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Salía de Él una fuerza que sanaba a todos

Jesús oraba intensamente y en todo tiempo. Cuando se enfrentó al reto de elegir a sus apóstoles o círculo más cercano lo puso en oración. Pasó la noche en el monte orando estando en comunión con su Padre Dios. ¿De dónde le venía la fuerza a Jesús? De la oración.

Los apóstoles, luego de ser elegidos, son enviados a hacer lo mismo que hizo Jesús: predicar y sanar. Fueron enviados a todas las naciones de la tierra a predicar que el reino de los cielos había llegado ya y que se manifestaba en la curación del cuerpo y del alma de todos lo que acogían en su corazón el mensaje de salvación. ¿Con qué fuerza hicieron los apóstoles este ministerio? Con la fuerza de la oración.

Hoy el Señor nos envía al mundo con la misma misión y nos invita, con su ejemplo, a apoyarnos en la misma fuerza: la oración. ¡Nunca dejes de orar! Esa es la fuerza misma de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

¿A qué es semejante el Reino de Dios?

Jesús anunciaba una sola cosa: ¡el reino de los cielos ha llegado ya! Esta es una buena noticia que se hace concreta en nuestra vida, ¿de qué manera? En los detalles pequeños.

Pedir perdón a tu amigo, hacer el bien a algún necesitado, ayudar en su trabajo a un compañero de trabajo, en fin, hacer día s día obras de misericordia que hagan presente a Dios.

El reino de Dios tiene esa sencillez y simpleza que cautiva y atrae. Dios nos llama a que con nuestras obras se haga presente el amor de Dios. Hagamos hoy honor al nombre que aspiramos tener: cristianos. 

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

He venido a prender fuego en el mundo

Algunas frases del evangelio nos escandalizan y pueden causar extrañeza. A veces nos presenta un Jesús duro e implacable. No nos gusta leer que Jesús tiró al suelo mesas o que corrijo con fuerza a fariseos, escríbas e inclusive a sus discípulos.

Jesús es amor y misericordia y sabe que nosotros muchas veces necesitamos que se nos hable con firmeza. Dejémonos de engaños. Ser cristiano es una opción radical. Estamos o no estamos en los caminos de Dios. No existen vías intermedias para vivir el evangelio. 

Nunca Dios nos llamará al desamor. Es decir, no es que nos invite a abandonar a nuestros o dejar de querer a nuestros hermanos. Lo que los quiere decir es que el afecto a las cosas y personas jamás debe superar al compromiso y amor con Dios. En algún momento, sin quererlo, muchas personas pueden ser impedimento en el camino de hacer la voluntad de Dios. El Señor siempre nos pone en alerta respecto a esta posibilidad frecuente.

¡Ánimo! Renovemos hoy nuestra Fe y hagamos un compromiso de lucha espiritual y amor divino.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,49-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

¡Dichosos de ellos!

Todos buscamos la felicidad. Todos los días nos levantamos con el firme propósito de buscar sentido y felicidad en nuestras vida. Intentamos encontrar la fórmula mágica que nos ayude en este emprendimiento espiritual. ¿Cuál es la propuesta de Jesús?

En cualquier momento de este día puedes encontrarte con Dios. A través de algún compañero de trabajo, desconocido que nos diga algo o un familiar que nos visite. En fin, el mismo Dios actúa siempre a través de formas misteriosas pero muy concretas. Abre tu corazón a su palabra. Tengamos la actitud de estar siempre pendiente de dichas manifestaciones. Esa forma de vivir es el secreto de la dicha y la felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

Esta misma noche te reclamarán el alma

Uno de los errores que todos hemos cometido es vivir como si la muertr no existiera. Pasamos la vida sin pensar o hacer conciencia que un día moriremos. Buscamos darnos placer en todo pero a ninguno se nos ocurre vivir plenamente preparando una muerte buena.

El cristianismo siempre ha dado respuesta a esta problemática. Las personas se pelean, asesinan, traicionan y son capaces de diez mil diabluras con tal de conseguir dinero y fama. Piensan que nunca morirán. En el momento que llega la hora se dan cuenta que han sido necios.

Dios nos llama a atesorar riquezas en el cielo que significa que nuestro proyecto de felicidad no puede sustentarse sobre la base del amor desordenado del dinero. Nuestra felicidad radica en un vida llena de amor y bendición con nosotros mismo y con nuestro prójimo.

