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¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!

Jesús predicó con autoridad porque sus hechos o acciones confirmaban sus palabras. Nuestro demostraba con su obra que era verdaderamente el enviado para salvar al mundo entero, ¿le escuchamos y hacemos lo que él nos dice?

Ser obedientes a la palabra de Jesucristo permite que se realice en nosotros sus promesas. Escuchar y poner en práctica su palabra nos permite disfrutar de las maravillas de su amor y misericordia. No escuchemos a los falsos profetas de este tiempo que dicen poseer la verdad sobre la vida humana en todos sus aspectos. Solo escuchemos la voz de Dios.

Todos los días tenemos la oportunidad de poner en práctica su palabra. Defendamos la vida, luchemos por las cosas santas de Dios, no claudiquemos a nuestros principios cristianos y nunca dudemos del amor divino. Ese es el camino al cual nos invita nuestro Señor. ¡A recorrerlo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): Llegó Jesús a Cafarnaum y el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.

Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos

Los seres humanos de esta época viven como ovejas sin pastor, ¿qué significa eso? Que están rodeados de mucho ruido y acelerado ritmo de trabajo pero pierden el sentido trascendental y profundo de la vida. Jesús vuelve para salvar esa situación.

Hoy más que nunca necesitamos de Cristo. Viene a darnos el alimento que necesitamos para tener paz y amor en nuestras vidas. Se manifiesta una vez más a todos los seres humanos mediante la gracia de su misericordia. Si tienes alguna situación de sufrimiento, no desesperes… grita a Dios y él te escuchará y vendrá en tu auxilio.

¡Ánimo! Dios nos ama. Esa seguridad da paz interior y calma todas las inquietudes que puedan surgir. En este hermoso día hagamos pausa en nuestra afanes y repitamos en nuestro interior la siguiente frase: “gracias Señor por todo, se que tú me amas ciertamente”. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6, 34-44): En aquel tiempo, vio Jesús una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y como fuese muy tarde, se llegaron a Él sus discípulos y le dijeron: «Este lugar es desierto y la hora es ya pasada; despídelos para que vayan a las granjas y aldeas de la comarca a comprar de comer». Y Él les respondió y dijo: «Dadles vosotros de comer». Y le dijeron: «¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les contestó: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo». Y habiéndolo visto, dicen: «Cinco, y dos peces».

Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de comensales sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que sobraron de los panes y de los peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron

Dios se ha manifestado en la tierra a través del nacimiento de Jesucristo. Una estrella, imagen del anuncio de la buena noticia, condujo a tres Reyes Magos, representantes el mundo pagano, hacia el lugar de su nacimiento. ¡Oh maravilloso misterio! El verbo de Dios se ha hecho carne y a puesto su morada entre nosotros.

De igual manera nuestro Señor se quiere hacer carne en nuestras vidas. Quieres nacer en nuestros corazones para a través de nosotros manifestarse al mundo entero. Un cristiano es otro Cristo que con sus obras manifesta el amor de Dios.

Pidamos al Señor que nos conceda ver y adorar su presencia en nuestras vidas. Abramos nuestros corazones a sus dones. Oro, incienso y mirra son los “dones” a través de los cuales podemos acceder al gran misterio del amor divino. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 2,1-12): Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’».

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Para reconocer que Jesús es Mesías y salvador es necesario tener el Espíritu Santo. Necesitamos una asistencia de lo alto para acoger en nuestro corazón al Señor. Muchos santos pedían en sus oraciones a Dios que les diera también la disposición de hacer su voluntad. Es decir, que necesitamos hasta para desear las cosas divinas la ayuda de nuestro Padre Dios.

Hoy también necesitamos la asistencia de lo alto. Con los problem que se nos presentan día a día necesitamos de alguien que nos conozca profundamente y sepa lo que realmente necesitamos. Solo Dios nos conoce profundamente. Solo Él puede dar respuesta a todos nuestros anhelos y esperanzas.

En este tiempo de navidad celebremos que Dios siéndote está con nosotros. Alegrémonos de que nuestro Padre celestial siempre quiere habitar en nuestros corazones. Él quiere estar siempre cercano haciéndonos experimentar su amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,43-51): En aquel tiempo, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice Felipe: «Ven y lo verás».

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

He ahí el Cordero de Dios

Jesús ha nacido en la tierra para morir por todos nosotros. Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo y que viene salvarnos de todo mal. Estamos llamados a ser testigos de ese hecho, testigos de su amor.

