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La señal de Jonás

¿Te gustaría ver una señal física de la existencia de Dios? ¿Te encantaría que se obrará algún milagro en tu presencia para fortalecer tu Fe? ¿Te haría feliz ver alguna señal concreta donde lo invisible se hiciera visible?

En todos los tiempos los seres humanos han pedido y buscado prueba de la existencia de Dios y su influencia en nuestras vidas. Te digo que esta señal ya se manifestó y la misma ha sido que Jesús, hijo de Dios, ha venido a la tierra y nos ha salvado de todos nuestros pecados y dolencias.

La señal de Jonás es que Cristo ha muerto y resucitado por ti y por mi. Pídele a Dios que te permita creer y participe de esta manifestación gloriosa de Dios. Cristo te ama y te hace partícipe del amor de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

Vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo

Una de las enseñanzas de las escrituras es hacernos descubrir a Dios como Padre. Es decir, en el cristianismo tenemos a un Dios cercano, que se hace presente en nuestra vida y que nos ama de forma particular y concreta.

Cuando hablamos con Dios, le oramos en nuestro corazón, en la confianza de que Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. La oración es la relacion íntima con un Dios que nos ama y lleva nuestra vida. 

Al orar no hace falta pedir muchas cosas como si estuviéramos hablando con un mago o secretario que nos concede lo que pidamos. Pidamos al Señor el Espíritu Santo y la gracia de hacer siempre su voluntad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 6,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. 
»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

Entonces ayunarán

Con el tiempo de Cuaresma inicia uno de los espacios litúrgicos más hermosos que tiene la Iglesia. Es la oportunidad para subrayar o resaltar uno de los aspectos de la vida cristiana más importantes: morir al hombre viejo.

El ayuno nos permite mortificar el cuerpo, que aún siendo una obra de Dios, debemos mantenerlo ajustado a la ley de Dios. Siempre estamos buscando gratificarnos, pero podemos excedernos en esa búsqueda de placer y confort.

Todo pasa en este mundo. Es por eso, que los más sabio es poner nuestro corazón en las cosas celeste, no en las de la tierra. Esa es la clave de la bendición y felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,14-15): En aquel tiempo, se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán».

Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros

Seguimos con el tema de los primeros. Todos queremos ser los número uno en algo. En el corazón de alguien, en el reconocimiento laboral o Profesional, o en diversión y gozo. En definitiva, el mundo nos dice que para ser feliz debemos luchar por los primeros puestos de la sociedad.

Jesús en el evangelio habla de que el camino de la perfecta felicidad es la renuncia a todo. Este nos es un acto tonto y de locura. 

Los que deciden no poner su seguridad en las cosas materiales, obtienen el cuento por uno y la vida eterna. Es decir, son recompensados con lo mismo que han despreciado. Viven la vida como si fueran millonarios. Todo es bendición. Todo es regalo. Todo es una manifestación del amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 10,28-31): En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».

Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos

Una de las grandes frases de Jesús que contradicen todo comportamiento humano y innumerables ideologías, filosofías y literaturas, es que debemos querer ser los últimos. La verdad es que todos queremos gobernar, mandar, imponernos, que nos tomen en cuenta, ser amados, queridos, admirados y venerados. Es lo normal en TODA la naturaleza humana.

El Señor nos invita por un camino muy distinto al que se nos vende hoy en día. Nos invita a ser los últimos en el sentido de servicio. Nos invita a imitarle. Él, siendo hijo de Dios, se encarnó en era tierra, pasó todas las penurias y calamidades de cualquier ser humano, fue juzgado, condenado y muerto injustamente. ¿Cuál es la enseñanza desde su experiencia? Que quien se humilla y ocupa el último lugar se salva a sí mismo y a los demás. Solo imaginen la discusión en un matrimonio. Si uno de los dos cede y le da la razón al otro en nombre del amor que se profesan, se acaba automáticamente el pleito. Es el mensaje de amor y servicio que nos da Jesús.

¿Quién de los que lee este mensaje está dispuesto a ocupar el último lugar? Espero que se escuche un grito unánime que diga: YO. Dios les ama y en él podemos hacer como Jesús, amar en el servicio a los demás incluyendo a nuestros enemigos.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 9,30-37): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea, pero Él no quería que se supiera. Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará». Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle. 
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado».

Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres

Todos tenemos nuestras visiones personales de lo que debe ser la vida y todas sus realidades. Estamos llenos de conceptos, teorías y prácticas elaboradas por nuestras experiencias personales y lo que hemos aprendido de otros. Es por eso que algunas ocasiones proyectamos nuestras ideas de lo que debe ser el cristianismo y los cristianos.

