Archivo por meses: marzo 2020

Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite

El evangelio no enfrenta a ricos y pobres. Ese no es el objetivo de la buena noticia cristiana. El centro del evangelio es reconocer que Jesús está resucitado y nos hace partícipes de su vida inmortal.

Somos invitados en esta cuaresma a ser pobres según Dios, desapegados de las cosas de este mundo y así enriquecernos según Cristo, reconociendo a través de su palabra y acción, que la vida nos viene de hacer siempre la voluntad de Dios. ¿Dispuesto? ¡Adelante!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 16,19-31): En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.

»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.

»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».

El que quiera llegar a ser grande entre vosotros

Actualmente, vivimos tiempos en los que todos quieren ocupar los primeros lugares. La gente quiere fama, poder y dinero. Necesitan ver realizadas sus vidas en un éxito al estilo mundano. Se piensa que el honor en nuestra vida depende de un puesto. ¡Gran error!

Jesús nos invita a vivir en la verdad de la vida espiritual. Los cristianos tenemos un llamado claro y sencillo: servir. El servicio es ocupar el último lugar y procurar el bien de todos. Ojalá pudiéramos hacer lo propio en cada aspecto de nuestras vidas. ¿Se imaginan un país donde los poderosos busquen servir? Oremos

El mayor entre vosotros será vuestro servidor

¡Cuantos libros se han escrito para enseñarnos el milagroso camino a la fama y el poder! Todo quieren el primer puesto. Todos quieres ser “exitosos”. ¿En qué consiste el éxito de Jesús? En el servicio.

El Señor nos invita a imitarle. Jesús nos indica el camino de la vida. Nos muestra cómo ser “exitosos” según Dios. El camino del amor y servicio es la verdadera felicidad. Hagamos lo que ha dicho y hecho el Señor. Él es nuestro referente, nuestro verdadero maestro, líder y guía. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Doctores”, porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo

¿Qué piensas o haces cuando alguien hace algo malo? ¿Se despierta tu justiciero interior y quieres verlo condenado y castigado? Debemos reconocer que muchas veces nos falta la compasión y misericordia.

Dios es misericordioso porque perdona todos nuestros pecados. Nos muestra su amor a través del perdón. ¿Has perdonado a tus enemigos? ¿Sabes excusar los errores de los demás? Si así lo haces serás un verdadero hijo de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,36-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal

Practicar el amor es la mejor manera de preparar la pascua en esta cuaresma. Si queremos ser buenos cristianos, amemos a nuestro prójimo como Cristo nos ama: en la dimensión de la Cruz.

Amar a todos implica no maltratar, insultar ni hablar mal de nadie. Ese es un mandamiento radical. No tiene ninguna interpretación fuera de que miremos primero nuestra viga en el ojo antes de mirar la paja en el ojo del prójimo. ¿Dispuesto a cumplir esta palabra? Empieza ahora. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

Pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás

No busquemos milagros. No pidamos demostraciones extraordinarias de la existencia de Dios. Nuestro Señor se ha manifestado de forma clara y maravillosa. Lo ha hecho en Jesucristo. Mirar a Cristo es mirar a Dios. ¿Te lo crees?

El camino de la fe no es la ausencia de sufrimiento. La vida cristiana es reconocer que Dios es amor y dicho amor se ha manifestado plenamente en Cristo que ha muerto y resucitado por nosotros para hacernos partícipes de su vida inmortal. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre

No existe un Cristiano sin oración. La vía segura para llegar a Dios es rezar incesantemente. Es vital tener una relación íntima con Dios. Al orar, ¿experimentas la presencia del Señor?

La clave para tener un encuentro personal con Dios en la oración es hacerlo con el corazón. En nuestro interior tiene que existir una especie de predisposición positiva para hacer de Dios el centro de nuestra vida. ¿Estás dispuesto? Nuestro Dios Padre te espera. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 6,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos

¿Quienes son los pequeños de que habla Jesús en el evangelio? Ciertamente son los más pobres y desamparados de la tierra. También son aquellos que tiene hambre y sed espiritual. Es definitiva, son aquellos que están necesitados del auxilio de Dios. Son aquellos que deben ser objeto de nuestras obras de misericordia. ¿Hay algún pequeño a tu lado?

El Señor nos dice a todos que demos de beber y comer a los que necesitan de nosotros. Es fundamental vestir, acoger y visitar a los más pequeños. Somos enviados para dar a los que padecen necesidad física y espiritual una palabra de aliento y amor. ¡Seamos ovejas! ¡Nunca cabritos!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».