Vivamos poniendo nuestros bienes al servicio de lo demás. Disfrutemos lo que Dios nos da cada día. Seamos felices de la forma correcta que es la manera en que Dios quiere que vivamos.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».
Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

No temáis a los que matan el cuerpo

En estos tiempos ser cristiano no está de moda. A muchos bautizados les da vergüenza hablar de Dios o llevar la Biblia en las manos. Estamos en una época donde ser moderno e inteligente consiste en estar en contra de los principios tradicionales cristianos. No debería ser así.

¿Cuántas veces has hablado de las cosas de Dios con tu familia? ¿En qué momentos has tenido la valentía de defender a la iglesia cuando se entabla una discusión donde se le desacredita? ¿En tus actos de día a día haces solemne profesión de Fe con tus amigos y familiar siempre que se presente la ocasión?

Hoy más que nunca debemos ser firmes en la Fe. ¡No tengamos miedo! El amor de Cristo nos urge a actuar y hacer presente con nuestra buena conducta y profunda Fe a dar testimonio valiente en todo momento y en todo lugar. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,1-7): En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos».

Se pedirán cuentas a esta generación

En algunas ocasiones tenemos la respuesta a nuestro problemas en frente de nosotros y no nos damos cuenta. Miles son las señales que nos da Dios y no logramos identificarlas. En algunas ocasiones somos ciegos y sordos al llamado de Dios.

Dios permite acontecimientos en nuestra vida que nos llama a conversión. Alguna humillación u objetivo no alcanzando nos pone en una situación excelente para crecer y ser mejores. Para ver estas cosas con los ojos de la Fe necesitamos siempre de ayuda.

Los profetas son esas personas que envía Dios a nuestra vida para que puedan ayudarnos. No son seres especiales. Puede ser hasta un enemigo que en algún momento nos señala una debilidad que no conocíamos y por tanto nos da la oportunidad de corregir. 

No seamos como los expertos del tiempo de Jesús. Seamos humildes y aprendamos a reconocer y acoger las enseñanzas de Jesús que nos vienen muchas veces de personas que actúan como profetas en nuestra vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».
Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello

Debemos aclarar algo, ¿jesús estaba en contra de la ley? Por supuesto que no. Algunos piensan que el Señor tenía un problema con los maestros de la ley en su tiempo. Esto no es el mensaje del evangelio ni su justa interpretación.

Nuestro Señor quiere que cumplamos el espíritu de la ley no sólo su letra. Quiere que hagamos lo que la ley nos invita que es amar a Dios y a nuestro prójimo. Es verdad que esto genérico debe concretizarse en acciones y por eso Dios entregó a Moises uña tablas de piedra donde se especifica como amar a Dios y al prójimo. 

La situación radica en que los seres humanos llevamos las cosas a cumplimiento externo de normas y perdemos lo más importante.

Por ejemplo, ¿es más importante ir a misa que amar a un familiar que está enfermo? Es cierto que si el amor es lo primero puedo falta a una misa por atender a un familiar. También es cierto que debemos hacer todo lo posible por ir a misa al encuentro co nuestro Dios.

La ley es para cumplirla. El amor es para hacerlo realidad día a día en nuestras vidas. Amemos y así cumplimos la ley entera.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

Así todas las cosas serán puras para vosotros

Hay un gran enfoque al cumplimiento de normas y procedimientos. Hacemos de nuestra vida una rutina inagotable deberes y tareas predefinidas. En algún momento, ¿no te cansas de tanto afán?

Jesús es tan libre y feliz que vive su vida según la voluntad de Dios sin poner tanto énfasis en lo exterior. Sabe que es bueno cumplir con las normas y protocolos pero nunca sacrifica la realidad de que es mucho más importante hacer lo correcto que lo aparentemente correcto.

En el día de hoy Jesús nos invita a la felicidad plena. ¡Se libre! Libre ya ha creado Dios para amar sin medida.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».

Aquí hay algo más 

Muchas veces vivimos la vida pendientes de las cosas que realmente no son importantes. Nos pasamos muchísimas horas en ocio que no produce ningún beneficio. 

La clave de la felicidad está en descubrir que hay algo más. La propuesta de Jesús es algo más que lo que tenemos en una vida sin propósito. Lo que el Señor quiere darnos es algo más de lo que podemos tener de las cosas de este mundo.

Jesús es en esencia “algo más” importante que cualquier proyecto que hemos tenido. Este “algo más” consiste en el amor salvífico de Dios. Ya no tenemos que vivir mendigando la felicidad en las cosas y en las personas. El Señor es ese “algo más” que transforma la vida de todos y todas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».