Por ejemplo, muchos piensan que ser buen cristiano es ir a misa y casarse por la Iglesia. Sin embargo, Jesús es el primero en decir que si tienes algún tema o discordia no resuelta con un prójimo, deja tu ofrenda en el altar y ve primero a reconciliarte. Con estas frases Jesús pone el énfasis en una experiencia cristiana de obras de vida de eterna basadas en el amor. 

Ante la pregunta de quién es Él, sus apóstoles le llaman Cristo pero no entienden lo que esto significa. Ser cristiano es amar al enemigo y dar la vida por lo de demás. Ser cristiano es compartir con Jesús la pasión y la resurrección. Ser cristiano es morir por los demás para poder luego resucitar en Cristo. ¿Ahora entiendes? ¿Estás dispuesto a ser otro Cristo en la tierra? ¿Quieres ser un verdadero cristiano? Pues escuchar esta palabra y ponla en práctica. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 8,27-33): En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?». Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas». Y Él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo». 
Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

Veía claramente todas las cosas

Jesús devuelve la vista a los ciegos. Es un milagro que está presente en todos los evangelios y simboliza algo mucho más profundo. El mundo está lleno de ceguera pero de un tipo muy especial: ceguera espiritual.

El ciego es símbolo de aquel que no ve el amor de Dios en su vida. Todos los días estamos en una situación de ceguera porque siempre tenemos la tentación de ver las cosas en formato negativo. 

Criticamos, murmuramos y hasta hablamos mal de los demás. Encendemos el radio y la televisión o leemos el periódico y todo es un interminable rosario de críticas, malas palabras y sobresaltos. Los hombres y mujeres de Fe no pueden seguir esa misma dinámica.

Cuando alguien recupera la vista “espiritual” entra automáticamente en bendición. Todo está lleno de luz. La vida es una total presencia del amor de Dios. Es por y para eso que Jesús nos devuelve la vista. Es para que sintamos en lo profundo de nuestro corazón el gran amor que nos tiene Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 8,22-26): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?». Él, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía claramente todas las cosas. Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo».

¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?

Jesús hablaba en parábolas. Algunos pensarán que debió de complicar su discurso y decir las cosas de una manera más llana y abierta. La realidad es que hablando de la manera en que lo hacía lograba muchos propósitos. Entre ellos, saber cuál era la intención real de quienes le escuchaban.

Todo podemos tener la actitud de Herodes o de los fariseos. Es decir, podemos oír pero hacerlo con doblez. Ser hipócritas y estar tratando de acomodar el mensaje evangélico a nuestros propios intereses. Esa no es la actitud que quiere Jesús.

Nos invita a descubrir su acción en nuestra vida. A darnos cuenta que Él es quien multiplica los panes y los peces. Esto quiere decir que con su ayuda podemos siempre tener alimento material y espiritual. En su gracia podemos ser verdaderamente felices. 

Recordemos hoy cuanto nos ama Dios. Esa es la clave de nuestra verdadera felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 8,14-21): En aquel tiempo, los discípulos se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Jesús les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?». «Doce», le dicen. «Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete». Y continuó: «¿Aún no entendéis?».

¿Por qué esta generación pide una señal?

Estamos siempre buscando pruebas físicas de realidades espirituales. Los seres humanos de este tiempo requieren de evidencias concretas. La ciencia nos ha acostumbrado a pensar que lo que no se puede ver o tocar no es cierto. 

Hace dos mil años, a Jesús también le piden señales del cielo. El Señor no entra en esta dinámica estrecha y limitada. Invita a todos a “pasar a la otra orilla”. Debemos cambiar de “chip” como se dice modernamente. La señal de Jesús es su victoria sobre la muerte. Su señal es hacernos felices mediante la experiencia de amor de Dios en nuestra vidas. 

¿Qué señal pides hoy? Solo espera la que viene del cielo, la que viene de Dios, es el mismo Jesús que muestra el amor del Padre.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 8,11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.

Effatá

Dios lo ha hecho todo bien. Vemos la naturaleza, contemplamos el universo y las maravillas de la creación, y todos, creyentes o no, debemos reconocer que tanta perfección y belleza solo puede tener un autor divino. Alguno se preguntará que de ser esto así, ¿por qué existe enfermedad y sufrimiento?

Ciertamente, el mal y la muerte no son inversiones de Dios. Es decir, es del corazón del hombre donde se da la inclinación al mal. La enfermedad es solo un síntoma o manifestación física de esta realidad. 

Es por eso que, cuando a Jesús le presentan a un sordo y lo sana, inmediatamente sus labios, boca y cuerdas vocales proclaman la verdad: que el Señor lo ha hecho todo bien.
Hoy somos invitados por Jesús ha estar abiertos a su acción. Pidamos a Dios que nos conceda el don del habla para proclamar las maravillas que Él ha realizado en nuestra vidas. Vivíamos la bendición de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,31-37): En aquel tiempo, Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: “¡Ábrete!”. 

Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».