Archivo por meses: octubre 2016

No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido

La ley de Dios es el amor. Muchos pensamos que ser buena persona; o mejor dicho, un buen cristiano mendiante el cumplimiento de normas y prescripciones. Reducimos la Fe a la práctica piadosa de ciertas devociones. El verdadero cristianismo se da en los profundo del corazón de alguien que está dispuesto hacer la voluntad de Dios. 

La Fe se demuestra con las obras. Y la obra más grande que se puede hacer es amar. ¿De qué nos sirve ir a la oración semanal si no podemos perdonar a nuestro hermano? ¿De que te sirve leer la Biblia si no pones en práctica sus mandatos?

El resumen de toda ley es el Amor. Hoy es importante amar. Dicen los santos: “Ama y haz lo que quieras”.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».
Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

Dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios

Cuando Jesús vino al mundo se encontró con una realidad cultural y religiosa muy particular.  Ciertamente el Señor vino a traer una buena noticia que implicaba un cambio de enfoque de la religión. Se había reducido, para bien o para mal, la Fe a una mera práctica y cumplimiento de leyes extrernas sin que necesariamente esto represente una verdadera conversión del corazón.

También nosotros hemos cometido este error. Hemos pensando que ser cristiano es hacer “cosas”. Las prácticas piadosas, que son buenos, no son la base fundamental de la buena noticia que hizo presente Jesús en la tierra. No son las devociones externas que muchas veces las podemos utilizar para vender una imagen de gente buena y santa el centro del cristianismo. La Fe es tener un encuentro personal con Jesús en lo profundo de nuestro corazón y cambiar profundamente nuestra vida a partir de dicho acontecimiento.

Hoy el Señor nos invita a ser cristianos de corazón. Saber que el Amor está por encima de todo. Dios nos ama y quiere que seamos reflejemos de su amor. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? 

Dios nos creó para que seamos felices. El génesis tiene el propósito, a través del relato de Adan y Eva, de revelar el gran proyecto de Dios para con nosotros que es nuestra felicidad.

Este proyecto de felicidad muchas veces lo hemos minimizado. Hemos pretendido reducir la felicidad a tener bienes materiales. Este no es el camino que revela Jesús.

También pretendemos decir que ser bueno y santo es cumplir una serie de normas y preceptos externos. Esto tampoco es un camino que conduzca a la vida y felicidad. 

Para recorrer el camino de Jesús hace falta una conversión sincera del corazón. Eliminar de nosotros la calumnia y la mentira, hablar bien de los demás, perdonar sin desfallecer, bendecir en todo tiempo.

Definitivamente, no es lo externo lo que marca la santidad, es lo qué hay en lo profundo de nuestros corazones. Seamos santos interiormente para que dicha santidad se manifieste en nuestras obras externas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».

No se le dará otra señal que la señal de Jonás

Insisto, pedimos señales a Dios y solo hay una importante. Le pedimos a Dios que nos cambie la historia. Que cambie mi familia, que cambie mi trabajo, que cambie mi universidad. Estamos orando y nuestra oración pretende que Dios haga nuestra voluntad. ¿Qué nos ofrece Dios?

Una señal poderosa. La única que cambia vidas. Esta es la de Jesús, levantado en la cruz, dando su vida por todos nosotros. La señal es la resurrección de Cristo. Eso es lo que debemos pedir y esperar. Esa es la señal que lo cambia todo para bien. La señal de victoria sobre nuestras muertes. 

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

Por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios

Hoy es el día de Nuestra Señora del Rosario. En algunas ocasiones se hace un evangelio especial para el momento. También puede leerse el evangelio del día, ¿qué nos quiere decir el Señor en la palabra de hoy?

El dedo de Dios es símbolo del Espíritu Santo. Señal del poder de Dios que actúa con poder, señales y prodigios. Fue este mismo Espíritu el que descendió sobre la María Virgen y la hizo quedar encinta del salvador del mundo entero. Ella, una esclava del Señor, dijo si al anuncio del Ángel y esto hizo posible lo imposible. Ella fue la puerta a través de la cual a llegado la salvación del mundo entero.

Hermanos y hermanas. Seamos como la virgen María, madre de Jesús y Madre nuestra, que abre su corazón a la acción y voluntad de Dios. Con esta misma actitud podemos hacer posible lo imposible. Nuestras preocupaciones, pecados y demonios serán expulsados de nuestro corazón. La cruz, símbolo del sufrimiento humano, tendrá sentido. En el Espíritu podemos ciertamente vencer al mundo y vivir para Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,15-26): En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. 
Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!

Una sola cosa es importante en esta vida: hacer la voluntad de Dios. Son miles de millones los habitantes de este planeta. Hay muchas almas que no conocen a Dios. Muchos son los que se consumen en sus tristezas y angustias. Para ellos y para nosotros ha sido enviado Jesús.

El Señor Jesús es maestro de oración. Él enseñó a sus discípulos a orar. Es más, les pidió que nunca dejarán de hacerlo. ¿Por qué? Pues precisamente la oración es lo más propio del cristianismo. Es donde se encuentra la fuente de la vida. Es el medio a través del cual se hace experiencia de encuentro personal con Jesús.

¿Qué necesitamos para vivir? ¿Dinero, casas, bienes? Lo que necesitamos en tener paz, amor y vida dentro de nosotros. Eso lo da el Espíritu Santo habitando en nuestros corazones. ¡Ánimo! Pide solo eso al Señor, lo demás viene por añadidura.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,5-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.
»Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!».

Señor, enséñanos a orar

El que esnseña a orar en el Señor. Es Él quien pone el espíritu y las palabras correctas en nuestra alma, espíritu y mente. En la oración encontramos a Dios y le hacemos partícipes de nuestra realidad. Es en la oración donde hacemos verdadera comunión con Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,1-4): Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».

Hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola

La vida se complica cada vez más. En la medida que los avances científicos y tecnológicos inundan el planeta, la existencia humana se llena de complicaciones, tareas y activismo crónico. ¿Qué se puede hacer en este sentido?

Jesús nos ofrece el ejemplo de dos personas que quería mucho: Marta y María. Marta es ejemplo del mundo y sus preocupaciones. La mente y el cuerpo del hombre y la mujer del siglo XXI vive ocupado de muchas cosas. Ciertamente son todas muy importantes. Pero hay algo mucho más importante. 

Dice Jesús que hay necesidad de una sola cosa, y esto es el Amor. María ha elegido contemplar el amor de Dios en su vida. Esto no quiere decir que María se fue al convento a pasar su vida en oración. Lo que significa es que ha elegido contemplar el amor de Dios en todos los detalles, grandes o pequeños, que ocurren en su vida a diario. Está continuamente a los pies del Señor, en actitud contemplativa, descubriéndole presente en todo. Dios nos llama a hacer lo mismo que María. Una sola cosa es necesaria y es contemplar el Amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».