Archivo por meses: julio 2014

Hallaréis descanso para vuestras almas

El descanso es símbolo de felicidad. ¿Cuánto agobio llevamos en la vida? El trabajo, los padres, los hijos, los estudios, las situaciones de sufrimiento o enfermedad, los objetivos por lograr, en fin, todo supone muchas veces intranquilidad y tensión.

La buena notica es que hoy tenemos a alguien que puede darnos el ¡DESCANSO! Paz, quietud, tranquilidad en medio de la “tormenta de la vida”. ¿Te lo crees? ¡Ánimo! Él te ama y te introduce HOY en el descanso de su amor que da sentido a toda nuestra vida. DESCANSA, todo saldrá bien, porque nuestro Dios nos ama y nos amará siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños

En el lenguaje popular dominicano, dependiendo de las circunstancias, se dice que una persona es “sabia” cuando queremos decir que “sabe demasiado…”. En otras palabras, que se la “sabe buscar”. Se dice: “ese e’ un sabio” para decir que se tiene que tener cuidado porque fácilmente te puede engañar.

Los sabios e inteligentes del mundo creen que entienden todo pero al final se equivocan en lo más fundamental: Dios. Lo más importante no es tener conocimientos profundos de como funciona el universo, como debe ser nuestra sociedad o la mejor manera de “salirse con la suya”.

Muchas veces nos encontramos en situaciones parecidas. Pensamos que “sabemos” mejor que Dios como llevar nuestra vida, nuestro matrimonio, nuestra profesión, nuestras amistades, nuestro noviazgo. Queremos que estás realidades funcionen según nuestra “sabiduría”. Nos equivocamos.

La base de la felicidad en nuestra vida es ser lo bastante humildes como para reconocer que Dios es nuestro padre y Él sabe como llevar adelante nuestras vidas. El sabio según Dios es aquel que se ajusta a sus leyes.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,25-27): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!

La escritura habla de un Jesús maldiciendo… Si, como lo oyes… Dice: “se puso a maldecir”.

Todos nosotros tenemos o hemos tenido la imagen de un Jesús amoroso, de buen trato, cariñoso… Todo amable y lleno de caridad. ¿En qué momentos le vemos en la escritura con una actitud diferente? Cuando los que se suponen están llamados a tener una conducta santa, no la tienen.

Jesús compara ciudades. Las compara con otros pueblos paganos. De un pueblo idólatra no se espera nada, pero de uno que pertenece al pueblo de Dios se pide que por lo menos de signos de conversión.

Parecen duras las palabras de Jesús. ¡Ánimo! Van dirigidas a todos nosotros que estando en la Iglesia algunas veces tenemos una actitud “cerrada” a la conversión. Cuando no queremos perdonar o pedir perdón, cuando guardamos rencor o resentimiento, cuando hablamos mal a alguien; en definitiva, cuando nos comportamos como Corozaín o Betsaida.

Esta es una llamada firme a la conversión. ¡A tener hoy el mismo espíritu de Jesús!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,20-24): En aquel tiempo, Jesús se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti».

El que pierda su vida por mí, la encontrará

El seguimiento a un líder siempre supone muchos desafíos. Darle tu compromiso, pasión y dedicación a una causa implica desprendimiento, renuncia, trabajo y en algunas circunstancias… Sufrimiento.

¿Cuál es la propuesta de Jesús?

Este listado de condiciones y requisitos dan miedo. Tenemos a un Jesús diciendo que sí le sigues… Tendrás que amar a Dios más que tus otros “amores”, vas a sufrir decepción, te van a traicionar y vivirás enfrentamientos de todo tipo. ¿Cómo puede una persona con sentido común seguir a una persona con esta propuesta? Porque el que lo sigue… Tendrá VIDA!

La clave de la propuesta de Jesús no está en las renuncias, aceptaciones y exigencias. Eso, mis queridos hermanos y hermanas, siempre lo tendremos, con y sin Jesús. Lo que nuestro Señor nos propone es vivir todo eso desde su experiencia, desde su Fe. Eso es vivir en plenitud! Aceptar la cruz, renunciando a este mundo (tendremos todos al final que renunciar a él..) viviendo en el Amor!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos

Existen muchas canciones y películas sobre unos interesantes animales: los lobos. Cuando el “imaginario colectivo” piensa en lobos, inmediatamente nos viene a la cabeza la imagen de un animal salvaje, peligroso, de mucho cuidado… Te puede comer….

Los cristianos vivimos en el mundo. El mundo es imagen de una gran diversidad de realidades y personas. Este mundo, creado por Dios, es nuestro hogar, pero también en él nos encontramos con elementos que muchas veces nos parecen no tan familiares, ¿por qué? Pues porque al ser cristianos, nuestros valores, principios, forma de ser y actuar, “choca” con muchas realidades que para el “mundo” son normales.

En este “mundo” hay muchos “lobos”. Muchos peligros, muchas personas que pueden hacernos daño, que pueden difamarnos, herirnos, incluso…. “Comernos”. Un lobo caza a su presa… Para el sobrevivir, mata a su presa. Los lobos son símbolo de todo aquello que nos puede alejar de Dios, de nuestra misión. Lo contrario de un lobo es una oveja… Mansa… Humilde… Se deja “comer”.

¡Sed prudentes! Cuidao’ con el lobo… Te puede comer. Pero no tengas miedo, ¡Dios contigo siempre!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,16-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.

Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre».