Juan El Bautista invitó a sus discípulos a seguir a Jesús. Él era precursor y testigo de que Dios había querido enviar a Jesús, el Cristo, a salvar a toda la humanidad. Así también nosotros podemos dar un testimonio valiente de esperanza y amor en medio de tanto miedo por el COVID-19 y otros males que afectan a la humanidad.

¡Nunca dudemos del amor de Dios! La navidad es tiempo donde el Señor se manifiesta como un Dios cercano, que conoce nuestro sufrimientos y que se ha hecho carne para darles sentido en la encarnación de Jesús. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,35-42): En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir, “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.

De Egipto llamé a mi hijo

En las escrituras, Egipto es símbolo de esclavitud, oscuridad y muerte. Egipto simboliza la condición humana sometida al poder del pecado. Es precisamente de esa situación de la que Dios quiere sacarnos día a día. Nos quiere liberar. Nos quiere introducir en una nueva realidad de amor y compasión.

Jesús es el Salvador enviado por Dios para realizar su plan de salvación con cada uno de nosotros. La navidad es tiempo para celebrar el triunfo del Señor sobre cualquier tipo de esclavitud o muerte. La navidad es tiempo de hacer presente que Dios se ha hecho carne, uno con nosotros, para destruir en nuestro ser todo rastro de oscuridad, desesperanza o agobio.

¡Ánimo! Nos ha nacido El Salvador. Podemos disfrutar de las maravillas que ha hecho y quiere seguir haciendo en nuestra vida. ¡Feliz navidad!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 2,13-18): Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador

¡Proclamemos las maravillas de Dios! Seamos una bendición para toda la humanidad que hoy, en medio de la pandemia, necesita tanta esperanza. Los hijos de Dios somos como antorchas encendidas que iluminan las oscuridades que existen en el corazón de las personas. Estamos llamados a ser sal, luz y fermento de la tierra porque sin nosotros el mundo carecería de la trascendencia necesaria para vencer las “muertes” que nos agobian.

Bendigamos al Señor en todo tiempo. Que en nuestra boca siempre esté un cántico de alabanza a nuestro Dios. Bendigamos a Dios por todo lo que ha hecho en nuestra vidas ¡Todo es bendición!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,46-56): En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».

María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.

Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir

¡Ya viene nuestro Dios! ¡Ya viene nuestro rey! El mundo se llena de sabiduría y gracia porque el Señor de Señores se ha hecho carne y quiere habitar en nuestros corazones. ¿Estás dispuesto?

Seamos verdaderos seguidores de Cristo. Sigamos su ejemplo y pongamos en práctica su palabra. Esa es la vía que conduce al encuentro profundo y personal con el mesías y salvador del mundo entero.

¡Vivamos adviento! Entremos en el tiempo de gracia del Señor que nos permitirá acoger con gracia y dignidad a Jesús que ya viene… volverá y se quedará con nosotros. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,11-15): En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».

Porque mi yugo es suave y mi carga ligera

Tenemos días en los que nos sentimos tristes y llenos de angustia. Hay momentos en los que las circunstancias nos llevan a la tristeza y desesperanza. En medio de tanta oscuridad solo podemos contar con una luz: Cristo.

Nuestro Señor Jesús vino a la tierra a mostrarnos su camino. Nos vino a consolar y apoyar. Trae consigo paz y alegría. No nos deja solos en nuestras angustias y problemas. Él da sentido a nuestra existencia.

Seamos verdaderos hombres y mujeres que celebran la vida en medio de las pruebas. Seamos cristianos que bendicen a Dios en todo momento. ¡No nos preocupemos! ¡Cristo viene y habitará en nuestros corazones! ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»

Nada es imposible para Dios. Si nos apoyamos en nuestras fuerzas no podremos hacer nada. Somos muy frágiles y pecadores. Necesitamos en todo de la ayuda divina. ¿Quién podrá salvarnos?

Nuestro Dios ha hecho nacer a su hijo de una Virgen. María es imagen de todo cristiano porque ha dicho que sí a la palabra de Dios. Ha puesto en práctica lo dicho por el Ángel y eso ha redundado en gracias abundastes para ella y toda la humanidad.

En este tiempo de adviento esperemos, como la Virgen María, que en nosotros nazca Jesús. Preparemos nuestro corazón para recibir al rey de reyes, Cristo, que viene a salvarnos de todos nuestros pecados. ¡Tranquilos! Para Dios nada es imposible.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.