Archivo por meses: octubre 2015

Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello

Debemos aclarar algo, ¿jesús estaba en contra de la ley? Por supuesto que no. Algunos piensan que el Señor tenía un problema con los maestros de la ley en su tiempo. Esto no es el mensaje del evangelio ni su justa interpretación.

Nuestro Señor quiere que cumplamos el espíritu de la ley no sólo su letra. Quiere que hagamos lo que la ley nos invita que es amar a Dios y a nuestro prójimo. Es verdad que esto genérico debe concretizarse en acciones y por eso Dios entregó a Moises uña tablas de piedra donde se especifica como amar a Dios y al prójimo. 

La situación radica en que los seres humanos llevamos las cosas a cumplimiento externo de normas y perdemos lo más importante.

Por ejemplo, ¿es más importante ir a misa que amar a un familiar que está enfermo? Es cierto que si el amor es lo primero puedo falta a una misa por atender a un familiar. También es cierto que debemos hacer todo lo posible por ir a misa al encuentro co nuestro Dios.

La ley es para cumplirla. El amor es para hacerlo realidad día a día en nuestras vidas. Amemos y así cumplimos la ley entera.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

Así todas las cosas serán puras para vosotros

Hay un gran enfoque al cumplimiento de normas y procedimientos. Hacemos de nuestra vida una rutina inagotable deberes y tareas predefinidas. En algún momento, ¿no te cansas de tanto afán?

Jesús es tan libre y feliz que vive su vida según la voluntad de Dios sin poner tanto énfasis en lo exterior. Sabe que es bueno cumplir con las normas y protocolos pero nunca sacrifica la realidad de que es mucho más importante hacer lo correcto que lo aparentemente correcto.

En el día de hoy Jesús nos invita a la felicidad plena. ¡Se libre! Libre ya ha creado Dios para amar sin medida.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».

Aquí hay algo más 

Muchas veces vivimos la vida pendientes de las cosas que realmente no son importantes. Nos pasamos muchísimas horas en ocio que no produce ningún beneficio. 

La clave de la felicidad está en descubrir que hay algo más. La propuesta de Jesús es algo más que lo que tenemos en una vida sin propósito. Lo que el Señor quiere darnos es algo más de lo que podemos tener de las cosas de este mundo.

Jesús es en esencia “algo más” importante que cualquier proyecto que hemos tenido. Este “algo más” consiste en el amor salvífico de Dios. Ya no tenemos que vivir mendigando la felicidad en las cosas y en las personas. El Señor es ese “algo más” que transforma la vida de todos y todas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

Por el dedo de Dios expulso yo los demonios

La misión de Jesús fue criticada por algunos. Le levantaron toda clase de calumnias y mentiras. No querían creer. Esto se desmontaba con los hechos. 

¿Cuál es la obra del Señor? Expulsar los demonios de las personas y sanar sus heridas. Muchos desconfían de Él e inclusive le piden señales. La gran señal que Jesús les da es su obra salvadora. 

Por medio del Espíritu Santo nos libera del pecado y del mal. Limpia nuestra alma del odio, rencor, avaricia, malos pensamientos y toda clase de pecados. Nos hace reconciliarnos con los demás. Realiza una obra de sanación y perdón.

Abrir nuestro corazón hoy a la obra de Jesús es garantía de nuestra felicidad. ¡Ánimo! Él quiere sanarte y mostrarte su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,15-26): En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. 
Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

El Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan

La oración tiene un poder inmenso. Dios se complace en la petición humilde de su creatura. Él que es rico en misericordia le gusta dar en abundancia a sus hijos. ¿Cuál es la clave para saber que pedirle?

Debemos reconocer que muchas veces hacemos oración como si Dios fuera un genio que sale de una lámpara a cumplir nuestros deseos más canales. Pedimos por muchas cosas materiales y nos acordamos de Dios cuando necesitamos algún tipo de protección mágica. Eso no es oración.

En el evangelio Jesús nos dice que es fundamental pedir, buscar y llamar. Estas acciones deben hacerse sobre la base que pedimos lo que más nos conviene según la voluntad de Dios. Por ejemplos, si pides a Dios la muerte de un enemigo, ¿crees de verdad que Él te complacerá? ¿Piensas que Dios te dará algo que sabe que te hará mucho daño? Por supuesto que no. Él te ama y te a dar lo que más te conviene que es su amor manifestado en su Espíritu Santo.

Abre hoy tu corazón a la voluntad de Dios y te darás cuenta lo maravilloso que es Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,5-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.
»Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!».

Señor, enséñanos a orar

Si hay algo propio de un cristiano es la oración. Un hombre o mujer en busca de Dios lo primero que tiene que hacer es orar incesantemente. La oración es la vía o camino que pueda conducirnos a un encuentro personal y profundo con Dios.

Jesús se pasaba el día en oración. Cumplía con lo que le fue trasmitido de pequeño y además pasaba largas horas orando a solas. Sus discípulos al verlo querían hacer lo mismo. Su ejemplo les inspiraba. Sabían muy bien que si su maestro lo hacía era bueno.