Gratis lo recibisteis; dadlo gratis

Los americanos, es decir, los ciudadanos de Estados Unidos, tienen una frase popular que dice: “there is not free lunch” que quiere decir “no hay almuerzo gratis”. ¿Qué significa eso? Significa que en la vida no hay nada gratis, que las cosas se consiguen con esfuerzo y trabajo, que nadie da nada gratis.

Jesús rompe totalmente este esquema. La buena noticia es que Dios si lo da todo gratis! ¡TODO! El aire, el sol, el respirar, la tierra, el universo entero! Todo gratis a nuestra disposición. ¿Por qué? Por puro amor GRATUITO DE DIOS! Un amor tan grande que cuando alguien REALMENTE lo conoce, cambia para siempre su vida.

Por favor, te pido que hoy medites esta gratuidad del amor de Dios. Mientras más lo medites, reflexiones y lo creas, con mayor Fe estarás dispuesto a “dar gratis, lo que gratis has recibido”.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».

Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel

Entre los discípulos de Jesús había hombres (y mujeres) de todo tipo. Funcionarios públicos, personas de otras creencias, pobres “obreros” de la pesca; en fin, una variedad de pecadores y necesitados.

A todos transformó y dio poder! ¿Que tipo de poder? El más grande de todos… Predicar el evangelio.

Anunciar la buena noticia es lo más grande que se puede hacer porque tiene el poder de cambiarle la vida a las personas, transformar su corazón de piedra en uno de carne. Un milagro espiritual maravilloso!

También nosotros necesitamos que se nos transforme, se nos cambie, se nos libere de demonios, se nos ame y se nos predique el Amor.

Nosotros somos esa “casa de Israel”. ¡Esto es interesante! Los que están en la “casa de Israel” eran judíos que se suponía cumplían con ley.

Nosotros somos hoy esa “casa de Israel” que necesita que se le predique, se le quiera, se le ame! Benditos apóstoles (catequistas) que han hecho, hacen y quieren seguir haciendo esta labor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,1-7): En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies

Una de las manifestaciones más impresionantes del poder de Dios es la curación milagrosa de una enfermedad o dolencia.

Tenemos en nuestra mente innumerables historias que hemos leído, escuchado o vivido de este tipo de experiencias. Puedo decir que mi Madre, que padeció cáncer, también experimentó una intervención divina de este tipo. ¿Qué significan este tipo de hechos portentosos?

Cuando una persona es testigo o experimenta en su vida algún tipo de milagro o curación, se espera que eso que ocurrió en su “carne” también suceda en su espíritu. Pasar de un estado de enfermedad a uno de salud produce en nosotros también una transformación en nuestras vidas, una conversión.

El signo más grande de esta transformación, es que estamos dispuestos a dar gratis lo que gratis hemos recibido. Muchos son los hombres y mujeres que necesitan de este mensaje de “sanación”. Jesús necesita obreros que trabajen en su viña, ¿estás dispuesto a trabajar con él y para él?

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,32-38): En aquel tiempo, le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel». Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

Con sólo tocar su manto, me salvaré

Padecer algún tipo de enfermedad es parte de la vida. El ser humano enfrenta a lo largo de su vida el peligro de un virus hasta algún padecimiento crónico. Todos tenemos miedo de la enfermedad, de padecer algún mal.

Hoy tenemos dos ejemplos que hacen referencia a la misma realidad: la muerte. En primer lugar, una mujer que pierde sangre, que pierde “vida”. Y en segundo lugar, una muchacha a la cual sus familiares ya lloran con desesperación.

En ambos casos, ante la presencia de Jesús, las cosas cambian de forma radical. Al “tocar” a Jesús se detiene el “flujo de sangre”. En el poder de Jesús la muchacha “muerta”, recupera la vida.

Aquí tenemos una fuerte invitación a la Fe. Tanto el magistrado como la mujer enferma tienen la seguridad de que “tocando” a Jesús pueden obtener lo que quiere: VIDA!

Sanar y resucitar son dos palabras que tienen el mismo significado. ¡En Jesús se nos da el poder vivir! ¿Te lo crees? ¿Tienes la actitud del magistrado y de la mujer enferma? ¡Ten Fe! En Él, tu “muerte” será transformada en VIDA!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,18-26): En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel momento.

Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.

No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal

Los expertos en psicología afirman que las primeras impresiones son muy importantes. Existe mucha literatura en el mundo sobre este tema. Los especialistas en superación personal intentan ayudar con técnicas y herramientas a generar siempre una buena impresión, ¿por qué es tan importante para nosotros lo que piensan los demás?

La primera impresión que debió generar Jesús no pudo ser muy buena. ¡Imagínate! Te lo encuentras en una aldea o en un camino y resulta que al saludarle le ves acompañado de funcionarios corruptos, prostitutas y gente de mala fama… Existe un refrán popular que dice: “dime con quien andas y te diré quién eres”.

Jesús siempre rompe esquemas. La clave de la enseñanza de Nuestro Señor está en que más que juzgar y a satanizar al pecador debemos amarles! Sólo el amor hace que esas personas, que son rechazadas por la sociedad, puedan reincorporarse por la vía del Amor y el Perdón.

Lo importante no es lo que hicieron, lo más relevante es lo que pueden hacer luego de amarles y que se sientan amados.

Nunca juzgues, ¡AMA! Al rechazado, al alejado, al que no se siente amado. ¿Por qué? Mis queridos hermanos, porque nosotros también hemos sido amados de la misma manera. ¿Es importante lo que dicen los demás? No, si se trata de amar al que necesita ser amado.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».