestos de felicidad y nos enfocamos en ganar dinero, fama y afectos interesados. Nada de eso dura para siempre.

Hoy también tendremos una nueva oportunidad. Dios nos regala la posibilidad de cambiar de vida. De acercarnos humildes y sinceros al trono de la misericordia y hacernos uno con Él. ¡Ánimo! ¡Dios nos ama!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,54-59): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

¡Cuidemos nuestras acciones! En el momento que menos nos esperemos nuestro Señor buscará los frutos de vida eterna que estamos destinados a dar. Hemos sido elegidos para poner en práctica en plan de Dios: el amor.

Pasamos los días en nuestras ocupaciones. Nuestra mente y nuestro corazón están enfocados en tantas cosas. Una sola es necesario: hacer la voluntad de Dios. Es por eso que en cualquier momento nuestro Señor puede permitir algún acontecimiento con el propósito que podamos responder al mismo de la forma en que un cristiano lo haría. Se es hijo de Dios todos los días. No podemos claudicar a nuestra misión.

Demos amor a todos los que nos rodean empezando por nuestros enemigos. Seamos siervos fieles que demuestran con hechos su disposición de hacer siempre lo que Dios le ha dicho. Amar es la misión cristiana más importante. ¿La cumplimos? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».