La oración no es repetir como papagayos unas fórmulas sin pensar en lo que decimos. La oración es encuentro de comunión con Dios donde estamos afirmando nuestra disposición de hacer la voluntad de Él.

El que hace oración es lo suficientemente humilde como para reconocer que está necesitado del que todo lo puede. Reconoce en Dios a su Padre que le cuida y proteje. Está dispuesto a hacer la voluntad de Dios.

¡Hoy en día de oración! ¡Ánimo! Solo así seremos felices.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,1-4): Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».

Hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola

Los seres humanos siempre estamos en necesidad. Necesitamos del aire para vivir. Sin el agua morimos en pocos días. Si nos faltara el alimento, dicen los expertos, que en un mes estaríamos muertos. En fin, vivir es prácticamente un milagro. ¿Cuál de todas las cosas que usamos diariamente sería la más importante?

Jesús nos propone un camino. Este camino conduce al encuentro personal y profundo con Dios. No es que podamos vivir sin la presencia de Dios en nuestras vidas porque Él siempre está con nosotros. Más bien, es que nosotros necesitamos contemplar a Dios en toda nuestra vida, en cada rincón de nuestra existencia y en cada momento de nuestra vida.

Dos hermanas nos muestran esta realidad misteriosa de nuestra existencia. Por un lado Marta y del otro María. Ambas son íntimas de Jesús pero hay una que eligió lo mejor: vivir día a día en la presencia del Señor.

¡Ánimo! Hoy es una gran oportunidad de sentir a Dios presente en todo lo que hacemos. Déjate amar de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?

Nuestra mentalidad es muy moralista y legalista. Nos enfocamos en procesos, pasos y acciones que debemos ejecutar para alcanzar una meta específica. Pensamos que eso es hacer las cosas bien. Así no funciona el cristianismo. En eso no consiste el mensaje de Jesús.

Los fariseos, sacerdotes y levitas eran personas cumplidoras en todo. Tenían acceso a lo sagrado y por tanto eso les hacía importantes ante los demás. Su enfoque siempre fue hacia lo externo y el cumplimiento de las apariencias. Eso no es malo pero hay algo mejor. Esto algo superior que nos presenta Jesús es el amor.

El Señor nos muestra el camino de la vida eterna. Este sendero es el del amor. Amar a Dios y al prójimo se concretiza en nuestras acciones diarias con respecto a nuestro prójimo. El amor al desvalido, al pobre, al necesitado y al que no vale para la sociedad es la máxima expresión de ese amor.

El que ama tiene vida eterna. ¿Cómo amas tú? En el trabajo, la universidad, la familia y demás espacios en los que te toca estar, ¿amas a los demás sin importar nada? ¿Perdonas y sirves a todos y todas?

El amor es el camino de la felicidad. Amemos al prójimo y así amaremos a Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha

Dios lo ha creado todo. Tiene poder para hacer nuevas todas las cosas. Somos en este universo criaturas de Dios y por su inmensa misericordia estamos llamados a ser hijos de Dios. ¿Puede Dios hacer su obra de salvación sin nuestra ayuda?

Ciertamente, Dios ha decidido salvarte y salvar a la humanidad con nuestra ayuda, con tu ayuda. Nos elige como enviarnos y darnos una misión. Es hacer presente en medio de esta generación el mensaje de salvación. Ya tenemos en Jesús la posibilidad de ser felices. El cielo está abierto para nosotros y podemos empezar a experimentarlo desde aquí.

Hoy el Señor te invita a hacer presente al mismo Dios con tus obras y acciones. Bendice a Dios con el perdón, amor, servicio y con tus palabras. Que el mundo sepa que Dios existe y ama a todos los que te rodean porque si lo haces así  quien “te escuche a ti, escucha al mismo Dios”.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Paz a esta casa

Es impresionante la cantidad de expertos en marketing y ventas que hay en el mundo. Los hay de todos los calibres y tipos. Un amplio catálogo de personas que dicen ser una cosa y son otra. Te ofrecen el cielo aquí en la tierra con tal de sacarte dinero o aprovecharse de ti.

Jesús, para llevar su mensaje a todos los rincones de la tierra, siempre se hizo ayudar de discípulos. Los escogía con mucha seriedad y les indicaba en detalle cómo debían realizar su misión.

Lo más importante de todo era que el mensaje de encarnaba en el portador del mismo. Esa es la gran diferencia con los seudo “profetas” o vendedores de cielos terrenales que existen en nuestros días.

Los misiones o mensajeros iban sin nada, en humildad y precariedad. Llevaban consigo un mensaje de paz y sabían que con sus acciones debían demostrar que son personas de paz. Es el ejemplo que el Papa Francisco acaba de dar en su visita a Cuba y Estados Unidos de América. Lleva un mensaje de paz sin acusar ni juzgar. Si imponer o maltratar. Con humildad pide perdón y se coloca a si mismo en el último lugar. ¿Tú haces lo mismo?

Hoy Simo enviados al mundo como ovejas en medio de lobos. Mostremos a los hombre y mujeres de este tiempo la naturaleza de oveja que cuando el lobo salvaje vea nuestras acciones, creerá en Dios y será feliz.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. 
»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».