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Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos

Nosotros también somos o seremos como Lázaro: Hombres y mujeres resucitados por Jesús. Ese es el centro de nuestra Fe. Creemos en un Dios que saca de la muerte y nos lleva a la vida. Es un Dios de vivos y no de muertos. ¿Te lo crees?

En este tiempo, hay muchos que están cansados, agobiados, ansiosos y desesperados. Miran el futuro y se aterran. Piensan que todo va ir de mal en peor. ¡No dudes del amor de Dios!

El Señor, que nos ama profundamente, jamás dejará que sus hijos se queden en la muerte. Su amor nos resucita, nos da vida, nos devuelve a la luz y esperanza de un futuro siempre mejor. ¡Nunca dudes del amor de Dios! ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 12,1-11): Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.

Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».

Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

En los momentos que estamos viviendo parecería extraño hablar de alegría y felicidad. Con todo lo que se dice, estamos como asustados y tristes. La pandemia nos puede afectar el alma.

Por eso es tan oportuno el ejemplo de la virgen María. Ella creyó cuando las condiciones físicas indicaban que era imposible lo que se le prometía. Ella dijo a Dios que se haga su voluntad aún cuando esto implicaba algo de sufrimiento en su vida. Ella sabía que Dios, que la amaba tanto, sacaría del mal un bien. Tengamos la fe de María. ¡Nunca desfallecer! ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre

Jesús amaba, como todo buen hijo, a su madre. Su relación era tan intima y amorosa que es ella, la virgen María, la que pertenece a su lado siempre hasta su muerte y resurrección. ¡Oh Virgen María! ¡Madre de Jesús y Madre de nuestra!

Ella nos enseña el camino que debemos recorrer. ¿Cuál es? La de poner en práctica la palabra de Dios. Ella lo entendió muy bien desde el principio cuando dijo: “hágase en mí según su palabra”. Imitemos a María. Hagamos siempre la voluntad de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 3,31-35): En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo

¡Oh admirable espectáculo! Una Virgen concibe al salvador del mundo entero. Lo que en ella crece es fruto del Espíritu Santo gracias a su obediencia y aceptación. ¿Seguimos ese ejemplo?

A la virgen María le tocó dar a luz al hijo de Dios. A nosotros nos toca ser hijos de Dios en medio de esta generación. La Virgen acepta lo que viene incluido al decir que si al Ángel, nosotros estamos llamados a aceptar el sufrimiento que Dios permite para nuestra santificación. Ella, la virgen María, sabe que lo que se realizará en ella es fruto del Espíritu Santo, nosotros debemos seguir su ejemplo y reconocer que no es por nuestras fuerzas, que la gracia de Dios será la que realizará en nosotros el proyecto de salvación.

Seamos como nuestra madre la Virgen Maria. Vivamos en la presencia de Dios, haciendo siempre su voluntad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,18-24): La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

María ha elegido la mejor parte

La mejor parte siempre es el Señor. Amarle con todo el corazón es el camino de la felicidad. Nuestro Dios nos lo ha dado todo, ¿cómo no tenerle en el centro de nuestra vida?

Las distracciones de la vida nos llevan a tener puesta nuestra atención en muchas cosas sin importancia. Nos pasamos toda la vida buscando en las cosas materiales un suspiro de amor y felicidad. La realidad es que debemos buscar donde realmente está la vida, que es en el Señor.

Seamos como María, elijamos la mejor parte. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

María ha elegido la parte buena

¿Cuál es la “parte buena” a la que hace referencia el Señor en el evangelio?

En la escritura hay dos hermanas que tienen dos actitudes distintas a la hora de relacionarse con el mundo y con Jesús. Una de ellas está muy atareada con las del día a día. Se parece a nosotros que estamos en un afán constante. La otra, sin embargo, está atenta a Jesús. El señor aprovech para dar una catequesis. Dice que lo mejor es la oración, es decir, que debemos estar siempre en una oración constante sabiendo que Dios está presente o guía nuestra vida.

Es importante tener una vida de oración. Experimentar una cercanía constante con nuestro Señor. De ahí nos viene la vida. No hay otro camino. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

Aquí tienes a tu madre

Jesús nos ha regalado muchos dones. Entre los más grandes ha sido su madre. La Virgen Naría es nuestra madre y lo ha dicho nuestro Señor Jesús.

Necesitamos el auxilio de María en medio de nuestras tribulaciones. Ella siempre estuvo al lado de su hijo y por lo tanto siempre estará junto a nosotros en todo momento. Tenemos una ayuda adecuada. María es esa Estrella del cielo que cuida siempre nuestros pasos.

Pidamos a la Virgen que el día de hoy sea consagrado a su hijo y que ella nos enseñe a amar a su hijo en todo momento.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 19,25-27): Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador

¡Son muchas las maravillas de Dios! Realmente nosotros podemos bendecir a nuestro Señor en todo momento. Son muchos los milagros que ha hecho en nuestro favor. ¡Bendito sea nuestro Salvador!

La iglesia es una comunidad de testigos. Somos todos miembros de una asamblea de hermanos y hermanas que hemos experimentado el Amor de Dios a través de muchas acciones divinas. Nuestras familias han sido reconstruidas, nuestros vidas han adquirido sentido, hemos DIDIS liberados de muchas esclavitudes; en fin, podemos gritar con alegría que Dios ha sido verdaderamente bueno con nosotros.

Vivamos este día en un clima de alegría y bendición. Nunca perdamos La Paz que viene de sabernos hijos de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Mujer, ¿por qué lloras?

¿Por qué lloramos? Porque en este mundo solo hay tristeza y angustia. Ciertamente tenemos nuestros consuelos temporales pero también experimentamos todos los días la realidad de un mundo precario.

Jesús ha resucitado para que en nuestra vida no tengamos que llorar más. Resucita para convertir nuestra tristeza en gozo, para hacernos pasar de la muerte a la vida y así poder ser felices según Dios.

¡Ánimo! ¡Vivamos cincuenta días de resurrección!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 20,11-18): En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”». Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

La Virgen María es modelo de todo Cristiano. En este tiempo estamos invitados a seguirle e imitarle. Nos muestra el camino de la Fe. Nos enseña a obedecer a su hijo, a ser dócil a la voluntad de Dios y a no tener miedo a la historia que se nos presenta.

La Virgen si que Si. Nosotros también deberíamos decirle que Si todos los días al Señor. Ella es la madre del Salvador. Nosotros nos beneficiamos de su Si y así podemos experimentar el amor de Dios presente en toda nuestra vida.

Tengamos siempre la apertura de la Virgen María que recibe en su seno al salvador del mundo entero. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.